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Columna
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Y la nave va

A pesar de la oposición, del PP provincial, o sea, Ayuntamiento y Diputación de Alicante, y Generalitat Valenciana, y mirando desde el extremo derecha de la parte zaplanista, al extremo sublimatorio de la parte campista, en una piña encastrada por la xenofobia, salió el barco de la Trasmediterránea rumbo a Orán, inaugurando otra línea entre ambas ciudades hermanadas, por los papeles del protocolo, de la historia y del comercio. Esa oposición se fue al garete, porque se evacuó, en palabras de Mariano Rajoy, desde las vísceras, y desde las vísceras se evacuan sólo frustraciones y heces nauseabundas, véase si no la producción del vídeo del tinglado Aznar. Y, qué casualidad, a los franquistas también se les escapó un barco cargado de gentes que huían de la represión, poco antes de terminar la guerra civil: el 28 de marzo de 1939, el carguero de matrícula británica Stanbrook salió hacia Orán, con 2.638 pasajeros -también el Marítima, aunque apenas con una treintena-, mientras en el puerto de Alicante quedaban miles de republicanos, que tres días más tarde se rendirían no a las tropas nacionales, sino a los mercenarios fascistas de la división italiana Littorio, que ocuparon la ciudad al mando del general Gaston Gambara. Aquellos miles de prisioneros fueron trasladados entre el 31 de marzo y el 1 de abril a algunos cines, las mujeres y los niños, en tanto a los hombres se les concentró en la plaza de toros, en el castillo de Santa Bárbara -en cuyo recinto ya cumplieron penas de arresto y trabajos forzados los gitanos, a mediados del siglo XVIII-, y en el llamado Campo de Almendros, título de un espléndido libro de Max Aub, y que se extendía en la margen derecha de la carretera a Valencia, aproximadamente desde La Goteta hasta las dependencias del actual colegio de los Jesuitas. El Campo de Almendros fue efímero, pero extremadamente cruel. Para rescatar del olvido estos y tantos acontecimientos, sin ánimo de revanchismo, pero sí de respeto a la verdad y a cuantos defendieron la legalidad republicana, la Comisión Cívica por la Recuperación de la Memoria Histórica, integrada por diversos profesionales, y un amplio arco de partidos políticos, centrales sindicales y asociaciones ciudadanas, plantearon sus iniciativas al Ayuntamiento de Alicante. El 14 de diciembre de 2004, los portavoces del PP, PSPV-PSOE y EU, presentaron al pleno municipal una moción, entre cuyos acuerdos se dice: "El pleno del Ayuntamiento constituye una comisión de carácter temporal, a la que se encomienda el estudio de las iniciativas de la Comisión Cívica para la Recuperación de la Memoria Histórica, en materia de monumentos, actividades de investigación y divulgación, denominación de vías y espacios públicos y cuantas otras sean oportunas a la finalidad pretendida". Por fin, el pasado 31 de marzo, todos los grupos municipales aprobaron tales acuerdos. Mientras, la Comisión Cívica no ha parado: Salvador Soria ya tiene dos bocetos para el monumento del puerto; Alberto Corazón ha diseñado el logo de los bonos, los plásticos valencianos y de todas las autonomías preparan una exposición de obra gráfica, y testigos y protagonistas expondrán, en los locales de la UGT, sus experiencias, en aquellas circunstancias. Y más. Cada cual en su sitio.

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