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EL FIN DE UN PAPADO | Españoles en Roma

El nuevo regente ha servido a cinco papas

El cardenal español Martínez Somalo dirige la Iglesia en los días de sede vacante

El destino, y la voluntad de Juan Pablo II, que le nombró camarlengo en 1993, han puesto las riendas de la Iglesia católica durante estas semanas de sede vacante en manos de un cardenal español, Eduardo Martínez Somalo. Un funcionario diplomático de alto nivel que ha vivido toda su vida eclesiástica entre los muros vaticanos. Apenas cumplidos los 78 años de edad (el 31 de marzo), este riojano, enfermo del corazón, tiene en sus manos la administración de la Iglesia hasta que sea elegido el nuevo Papa, y una capacidad de influencia considerable en vísperas del cónclave.

El sábado, minutos antes de las diez de la noche, cuando fue anunciada a los fieles la muerte de Juan Pablo II, Martínez Somalo había cumplido con la primera misión encomendada al camarlengo (responsable de la Cámara apostólica), la de confirmar el fallecimiento del Pontífice llamándolo tres veces por su nombre de pila. Un mero ritual, porque para entonces, el rostro de Karol Wojtyla presentaba seguramente esa cualidad mineral de los cadáveres; pero los rituales forman parte esencial de la vida de la Iglesia y de esa forma simbólica, el camarlengo inauguraba su papel de regente papal que le situará en el círculo de poder vaticano -junto al decano del Colegio Cardenalicio, Joseph Ratzinger, y al triunvirato de cardenales que se elija por turnos rotatorios para tomar las decisiones pertinentes, tras consultar al conjunto de purpurados- de aquí hasta el final del cónclave.

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El camarlengo procedió luego, junto a su ayudante, a sellar el apartamento privado del Papa y tomó posesión de la basílica de San Juan de Letrán y de la residencia de Castelgandolfo, mientras los medios de comunicación difundían en el mundo su nombre y su rostro de anciano, totalmente desconocido. Y, sin embargo, Martínez Somalo ha sido durante años una figura de peso en el Vaticano, donde ha desempeñado tareas burocráticas primero, y de considerable responsabilidad política luego, nada menos que con cinco papas: Pío XII, Juan XXIII, Pablo VI, Juan Pablo I y Juan Pablo II, con quien mantuvo una comunicación más fluida, y de quien recibió los principales cargos.

Su experiencia en asuntos de la curia es enorme, porque se incorporó a la Secretaría de Estado, en calidad de auxiliar, en 1956, con 39 años apenas cumplidos. Su discreción, su aversión profunda a los medios de comunicación y su fidelidad absoluta a los sucesivos pontífices para los que trabajó, le han acreditado como uno de esos grises puntales en los que se apoya el Gobierno de la Iglesia romana.

Apenas un meritorio con Pío XII (fallecido en 1958) y con Juan XXIII, su ascenso en el escalafón curial llegaría de la mano de Pablo VI, que le nombró responsable de la sección española de la Secretaría de Estado, le llevó consigo en su viaje pastoral a Colombia en 1968 -más tarde ocuparía esa nunciatura-, y le nombró obispo. En esa etapa, Martínez Somalo trabajó junto al poderoso ministro del Interior vaticano Giovanni Benelli, considerado un furibundo adversario del Opus Dei. Pero, años más tarde, y bajo el reinado de Juan Pablo II, que le nombró de inmediato número dos de la Secretaría de Estado, Martínez Somalo apoyó -en total sintonía con el Papa- la concesión al Opus de la Prelatura personal, algo que se encargaría de hacer Karol Wojtyla en medio de una considerable hostilidad.

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En 1988, recibió la birreta cardenalicia y fue nombrado prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Doctrina de los Sacramentos, y en 1992 pasó a ocupar la prefectura de la Congregación de los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica, puesto del que se jubiló al cumplir la edad preceptiva. En 1993, Wojtyla le nombró camarlengo, un puesto de máxima confianza del Pontífice. Martínez Somalo y Julián Herranz, un cordobés de 74 años, miembro del Opus Dei, son los dos únicos cardenales españoles de la curia todavía en edad de participar en el cónclave. Pero el camarlengo tendrá en estos días la máxima visibilidad, aunque no es probable que sea incluido en las listas de papables.

Los cardenales españoles Eduardo Martínez Somalo (izquierda) y Julián Herranz.
Los cardenales españoles Eduardo Martínez Somalo (izquierda) y Julián Herranz.EFE / ASSOCIATED PRESS

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