Las monjas de los virreinatos, vistas en 20 retratos barrocos
La Academia de Bellas Artes viaja a la vida conventual americana
La exposición Monjas coronadas, de los fondos del Museo Nacional del Virreinato, de México, -abierta en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid- demuestra que la sociedad jerarquizada del siglo XVIII se traslada a los conventos. La historiadora Alma Montero investiga la vida conventual femenina a través del mundo barroco de los virreinatos americanos mediante diversos retratos de monjas.
"Es una exposición singular, de un tema poco conocido, pero de una riqueza y diversidad sorprendentes", declaró Víctor Nieto Alcaide, académico delegado del museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, de Madrid (Alcalá 13, hasta el 15 de mayo), al presentar Monjas coronadas. La muestra es una producción del Ministerio de Cultura, con la colaboración de Unión Latina y el patrocinio de Unión Fenosa, y forma parte del programa de México como país invitado en la pasada edición de Arco.
El director general de Cooperación y Comunicación Cultural, Carlos Alberdi, tras destacar la colaboración entre los ministerios de Cultura de España y México, invitó a realizar "una relectura del arte colonial". El director del Museo Nacional del Virreinato, Miguel E. Fernández, se refirió a la colección del museo de retratos de monjas coronadas, formada en 1978 con la donación de un coleccionista privado. Este fondo ha sido investigado por Josefina Muriel, en el contexto de los conventos de monjas en la sociedad virreinal, y por Ana Montero, sobre las monjas coronadas en Hispanoamérica, que publican en el catálogo sobre estas materias. El museo organizó en 2003 una exposición de 170 retratos, entre ellos uno de sor Juana de la Cruz, préstamo del Museo de América, de Madrid, que también figura en la muestra actual.
Alma Montero, como comisaria de la muestra, ha seleccionado 20 retratos de mujeres que ingresaron y murieron en conventos del siglo XVIII, y el de un religioso, un caso excepcional, aunque la imagen con la corona también se utilizaba en retratos de religiosos y personajes virtuosos. La mayoría son anónimos, salvo el de Miguel Cabrera, que fundó en 1753 la primera academia de pintura de México; Mariano Peña y el atribuido a Francisco Javier Salazar.
Estudiosa de este género pictórico en México, Perú, Ecuador, Colombia y España, Alma Montero señala las dificultades de documentar estas obras por la clausura de los conventos, aunque en el de las agustinas de Salamanca ha encontrado 50 cuadros. La tradición de estos retratos se centra en los virreinatos de la Nueva España, del Perú y Nueva Granada, y tiene sus antecedentes más inmediatos en España. Las monjas coronadas de México, de las órdenes descalzas y concepcionistas, reflejan la sociedad virreinal, sobre todo en las jerarquías y podere económico que se establecen en los conventos, en donde llegan a vivir hasta 800 mujeres. Los retratos identifican a las monjas con datos de su biografía y entrada al convento en el mismo lienzo, en momentos especiales de su vida religiosa, como la profesión de los votos y la muerte, en donde aparecen engalanadas con coronas y palmas floridas, velas decoradas, crucifijos o imágenes en escultura del Niño Dios. Alma Montero ha analizado los aspectos artísticos y sociales de la ceremonia de ingreso de las novicias, pero también las dedicadas a los aniversarios de bodas místicas con Jesús (25 o 50 años de vida religiosa) y de los nombramientos de prioras o abadesas. Los retratos son anónimos, realizados en talleres, y otros pintados por monjas en el interior de los conventos, sobre todo en el momento de la muerte.
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