La crisis en la política regional hace tambalearse al canciller Schröder
El PSD se enfrenta a la posible pérdida de Renania del Norte-Westfalia
La crisis política que vive estos días el Estado federado de Schleswig-Holstein hace tambalearse al Gobierno de coalición rojiverde del canciller Gerhard Schröder. Tras la debacle socialdemócrata acaecida el jueves en Kiel, todo apunta ahora a que el Gobierno del Estado más nórdico de Alemania será conformado por una "gran coalición" de socialdemócratas y democristianos (CDU), encabezada por este último. Esto deja a Schröder sin apoyos cuando ya es casi seguro que en mayo perderá el último bastión socialdemócrata en las elecciones de Renania del Norte-Westfalia. Schröder aspira a la reelección en 2006.
Por si fuera poco, las relaciones dentro de la coalición empiezan a acusar cierto cansancio. El presidente del partido socialdemócrata (SPD), Franz Müntefering, criticaba ayer a Los Verdes en una entrevista de radio por ser poco dinámicos en la negociación. En la coalición, dijo, hay que tomar las decisiones más rápido y no perderse "en un eterno palabrerío".
Cuando el SPD de Schleswig-Holstein ya había negociado una coalición con Los Verdes y la tolerancia de la minoría danesa, que posibilitaba una mayoría con un solo escaño de diferencia con respecto a CDU y liberales, la elección del presidente regional se volvió dramática. Un diputado traidor del SPD le negó su voto a la presidenta, Heide Simonis, para ser reelegida. Hasta cuatro veces quiso Simonis someterse a una votación en el Parlamento regional que acabó en lamentable humillación. Simonis recibió presiones desde la cúpula del partido para aguantar el tirón una y otra vez, mientras en Berlín, Schröder y su vicecanciller, Joschka Fischer, negociaban con los presidentes de la oposición Edmund Stoiber (CSU) y Angela Merkel (CDU) las medidas para luchar contra el desempleo en Alemania, que ya alcanza el récord histórico de 12,6%. Schröder necesitaba salir de la "cumbre del empleo" reforzado por la continuidad de la coalición rojiverde en Kiel.
Pero fueron Merkel y Stoiber quienes salieron triunfantes de la cancillería, y no precisamente por su éxito en la negociación con el Gobierno. La escenificación de un Ejecutivo pujante y dispuesto a negociar quedó eclipsada por el desastre rojiverde en el Parlamento de Kiel, que acapara desde entonces el debate político. Nadie se acuerda ya de las medidas para impulsar la economía y crear empleo que presentó Schröder ante el Parlamento federal el pasado jueves.
La pérdida de Schleswig-Holstein, donde la coalición rojiverde es irrecuperable tras la renuncia de Simonis y la retirada del apoyo de la minoría danesa, presagia el inicio de la caída del Gobierno de Schröder, cuyos últimos pilares eran Schleswig-Holstein y Renania del Norte-Westfalia. Esto deja a Schröder casi sin apoyos en el Bundesrat (Cámara de representación territorial), que puede bloquear leyes aprobadas en el Bundestag (Parlamento federal).
El bastión renano, donde el SPD gobierna desde hace 39 años, está a punto de caer en manos de la democracia cristiana en las elecciones del 22 de mayo si las encuestas aciertan. El presidente del FDP, Guido Westerwelle, ya ha pedido que se anticipen las elecciones generales si eso ocurre. El Estado más poblado y más industrializado de Alemania, con un índice de desempleo del 12,3%, es el último Estado donde gobierna la fórmula rojiverde.
Schröder se queda solo mientras la democracia cristiana se ha recuperado de una crisis marcada por las luchas internas. La CDU ve ahora nuevas posibilidades, en parte gracias al filón que ha encontrado en la campaña de acoso y derribo a Joschka Fischer, vital para la supervivencia del Gobierno de Schröder en Berlín, por sus errores en la política de concesión de visados.
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