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El servicio de urgencias médicas 061 recibe en Barcelona 600.000 llamadas anuales

Ana Pantaleoni

Laura empieza su jornada laboral a las dos del mediodía. A los pocos minutos salta en su ambulancia un aviso del centro de control del 061: accidente entre moto y tranvía en el cruce Diagonal-Espronceda. La voz de la emisora le indica calle, cuadrante y página de la guía que hay en la ambulancia. No hay pérdida, pero es imprescindible volar. Servicio "picado grave": dos heridos muy graves y el conductor del tranvía con ataque de ansiedad. Unos minutos después Laura ya arrastra una camilla por el servicio de Urgencias del hospital Sant Pau. "Los dos motoristas chocaron con el frontal del tranvía", explica Laura, que aguanta el oxígeno mientras expone su diagnóstico al equipo del hospital. La camilla pasa por delante de los pacientes que esperan. Nadie protesta. "¿El tranvía?", pregunta incrédula una médica. Javi, su compañero, asegura que cuando han llegado uno de los motoristas no llevaba casco. "Ha perdido el conocimiento, presentaba traumatismo, heridas en la cara...", detalla Laura.

El accidente del tranvía cierra una mañana de trabajo del 061, el teléfono de urgencias que más han interiorizado los barceloneses. Como servicio de emergencias nació en Barcelona en el año 1991 con vistas a los Juegos Olímpicos. Desde el pasado 1 de enero funciona como una única empresa en toda Cataluña, con más de 400 empleados. "Ahora tenemos una estructura y una estrategia común. Es muy importante para poder trabajar hacia la equidad y lograr en el futuro una respuesta similar ya sea en Tremp o en Barcelona", afirma Xavier Jiménez, subdirector del 061. Sólo en Barcelona este teléfono recibe 600.000 llamadas anuales, más del 50% de las cuales se solucionan con la consulta telefónica.

La mañana empieza en el centro de control de la Villa Olímpica. Un grupo de operadores atienden el teléfono y el sistema informático se encarga de clasificar los casos según la gravedad. La persona que descuelga toma los datos básicos y la localización, ayudada por un algoritmo que le guía en las preguntas y también en las respuestas. Los casos que requieren movilización pasan a la mesa de coordinación, que, en tiempo real, sabe con qué unidades cuenta. Los lunes es el día de más actividad.

La ambulancia recibe la alerta y arranca a gran velocidad, con la sirena a todo volumen. Ricard, el técnico, conduce con los pulgares pegados a la bocina, frenando en cada semáforo en rojo para comprobar en medio segundo que puede seguir adelante. El tiempo medio de llegada de una ambulancia del 061 en una emergencia en la ciudad de Barcelona es de entre siete y ocho minutos. Ricard lleva cuatro años como técnico de transporte sanitario para el 061. Es algo más que un conductor. "En la calle somos un equipo sanitario con dos, cuatro o seis manos. En una guardia normal de siete horas hacemos unas seis salidas", dice.

El coche sigue corriendo. El aviso dice que hay una mujer inconsciente en un piso de la calle de Joaquim Valls. La ambulancia se detiene a unos metros. Salen con sus maletines el médico, el técnico y la enfermera. Suben las escaleras a toda prisa. El marido les espera angustiado. "Por favor, rápido, he llegado de trabajar y la he encontrado inconsciente". Ella está sentada en el sofá. Es diabética y ha sufrido una bajada de azúcar. El enfermero le pone una inyección. Otro miembro del equipo enseña al marido cómo usar la máquina de control de azúcar. La mujer se recupera poco a poco. "No somos héroes", dice Món, enfermero. "Somos profesionales de la emergencia. Aplicamos el abecé de la emergencia siguiendo una serie protocolos médicos. Es un trabajo vocacional".

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Sobre la firma

Ana Pantaleoni
Redactora jefa de EL PAÍS en Barcelona y responsable de la edición en catalán del diario. Ha escrito sobre salud, gastronomía, moda y tecnología y trabajó durante una década en el suplemento tecnológico Ciberpaís. Licenciada en Humanidades, máster de EL PAÍS, PDD en la escuela de negocios Iese y profesora de periodismo en la Pompeu Fabra.

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