Regocijo

1. Parece que a muchos les ha agradado que el Rey de Marruecos no recibiera al Presidente de la Junta, como si con ello se pudiera demostrar la inutilidad del viaje de la Junta al vecino país. Ya se sabe toda esa parafernalia del turismo institucional y demás. La discreción pertinaz de Manuel Chaves nos impide conocer si de verdad hay algo de cierto en la apertura de los caladeros marroquíes a la flota andaluza, que sería una excelente noticia en Barbate y otras localidades del litoral.

2. En Sevilla ha causado estupor el escaso resultado del Cardenal Carlos Amigo en la votación para Presidente de la Conferencia Episcopal. Parece que en la capital de Andalucía habían terminado por creerse el supuesto liderazgo del prelado entre los obispos españoles. Dado el resultado las posibilidades de que resulte elegido Papa, como alguno aventuró, no parecen cercanas.

3. Mientras tanto, para los amantes de la Semana Santa, parece que la Macarena se ha convertido en la cofradía oficial del PP, dada la nutrida representación de este partido en la salida procesional de la hermandad sevillana y el recibimiento ofrecido por la Junta de Gobierno. Cosas más raras se han visto.

4. Algunos han conocido recientemente la existencia de los canis porque se ha hecho de ellos una nueva tribu urbana culpable de todos los desmanes e incluso parece que única responsable del botellón o botellona, como gusta decirse en Sevilla. Estos chavales, llamados en otros lados angangos, parece que sólo se distinguen por un tipo de indumentaria algo estrafalaria. Así que los árbitros del buen gusto y las buenas costumbres tienen ya una manera de distinguir a los malos. Avanzamos.

5. El liberalismo de Cádiz está por los suelos. Le han dado el título de liberal del año al Javi Navarro de la política española, Eduardo Zaplana. No se sabe si el año que viene lo recibirá el Pablo Alfaro del PP, Ángel Acebes. Como dijo Luis Rodríguez Aizpeolea, con semejante alineación el PP no va a conseguir convencer más que a los ultras. Y al Club Liberal de Cádiz, claro.

6. El trabajo que cuesta dimitir. Siempre con la excusa de que la gente pide que uno siga, del servicio al pueblo y esas zarandajas. A trompicones parece que Antonio Ortega va a dejar su escaño. Aún así, le honra. Hay algunos que no lo dejan ni con agua caliente. Y no pienso sólo en Antonio Romero.