La lucha contra el terrorismo
Se avecina el primer aniversario de la masacre del 11 de marzo de 2004, que ha quedado anotado en la cuenta de Al Qaeda. Para ese momento ya es seguro que no tendremos conclusiones de la Comisión Parlamentaria de Investigación. Es decir, prosigue el desacuerdo insalvable del Grupo Popular con todas las demás fuerzas representadas en el Congreso. Pero en otro ámbito no-oficial, la fundación FRIDE, que preside Diego Hidalgo, anuncia una Cumbre Internacional donde más de 200 expertos en terrorismo de 52 países, que han sido convocados en Madrid del 8 al 11 de este mes, debatirán en torno a cuatro áreas temáticas: causas y factores subyacentes al terrorismo; cómo enfrentarse al terrorismo; respuestas democráticas ante el terrorismo y el papel de la sociedad civil.
O sea, que se prepara para estos días una reflexión inteligente a propósito de un fenómeno que debemos desentrañar para mejor combatir. Porque más allá de los lemas propagandísticos, como ese tan querido al aznarismo de que todos los terrorismos son iguales, se impone atender de modo sagaz a las causas y factores subyacentes, cualquiera que sea su índole: individual, política, económica o religiosa. En cuanto a cómo enfrentarse al terrorismo, diversos grupos de trabajo esclarecerán la función que debe atribuirse a las medidas policiales, a los servicios de inteligencia, a los organismos militares y a la detección de sus sistemas de financiación. La idea de partida de los convocantes de FRIDE es que sólo es válida una respuesta democrática y que bajo ese prisma deben examinarse las materias que afectan a la legislación de forma que se preserve la vigencia de los derechos humanos sin que se horade la legitimidad de nuestros sistemas políticos. Además, a la sociedad civil se le encomienda la promoción de la democracia, el aislamiento de los extremistas y la atención al modo de convivir con la violencia, que en alguna proporción, que siempre se trata de reducir, habita irremediablemente entre nosotros.
Todo está pensado para que en esta Cumbre las conclusiones de los trabajos de los distintos grupos terminen en forma de recomendaciones que, una vez debatidas por los líderes políticos, jefes y ex jefes de Estado y de Gobierno en la sesión del día 11, se incorporarán a la "Agenda de Madrid". Es decir, que se trata de ofrecer unas pautas de comportamiento utilizables por los Gobiernos a la hora de dar respuesta democrática al fenómeno del terrorismo. Habrá pues un aniversario de nuestro 11-M que servirá para la reflexión. Se evitará el desvanecimiento de la historia que tan bien describe Jean Baudrillard, en su libro La ilusión del fin. La huelga de los acontecimientos, cuando da cuenta de cómo la aceleración técnica, incidental, mediática, la aceleración de todos los intercambios económicos, políticos, sexuales, nos ha conducido a una velocidad de liberación tal que nos hemos salido de la esfera referencial de lo real y de la historia.
En esta cuestión del terrorismo a algunos les sucede que incluso en su silencio incurren en errores lingüísticos, según detectó con perspicacia S. J. Lec en sus Pensamientos despeinados. Por eso es necesario atender a las modificaciones ambientales, capaces de modificar por completo el sonido de una misma partitura. Por ejemplo, el 10 de octubre de 2001 cuando comparecía el jefe de Estado Mayor de la Defensa, almirante Moreno Barberá, se entendió por algunos que pedía participar en la lucha antiterrorista dentro del ámbito nacional. Cundieron enseguida agudas observaciones críticas entre los grupos parlamentarios y el ministro de Defensa, Federico Trillo, salió a precisar esa misma tarde que el Jemad sólo había querido referirse a la intervención de las FF AA ante ataques en el área internacional como los sufridos por Estados Unidos el 11-S e insistió en que el almirante Moreno Barberá en absoluto aludió a la situación interior de España, ni a los elementos terroristas que vienen actuando en nuestro país.
Ahora, sin embargo, acaba de anunciarse a toda plana (véase EL PAÍS del viernes 11 de febrero, pág 17) que "La Ley de la Defensa consagra la cooperación del Ejército en la lucha contra el terrorismo" y que "Las Fuerzas Armadas actuarán en apoyo a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado" sin que se haya suscitado comentario alguno ni se haya recordado la bronca de entonces. ¿Por qué?
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