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El Pirineo dispondrá de un tren turístico en Ripoll y otro en el Berguedà

Los proyectos fomentarán las economías de la zona relacionando naturaleza y cultura

El año del tren. No sólo los diversos presupuestos públicos favorecen de modo claro al ferrocarril por encima de la carretera, también los poderes locales están descubriendo el poder de atracción de los trenes, en este caso, los turísticos. El Pirineo tiene dos proyectos: uno que, aprovechando la vía ya existente, irá de Ripoll a La Tour de Carol y otro, más modesto y estrecho, en el Berguedà, entre La Pobla de Lillet y Castellar de n'Hug.

El tren pirenaico, bautizado como tren verde, está siendo impulsado por un consorcio en el que hay diversas entidades culturales pirenaicas españolas y andorranas, el Consejo Comarcal del Ripollès y el Ayuntamiento de Ripoll. El del Berguedà, que pende también de un consorcio, tiene como principal impulsor y financiero al Gobierno catalán, que ha decidido encargar su gestión y explotación a Ferrocarrils de la Generalitat.

El tren verde tiene como punto de arranque Ripoll, pero pretende convertirse en centro de atracción de turismo hacia toda la zona situada entre la capital del Ripollès y la frontera francesa, donde enlazará con un tren de similares características denominado tren amarillo.

El recorrido pretende resaltar tres aspectos: los culturales de la zona, los naturales y también los ingenieriles relacionados con el propio ferrocarril. En este sentido, los pasajeros tendrán información sobre la obra por la que discurre la vía y que incluye la cota más alta de toda la Península Ibérica (1.494 metros, en el interior del túnel de Toses), además del túnel del Cargol, de tipo helicoidal, que describe un túnel subterráneo de 360 grados para ganar altura. Además, en esta zona se da el mayor desnivel ferroviario de España, de 41 milésimas (25 ya se considera mucho).

Los trenes que se utilizarán serán de finales del siglo XIX y principios del XX. Inicialmente la locomotora será eléctrica, fabricada en 1927 por la antecesora de la actual empresa CAF en Beasain (Guipúzcoa). Los coches, de madera. El consorcio que ha elaborado el proyecto estima que en el conjunto de Europa hay ahora un centenar de trenes de este tipo funcionando, mientras que en España apenas hay viajes conmemorativos que, sin embargo, gozan de amplio interés ciudadano.

El tren verde buscaría acuerdos que permitieran a los usuarios intercambiar con el tren amarillo en Francia, pero también con otros trenes de montaña en España, como el cremallera de Núria.

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La estación se prevé en Ripoll, frente a la actual de Renfe, aprovechando un edificio ya existente y construido en los años veinte del pasado siglo, con una superficie de unos 750 metros cuadrados. Se ha proyectado instalar en él un centro museístico y un hotel para los usuarios del tren.

Además, los usuarios recibirían información sobre el pasado histórico de la zona: la minería de carbón, la del hierro (Vall de Ribes), las fundiciones de Ripoll y Campdevànol, la industria textil en las cuencas del Ter y el Freser, los saltos de agua para producir energía eléctrica, la fabricación del cemento en Sant Joan de les Abadesses. También se les ofrecerían las posibles rutas del románico y el gótico, los museos locales, las rutas a pie y en bicicleta, información sobre actividades deportivas y trayectos en todo terreno.

El segundo proyecto es mucho más modesto. Se trata de recuperar el trazado de un antiguo tren industrial que iba desde Castellar de n'Hug hasta La Pobla de Lillet. En total 3.240 metros. Se trata de un tren más estrecho incluso que los de vía estrecha: con un ancho de vía de 60 centímetros.

Los puntos de atracción son las fuentes del Llobregat, que ya atraen entre 300.000 y 400.000 turistas anualmente: el chalet Güell, construido por esta familia, propietaria en su día de la fábrica de cemento a la que este trazado daba servicio. Este chalet, en pésimo estado de conservación, es atribuido a Antoni Gaudí, aunque no hay documentos que atestigüen su autoría. Otras versiones lo atribuyen a discípulos suyos y sitúan la intervención de Gaudí al principio o al final, según los casos. La fábrica de cemento se incluye entre las visitas de los pasajeros de este tren, así como el museo del Transporte, situado en la zona conocida como El Clot del Moro. Incluye colecciones de vehículos europeos antiguos, con unos 200, de los que 60 ya han sido restaurados y se exhiben junto a la estación de La Pobla.

En La Pobla de Lillet están también los jardines Artigas. La leyenda más o menos fundada cuenta que cuando Gaudí acudió a la zona para elaborar el proyecto encargado por la familia Güell se hospedó en casa de la familia Artigas, a la que luego dibujó un jardín en agradecimiento por su hospitalidad. Este jardín está atravesado por el río Llobregat. Después de los años cincuenta cayó en desuso y estaba abandonado hasta que fue recuperado bajo la dirección de la cátedra Antoni Gaudí.

El Departamento de Política Territorial, que participa en el consorcio de este ferrocarril y aporta la mayor parte del presupuesto, ha encargado su gestión y explotación a Ferrocarrils de la Generalitat, que está trabajando en todos los permisos necesarios para que funcione el trenecillo turístico.

A estos dos proyectos se une el reciente traspaso del tren que va de Lleida a Balaguer y La Pobla de Segur, hasta el pasado diciembre en manos de Renfe y ahora perteneciente al Gobierno catalán, que ya ha anunciado su intención de recuperar el trazado, dando tratamiento de cercanías al tramo Lleida-Balaguer y de tren turístico al trazado entre Balaguer y La Pobla de Segur. Un trazado que se halla hoy por hoy en pésimo estado de conservación, tanto en lo referente a las vías como en lo relativo a las estaciones.

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