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Reportaje:

¿Qué pasa en Orihuela?

La capital de la Vega Baja sigue acumulando votos del PP pese a las corruptelas políticas

"¿Qué pasa en Orihuela?, ¿por qué su Ayuntamiento acumula tantas denuncias de corruptelas políticas?, ¿a qué se debe que el PP siga arrasando en las elecciones pese a los reiterados casos de corrupción". Tres personas con peso específico en la ciudad, el médico odontólogo Manuel Gallud, el abogado Aníbal Bueno y el empresario Alfonso Alfonso, responden a estas y otras cuestiones.

Los tres resaltan la ausencia de funcionarios de carrera al frente de las dos áreas claves para fiscalizar las cuentas del Ayuntamiento (Intervención y Tesorería) y reclaman una investigación judicial a fondo, encabezada por el fiscal Anticorrupción. "Es la consecuencia (el caso del interventor) del tú me tapas y yo te tapo y de la falta de rigor en la fiscalización de las cuentas públicas", asegura Manuel Gallud. Y ello con el tácito consentimiento de la población, que por mor del atavismo religioso se siente cómoda con la derecha, "y hasta incluso presta al perdón, en el caso de caídas".

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Este grueso trazo de la sociología oriolana (su carácter conservador derivado de la impronta aún visible de la Iglesia) es el perfecto caldo de cultivo, según el odontólogo, para que en Orihuela, en pleno siglo XXI, el caciquismo campe a sus anchas. "El primer cacique fue y sigue siendo, Luis Fernando Cartagena, y a su alrededor el coro de poderes fácticos, entre ellos los promotores, Pedrera, Alcocer y el industrial Fenoll". Gallud resalta que la heterodoxia contable la constata el hecho de que durante 20 años en un Ayuntamiento que maneja unos 50 millones de euros de presupuesto, los puestos de interventor y tesorero están ocupados por personal de la casa, y no por funcionarios independientes de carrera. "Esto ha permitido al equipo de gobierno hacer y deshacer a su antojo". "La consecuencia de esta política de favores ha sido el endeudamiento y el retroceso socio-económico de la ciudad". El odontólogo destaca que, por ejemplo, mientras el alcalde decide por su cuenta y riesgo pagar el aparcamiento privado a los magistrados y fiscales del partido judicial, "los servicios públicos, Sanidad, Educación y transporte, son de cuarta categoría".

El abogado Aníbal Bueno remarca la gravedad de los supuestos casos de corrupción en Orihuela de la siguiente forma: "Si todos los casos que se están denunciando a través de los medios son ciertos, el índice de criminalidad dentro del Ayuntamiento es superior al de cualquier barrio o calle de la Comunidad Valenciana". Para Bueno, la nueva oleada de presuntas corruptelas en la Corporación a raíz de la destitución del ex interventor ha causado una desagradable sorpresa entre la élite ilustrada oriolana, "entre los informados", precisa. El jurista sostiene que el epicentro de la situación fue y es el urbanismo (en los ochenta y noventa con el masivo proceso de urbanización de la costa; y ahora, con el proyecto para revisar el planeamiento urbano vigente). Bueno subraya que las supuestas corruptelas ya han dejado su huella externa: "Observamos a gente, y no sólo entre gobernantes del PP, que no era nadie y sin preparación, y ahora cambia a menudo de coche y cuenta con un rico patrimonio". El abogado no comparte la tesis de odontólogo acerca de la resignación, por convencimiento religioso, de la población ante las sombras que generan las cuentas de la Administración local. "En el centro, ya en las últimas elecciones ganaron los partidos de la oposición, pero el PP mantiene la hegemonía absoluta en las pedanías", dice. En Orihuela hay 23 pedanías que acumulan casi tanta población como el casco urbano. En esos núcleos perdura la actitud caciquil del "servilismo" ante los cargos públicos. "Es urgente, para la dignidad de la población, esclarecer los hechos, y, por ende, que resplandezca la honorabilidad de los políticos y funcionarios o, en caso contrario, se determinen las responsabilidades penales u otras que se puedan derivar", concluye.

"Es una vergüenza y una injusticia para Orihuela", dice el empresario Alfonso Alfonso. "La sensación es que el personal de la casa ve cómo el dinero va y viene sin control, y algunos al final hasta se quedan con él, y el alcalde sin enterarse", comenta. El empresario destaca la falta de independencia de cargos como el de interventor. "Durante 26 años Espinosa (el ex interventor) les ha hecho los servicios que le han pedido, pero ahora se ha rebotado y ha destapado casos que estaban en boca de todos", asegura. "Entre el río, la falta de agua y la gestión municipal, Orihuela acabará siendo un desierto de cactus, por culpa de su clase dirigente". Alfonso no tiene dudas acerca del quién es el guía de la política conservadora en Orihuela. "El ex alcalde Cartagena, que todavía recibe palmadas en la espalda cuando se pasea por las calles", dice.

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Cartagena aseguró ayer: "Hace diez años que no tengo nada que ver con la política en Orihuela; si se me critica es para ningunear a Medina, con quien, por cierto, no hablo desde hace unos seis meses".

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