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Reportaje:

Cuando el tabaco atraviesa la placenta

Fumar durante el embarazo produce alteraciones genéticas en el feto que aumentan el riesgo de leucemia infantil

Milagros Pérez Oliva

Un equipo de científicos de la Unidad de Biología y Genética Humana de la Universidad Autónoma de Barcelona acaba de dar una nueva y contundente razón a las mujeres para no fumar, y especialmente, para no hacerlo durante el embarazo: los efectos tóxicos del tabaco producen en el feto alteraciones genéticas que incrementan su riesgo de sufrir leucemia infantil. También incrementan el riesgo de otros tipos de cáncer en la edad adulta. El estudio tiene especial relevancia si se tiene en cuenta que, según otra investigación del Instituto Carlos III sobre 31.056 madres españolas que gestaron entre 1995 y 2002, nada menos que el 30,31% de ellas continuaron fumando durante el embarazo.

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Los detalles del estudio se conocieron la semana pasada (véase EL PAÍS del 9 de marzo) en la revista Journal of American Medical Association (JAMA). El estudio, dirigido por Josep Egozcue y Carme Fuster, muestra por primera vez que los elementos cancerígenos del tabaco no sólo afectan a la madre, sino que atraviesan la placenta y dañan directamente el material genético del feto, incrementando su riesgo de sufrir leucemia mieloide y leucemia linfocítica.

Hasta ahora se sabía que el consumo de tabaco durante el embarazo incrementa el riesgo de nacimiento prematuro y con bajo peso, de sufrir placenta previa, además de alteraciones de la inmunología fetal, embarazos ectópicos y diferentes problemas en el desarrollo del niño. Pero no se había demostrado que el efecto cancerígeno del tabaco llegara hasta el feto.

Ahora se ve que sí y que la alteración no es menor: "Un 36% de los fetos de madres fumadoras presenta anomalías cromosómicas con lesiones complejas, por rotura o traslocación, frente a sólo un 4% en los de madres no fumadoras. Pero, además, observamos una anomalía en el cromosoma 11 (banda 11q23) que sólo se dio en los fetos de madres fumadoras, concretamente en el 24% de ellos", explica Josep Egozcue. "Esta región del cromosoma 11 aparece afectada en la mitad de los niños menores de un año que sufren leucemia, en el 18% de los mayores de un año y en hasta un 7% de los adultos.

Muchas mujeres saben que fumar es malo y que fumar durante el embarazo es además malo para su hijo. Pero el estudio del Instituto de Salud Carlos III, dirigido por María Luisa Martínez-Frías, profesora de Farmacología de la Universidad Complutense de Madrid, demuestra que las campañas informativas y educativas para que las mujeres dejen de fumar, al menos durante el embarazo, "no están siendo efectivas, especialmente en los segmentos de menor nivel sociosanitairo, por lo que deberían modificarse".

El estudio, publicado en la revista Medicina Clínica el pasado 29 de enero, demuestra que el número de mujeres que fuman durante el embarazo se mantiene estable en los últimos años, que el problema afecta de forma similar a todo el territorio español y que las mujeres menores de 25 años son las que más fuman. "Sólo las madres de mayor nivel de escolaridad muestran un descenso del hábito de fumar durante el ambarazo", dice. A partir de 1993, el porcentaje en este grupo social se sitúa en el 23%, frente al 30,31% de media.

María Luisa Martínez-Frías advierte de que "el efecto del tabaco durante la gestación es más importante de lo que inicialmente se creía". Además de los daños mencionados, otro estudio publicado en la American Medical Journal of Psychiatry en 2003 (Buka, Shenassa y Niaura) advierte de que los niños prenatalmente expuestos a altas dosis de tabaco (más de 20 cigarrillos por día) tienen un alto riesgo de desarrollar de adultos una dependencia de la nicotina.

El equipo de Egozcue, que se completa con Rosa Ana de la Chica, Jesús Giraldo e Isabel Ribas, añade ahora una nueva evidencia de daño genético. Para realizar el estudio se ha entrevistado a más de 800 mujeres sometidas a pruebas de diagnóstico prenatal con el fin de seleccionar dos grupos, uno de madres fumadoras, para el que se requería haber fumado durante al menos 10 años y consumir más de 10 cigarrillos al día, y otro de no fumadoras, para el que se exigía no estar expuesta al humo del tabaco ambiental, ni en casa ni en el trabajo, y no consumir alcohol, café o té.

Carme Fuster asegura que no quieren culpabilizar a las mujeres, pero sí advertir de que fumar durante el embarazo es peligroso, como también lo hace la editorial de la revista JAMA."Obviamente, la relación demostrada no implica que todos los fetos alterados genéticamente a causa del tabaco vayan a desarrollar leucemia infantil. Hay otros factores que pueden intervenir", dice. "Del mismo modo", apostilla Jesús Giraldo, "tampoco se puede decir que en los hijos de madres fumadoras que desarrollan leucemia, la enfermedad esté causada por el hábito de la madre. Pero sí es cierto que el fumar durante el embarazo aumenta el riesgo. En todo caso, a una madre fumadora cuyo hijo sufre leucemia le diría: 'No se culpabilice, pero, por favor, si se queda de nuevo embarazada, no fume".

¿Pero es suficiente con dejar de fumar cuando la mujer conoce que está embarazada? El equipo de Egozcue cree que no. Porque, presumiblemente, el mayor daño genético se produce al principio, cuando el feto es más vulnerable. Se sabe, además, que los elementos tóxicos del tabaco permanecen en la sangre durante semanas. "Lo mejor es no empezar a fumar nunca", concluye Fuster.

De izquierda a derecha, Isabel Ribas, Jesús Giraldo, Rosa Ana de la Chica, Carme Fuster y Josep Egozcue.
De izquierda a derecha, Isabel Ribas, Jesús Giraldo, Rosa Ana de la Chica, Carme Fuster y Josep Egozcue.

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