Zapatero anima a los países árabes a desarrollar la democracia sin imposiciones
El presidente del Gobierno reconoce la deuda de España con la cultura islámica
El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, alabó ayer "los alentadores avances de la libertad de prensa y las reformas políticas en curso en numerosos países árabes", y animó a éstos a desarrollarlas como una necesidad interna, pues, dijo, "no hay lugar en este terreno para las imposiciones". Dentro de ese marco, que contrasta con la campaña coactiva de extensión de la democracia impulsada por EE UU, Zapatero situó su iniciativa de Diálogo de Civilizaciones, que ayer explicó a los 22 países de la Liga Árabe reunidos en Argel.
Zapatero colocó, además, esta oferta de "comprensión mutua, entendimiento y diálogo" en el debe de una herencia histórica muy concreta de España, cuando, tras citar en su apoyo a Giner de los Ríos, dijo: "Con humildad, quizá podamos en los tiempos que corren retornar algo de lo mucho que nuestro país ha recibido de otros a lo largo de los siglos, y, en particular, del mundo árabe".
No es la primera vez que un dirigente español se expresa en este sentido, pero la intervención del presidente tenía mucho de inédita por el foro en que se produjo -la cumbre que marca el 60º aniversario de la fundación del organismo panárabe- y por el contexto de inmigración ilegal y terrorismo que complica las relaciones entre las márgenes del Mediterráneo.
Siguieron su intervención los líderes de Argelia, Marruecos, Egipto, Siria, Irak, Libia, Túnez, Qatar, Mauritania, Somalia, Sudán y Yibuti, así como el presidente de la Autoridad Nacional Palestina, Mahmud Abbas. Estaban también en la sala el secretario general de la ONU, Kofi Annan; el alto representante de la UE, Javier Solana; la comisaria de Relaciones Exteriores, Benita Ferrero-Waldner; el ministro francés de Exteriores, Michel Barnier, y el vicepresidente del Gobierno italiano, Marco Follini.
Tanto el rey marroquí, Mohamed VI, como el líder libio, Muammar el Gaddafi, y el presidente sirio, Bachar el Asad, esperaron a que concluyera Zapatero para ausentarse de una sesión que acumuló retrasos desde su inicio, y por la prodigalidad de los discursos. El del presidente fue aplaudido moderadamente al final, como el resto, e interrumpido sólo una vez por un pequeño grupo de delegadas que aplaudieron sus manifestaciones de respaldo a la igualdad entre los géneros.
Pero el eje de la exposición del presidente fue el terrorismo, que "ha sido utilizado en apoyo a diferentes ideologías o confesiones religiosas", dijo. "La visión reduccionista que sitúa el terrorismo de manera preponderante en una visión radical y fanática de una religión como el islam, que es elemento de identidad de muchos países y pueblos, es un grave error que pone injustamente bajo sospecha de complicidad a sociedades o colectividades enteras", añadió el presidente.
Derecho a la resistencia
"Es nuestro deber plantar cara a los detractores del islam", había proclamado poco antes el líder argelino, Abdelaziz Buteflika, que abrió un campo de divergencia con su huésped español cuando afirmó que el terrorismo está siendo utilizado, "por una asimilación abusiva,
para descalificar el derecho a la resistencia a la ocupación y a la opresión".
Buteflika dejó, además, claro lo que espera de la alianza propuesta por Zapatero: que los árabes luchen en sus países contra las condiciones sociales, económicas y culturales "que pueden alimentar esa plaga"; pero también que Occidente combata "más firmemente la propaganda y las publicaciones que fomentan una imagen negativa y deformada de los árabes".
El presidente español insistió, por su parte, en la consecución de "un sistema multilateral eficaz basado en el respeto del Estado de derecho, la promoción de los valores democráticos y el fortalecimiento de nuestras instituciones comunes", como instrumento primordial en la lucha contra "ese muro perverso, más sutil y grueso que el muro de Berlín, porque constituye una enfermedad del espíritu", que sería el choque de civilizaciones.
También Javier Solana destacó el apoyo que merecen "las reformas queridas por el mundo árabe", situándolas en el marco del diálogo euromediterráneo que desarrolla la UE.
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