Los Oscar, un duelo entre dos tipos duros

Hasta hace poco nadie dudaba de que este año sería el del Oscar para Martín Scorsese. Es una vieja deuda con el director de Taxi driver. Las 11 candidaturas de su última película, El aviador, parecían una señal. Pero la lógica de los Oscar suele ser confusa y la 77ª edición de los premios de Hollywood, que se celebra el próximo domingo en el Kodak Theatre de Los Ángeles, será un duelo abierto en el que Scorsese se las verá con un viejo conocido: Clint Eastwood.

Million dollar baby, interpretada y dirigida por el veterano actor de 74 años, se estrenó a finales de año en un puñado de salas para poder optar a los Oscar. Desde entonces, la película (candidata a siete estatuillas) no ha dejado de crecer en la estima general. Primero fueron los críticos de Nueva York (que le dedicaron las páginas más arrebatadoras y elogiosas de este año) y luego, poco a poco, empezaron a caer los primeros premios.

El aviador despliega medios y personajes para contar la biografía del excéntrico y quebradizo multimillonario Howard Hughes. La película interrumpe su relato cuando la locura de Hughes (que vivió sus últimos años como un náufrago en un hotel de Las Vegas) sólo asoma.

Eastwood ha logrado en las últimas semanas el premio de la Unión de Directores y el Globo de Oro. Su película discurre durante más de dos horas en los rostros de tres solitarios personajes. La lucha por el éxito de una tenaz boxeadora sólo es el pretexto del director de Un mundo perfecto para hablar de una de sus viejas obsesiones: el sentimiento de culpa asociado a la paternidad, la búsqueda de los hijos perdidos, la orfandad y la soledad de padres e hijos. Esta vez, el director añade además el otro punto de vista: el de una huérfana en busca de padre. Él mismo ha definido así su película: "Million dollar baby no es una película de boxeo, es una historia de amor que ocurre dentro y alrededor del boxeo. Pero sobre todo es una historia de amor entre padre e hija".

Según la revista Variety, la deuda con Scorsese (Robert Redford y su Gente corriente le arrebataron en 1980 el Oscar a Toro Salvaje) podría pesar en los votos, pero la película que se da, hoy por hoy, como favorita, es Million dollar baby. Eastwood ganó en 1993 el Oscar con Sin perdón y el año pasado fue candidato a la estatuilla con Mystic River. Si ganara este año sería, según afirma Enterteiment Weekley, el director con más años que ha recibido nunca un Oscar.

La presentación de Chris Rock será también una de las grandes incógnitas de la ceremonia. Se trata un showman irreverente, que si le preguntan por El aviador dice: "Es una película extraña, está bien hecha, pero una historia sobre un tipo rico que consigue hacer muchas cosas no me interesa mucho. Sí, superaba los obstáculos, como cuánto dinero gastar. Y se lavaba mucho las manos".

Las calles de Los Ángeles están llenas de carteles que anuncian la retransmisión por la cadena ABC de la gala. La audiencia de los Oscar el año pasado fue de 43,5 millones de espectadores sólo en Estados Unidos. La cifra fue superior a la de años anteriores aunque todavía queda lejos de la de 1998 (el año de Titanic), cuando se conectaron 87 millones de telespectadores. Quizá detrás de este afán por no perder un segundo de audiencia, los organizadores han sustituido al cantante uruguayo Jorge Drexler (candidato a la mejor canción original por su tema Al otro lado del río, de Diarios de motocicleta) por un personaje latino mucho más popular, Antonio Banderas, que interpretará la canción junto a Santana. Drexler ha criticado que la Academia ni siquiera haya tenido el detalle de explicarle sus intenciones de excluirle del escenario y lamenta que no pueda ser él quien cante su canción. En un comunicado, el músico ha dicho: "Puede que para los productores de la ceremonia una canción no sea más que una oportunidad para lograr un índice de audiencia determinado, pero a mi modo de ver una canción es antes que nada un hecho artístico y debería haber sido tratada como tal".

Mientras tanto, las lluvias torrenciales que hasta ayer no han parado de caer en Los Ángeles han aguado ligeramente el ambiente pre-oscars que suele vivir la ciudad, aunque los pronósticos para el fin de semana anuncian un cielo despejado. En los escaparates se invita a la fiesta con inmensas fotografías de viejas ceremonias, y el bombardeo en las cadenas de televisión anunciando la programación especial para el fin de semana es abrumador.

Pero la señal inequívoca de que se acerca la gran noche de Hollywood es el ya tradicional número especial que la revista Vanity Fair dedica a Hollywood. En la portada de este año: Uma Thurman, Cate Blanchet, Kate Winslet, Claire Danes, Scarlett Johansson, Rosario Dawson y Zizi Zhang, entre otras. En el interior, un reportaje de Peter Biskind -autor del gran libro Moteros tranquilos, toros salvajes- sobre la revolución que supuso el rodaje en las calles de Nueva York de Cowboy de medianoche; un reportaje sobre el director Nicholas Ray y la muerte de James Dean, a quien aquél dirigió en su película Rebelde sin causa; un reportaje con material poco conocido de los primeros trabajos de Stanley Kubrick y, finalmente, un artículo que vale por todo: un perfil de Marlon Brando escrito por Budd Schulberg, el viejo guionista de La ley del silencio y autor de El desencantado, uno de los libros más hondos y amargos que se ha escrito jamás sobre Hollywood. Schulberg ofrece un retrato íntimo de quien él llama "el rey atormentado de Hollywood". La revista sólo se detiene ante un español, Javier Bardem, al que, fotografiado por Bruce Weber en camiseta, sombrero napoleónico y fumando un puro, define como "el tipo fuerte y silencioso".