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Análisis:CRISIS POLÍTICA EN CATALUÑA
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La papeleta más difícil, para Mas

Francesc Valls

El escenario político catalán está dando a los actores la posibilidad de mostrar sus mejores dotes de interpretación. El principal protagonista, el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, está desempeñando con aparente tranquilidad su papel. Maragall ha demostrado en su respuesta institucional a la vía emprendida por CiU un metálico dominio de la escena y ha creado un método alternativo al pujolista: no ha anatemizado con el estigma de enemigo de la patria a quien se ha atrevido a querellarse contra un presidente de la Generalitat. Lo ha hecho desde la soledad del poder, ya que mientras el PSC cierra públicamente filas con él, sus dirigentes confiesan en privado estar "hartos de las meteduras de pata presidenciales". La cúpula socialista catalana no ha sido capaz de embridar al presidente de la Generalitat, que disfruta de la autonomía de su cargo dando paseos por el filo de la navaja política. El pleno parlamentario del Carmel, el 24 de febrero, ejemplificó tanto la incapacidad del partido para controlar la furia presidencial como el gusto de Maragall por pasear por el lado salvaje, cuando ante el pasmo y el sudor frío de la bancada del PSC lanzó la acusación del 3%.

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Aunque del desorden y de la tendencia a la anarquía de Maragall pudiera inferirse lo contrario, es Artur Mas quien tiene ante sí la papeleta más difícil. Por la derecha, se ha quedado sin la iniciativa que un Josep Piqué, en plenitud interpretativa y sin las hipotecas del poder, le arrebata sin piedad. CiU, además, ha cometido la herejía nacionalista de querellarse contra la primera institución de Cataluña. La federación tiene por ello tan mala conciencia que ha hecho firmar ese recurso más que incierto a su número tres, el pulcro Xavier Trias. Tras el guión que sigue CiU está la mano de los asesores de Mas, quien, al revés de Maragall, no da alas a la improvisación y se ciñe al texto previamente milimetrado, aunque su olfato perciba su baja calidad. Y eso crea disidencias en una formación acostumbrada a la profesionalidad de Jordi Pujol. En ese escenario poblado por la improvisación y la mala conciencia, emerge la figura de Piqué, quien ha sabido sacar réditos extraordinarios -veremos si duraderos- a sus magros 15 diputados con la moción de censura.

Los ecosocialistas de Joan Saura han logrado hacerse en el desarrollo de esa obra con una plaza privilegiada: la presidencia de la comisión de investigación sobre corrupción. La heteróclita Esquerra de Carod pugna por convertirse en delegada plenipotenciaria del nacionalismo catalán. Resulta curioso oír como CiU recibe su propia medicina cuando ERC la acusa de emplear métodos impropios de la cultura política catalana con la presentación de la querella. Tan curioso como ello, los Puigcercós y compañía defienden en Madrid al tripartito de las abiertas críticas lanzadas desde el PSOE. En reciente conversación con José Luis Rodríguez Zapatero y Alfredo Pérez Rubalcaba, el portavoz de ERC en el Congreso combatía así las puyas sobre la supuesta falta de atención a los vecinos del Carmel: "En la comisión del 11-M tuvo que venir Pilar Manjón a sacarnos los colores".

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