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Entrevista:CAPITÁN DE NAVÍO ANTONIO HERNÁNDEZ | Jefe del contingente español en Indonesia

"Es duro tener que irte cuando la gente te pide por favor que no te vayas"

Miguel González

El buque de asalto anfibio Galicia zarpó a mediodía de ayer del puerto indonesio de Lhoksemawe, poniendo fin así a 42 días en la isla de Sumatra, donde ha desarrollado la operación Respuesta Solidaria de auxilio a las víctimas del maremoto del pasado 26 de diciembre.

El barco llegará mañana al puerto de Kelang, próximo a Kuala Lumpur (Malaisia), desde donde regresarán en un avión comercial más de 200 miembros del Ejército de Tierra, a quienes se espera el próximo martes en la base aérea de Salamanca. Los restantes 300 militares volverán a bordo del buque, cuya llegada a Valencia está prevista para el 27 o 28 de abril, después de más de un mes de travesía.

El capitán de navío Antonio Hernández Palacios, de 52 años, natural de Guadalcanal (Sevilla), es el comandante del Galicia y jefe del contingente español, que exhibe como balance el reparto de 515.000 litros de agua y 160 toneladas de ayuda humanitaria, la atención sanitaria a 2.800 personas o la retirada de 12.000 metros cúbicos de escombros. La otra cara de la moneda es la inesperada muerte el pasado día 15 del sargento primero Justo Picallo, cuando buceaba realizando tareas rutinarias de limpieza en el casco del buque.

"Hemos cumplido una misión humanitaria con los medios con que haríamos la guerra"
"Algunos importantes envíos de ayuda han llegado muy mermados o se han perdido"

Pregunta. ¿Ha valido la pena acudir desde tan lejos para estar tan poco tiempo?

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Respuesta. Aunque parezca un tópico, nos sentimos muy satisfechos. Estoy convencido de que nuestra tarea ha sido útil. La mejor prueba es la emotiva despedida que nos han brindado. Y no sólo a nivel institucional, sino en los colegios y en los campos de damnificados donde hamos trabajado.

P. El hecho de que regresen ¿significa que su presencia en Sumatra ya no es útil?

R. Como jefe del contingente, creo que podíamos haber sido útiles algún tiempo más. Así piensan, sobre todo, los que han estado trabajando sobre el terreno, involucrados directamente en la ayuda humanitaria.

Nuestra marcha nos produce una sensación agridulce. A todo el mundo le apetece volver a casa, pero es duro tener que irte sabiendo que hay gente que te pide por favor que no te vayas y se pregunta qué va a ser de ellos ahora. En estas semanas se han establecido relaciones afectivas, especialmente con los niños, y el lunes, cuando nos despedíamos, muchos nos pedían: "No nos dejéis solos".

P. Sin embargo, el Gobierno indonesio decidió hace ya tiempo que al cumplirse tres meses del tsunami todos los militares extranjeros debían haber salido del país, dando por sentado que el trabajo estaría acabado para esa fecha.

R. El trabajo que queda por hacer es ingente, porque el desastre ha sido tremendo. El contingente podría haber prolongado su misión, ya que dispone de medios suficientes, pero es verdad que tiene que llegar un momento en que los propios indonesios tomen el testigo e inicien no ya la ayuda de emergencia sino la reconstrucción.

P. ¿Quedan militares de otros países en Sumatra?

R. Quedan paquistaníes, que ya se están replegando, y también mejicanos, que estuvieron presentes en nuestra despedida, pero a partir del 26 no va a quedar ningún contingente extranjero. Así lo han decidido las autoridades.

P. ¿Cuánto tiempo hará falta para que se recupere la normalidad?

R. Es muy difícil contestar. Jamás había visto una desolación tan enorme. Se habla de 225.000 muertos en la isla, pero en realidad es imposible cuantificar las víctimas y no creo que se llegue a conocer la cifra real. La ola arrasó todo a su paso en tres kilómetros tierra adentro, convirtiendo barrios enteros en un vertedero. Algunas zonas tardarán años en reconstruirse y otras no creo que lo hagan nunca.

P. ¿Cómo han encajado la muerte del sargento Picallo?

R. Cuando sales a una misión, la peor pesadilla es que te suceda algo así. Era un hombre muy conocido y resulta duro ver su silla vacía en la cámara de suboficiales. Es como si hubiera muerto alguien de tu familia, te queda una sensación de tristeza e impotencia. Pero nuestra profesión es arriesgada y debemos asumir que estas cosas pueden pasar por muy obsesivos que seamos con las medidas de seguridad.

P. ¿Es propia de las Fuerzas Armadas una misión en la que ni siquiera llevan armas?

R. Cualquier misión que tenga como objetivo fomentar el entendimiento entre los países y eliminar focos de inestabilidad es legítima y apropiada para los ejércitos. ¿Por qué no? Lo que puedo decirle es que hemos cumplido una misión humanitaria con los mismos medios y el mismo adiestramiento con que haríamos la guerra.

P. ¿Han tenido problemas de seguridad por la presencia de una guerrilla separatista en el norte de Sumatra?

R. Problemas de seguridad no. En algunas zonas hemos detectado intranquilidad de la población, Pero no nos hemos sentido amenazados. Paradójicamente, una de las garantías de nuestra seguridad era ir desarmados. La gente percibía que actuábamos de corazón, tratando de que la ayuda llegase al cliente final, por así decirlo, evitando intermediarios que pudieran desviarla.

P. ¿ Se han producido desvíos de la ayuda?

R. Es verdad que ha habido envíos importantes de ayuda humanitaria de algunos países que han llegado muy mermados o se han perdido. Ésa era una nuestras mayores preocupaciones. El agua, por ejemplo, la entregábamos directamente a las familias afectadas.

P. ¿Llegaron demasiado tarde los españoles?

R. Al principio, pudo dar esa impresión. Llegamos un mes y pico después de la catástrofe. Son 6.100 millas y hay que navegarlas para saber lo que es eso. Pero los propios indonesios nos dijeron que veníamos en el momento oportuno, porque se estaban retirando los que llegaron en los primeros momentos. Nosotros sustituimos prácticamente a los australianos.

P. ¿Qué es lo que más le ha impresionado?

R. La entereza de la gente más humilde, la dignidad con que sobrellevan el desastre. Una entereza y una dignidad enormes que nos obligaban a esforzarnos para ser especialmente respetuosos con ellos.

Soldados españoles recogen material antes de abandonar Sumatra.
Soldados españoles recogen material antes de abandonar Sumatra.REUTERS
Antonio Hernández Palacios.
Antonio Hernández Palacios.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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