_
_
_
_
_
CITA EN MADRID

Expertos en una urna de cristal

Todos y cada uno de los participantes en la sesión inaugural de la Cumbre Internacional sobre Democracia, Terrorismo y Seguridad hicieron hincapié en la necesidad de promover la democracia y la participación de la sociedad civil en la lucha contra el terrorismo. Pero quienes así hablaban estaban protegidos del mundanal ruido por un cordón policial que incluso negaba a los periodistas los pasillos, tradicionales puntos de confraternización entre quienes toman las decisiones encerrados en sus salas de trabajo y los que las transmiten. "Si el terrorismo ataca a la sociedad civil, la prensa debería tener acceso a lo que se debate aquí", dijo Martín Varsavsky, coorganizador del evento, en un momento en que voluntariamente abandonó la urna de cristal en la que debatía, junto con otros expertos, sobre "el uso de las altas tecnologías por los terroristas".

Varsavsky, de 44 años, que se declara comprometido en la lucha contra el terrorismo porque como argentino sufrió en su familia "el terrorismo de Estado de la dictadura" (1976-1983),

señala que "se entiende que la prensa no participe en la discusión de temas sensibles, pero es una equivocación que no tenga acceso a los expertos ni a la libertad de los pasillos".

Apertura china

En noviembre de 2002, durante el XVI Congreso del Partido Comunista Chino, la apertura del régimen se midió en que, por primera vez, muchos de los asistentes al cónclave pudieron ser abordados en los pasillos por los periodistas internacionales acreditados.

Fundador de Jazztel y residente en España desde hace 10 años, Varsavsky se declara convencido de que, "al igual que América Latina se deshizo del fantasma del terrorismo, incluido el de Estado", el fenómeno de la radicalización islamista que actualmente fustiga a Occidente, "pasarán en unos 20 años", pero insiste en que para ello se necesita la participación de la sociedad.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

El evento está protegido por 7.015 policías, que inundan las inmediaciones del Palacio Municipal de Congresos. Se les ve por todas partes, desde revisando las alcantarillas hasta apostados en los tejados. Los coches aparcados en las calles adyacentes se los llevó la grúa. Andrew Hazell, encargado de las relaciones con la prensa, asegura que ha defendido a capa y espada que la prensa tuviese acceso a las discusiones o al menos a los pasillos, pero que se chocó con el "muro infranqueable de la seguridad del Estado".

Los organizadores de la cumbre señalaron también que la policía tuvo la última palabra sobre las acreditaciones de prensa de última hora, que se denegaron a "determinados países, incluidos algunos del Este de Europa".

Ayer aún no había llegado ningún jefe de Estado a Madrid, pero en el aeropuerto de Barajas ya se producían retrasos, que los comandantes de vuelo atribuían al "control del espacio aéreo de Madrid".

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_