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Ricos y famosos

"¿Puede Angelina Jolie salvar el mundo?". Aunque parece una frase propia de la sección de famosos solidarios de cualquier programa del corazón, la pregunta daba su título a una crónica en el New York Times sobre la última reunión de Davos. Las recientes celebraciones del V Foro Social Mundial en Porto Alegre y de la 34 edición del Foro Económico Mundial en la pequeña ciudad suiza han llenado temporalmente la actualidad de noticias sobre algunos de los problemas más graves del planeta con un fuerte contenido rosa y sabor a famoseo.

La pregunta que ha quedado suspendida en el aire es si unas pocas personas ricas y famosas bastan para acabar con la pobreza, el hambre y ciertas enfermedades. Los rostros alegres y maquillados de ciertas estrellas han pasado de exhibir un compromiso light con determinadas causas de moda a intervenir directamente con su voz, su cuerpo y su bolsillo en algunos de los problemas más graves de la humanidad. Si desde Davos y Porto Alegre la consigna era la misma, terminar con la pobreza, ¿cuál es el camino más corto hacia la erradicación de la pobreza -hacia la justicia, en definitiva-: el de las vedettes de Davos o el de las masas activistas de Porto Alegre?

La actriz Angelina Jolie encarna últimamente esa vía Davos/Hollywood de lucha contra la pobreza

Angelina Jolie encarna últimamente esa vía Davos/Hollywood de lucha contra la pobreza, y ahí estaba junto a Bono, Richard Gere, y Sharon Stone, sentados en las cotizadas butacas de los auditorios de Davos. ¿Puede Sharon Stone salvar el mundo? La actriz, en un debate en el que participaban como oradores Lula, Bill Gates, Gordon Brown (ministro Británico de Fianzas), y el presidente de Tanzania, Benjamín Mkapa, se levantó en el debate desde su asiento en la quinta fila y ofreció al presidente tanzano 10.000 dólares para comprar mosquiteras y luchar contra el paludismo. Al final de la subasta espontánea a que dio lugar, los asistentes habían reunido un millón de dólares. Más tarde, Tony Blair, en rueda de prensa con Bono y Bill Gates, se comprometía a destinar 65 millones de euros para la adquisición de mosquiteras. Las estrellas del firmamento de la globalización compiten por derrotar a la pobreza. Curioso.

Otro importante foco de definición de la realidad, la revista The Economist, se unía recientemente al debate preguntándose "¿Puede Bill Gates curar el mundo?". La ONU ha estimado que se necesitan 10.000 millones de dólares anuales de aquí a 2010 para evitar 29 millones de nuevos contagios de VIH-sida, una enfermedad que padecen 40 millones de personas y que mata a más de 8.000 personas cada día. The Economist se hacía eco de la decisión de la Fundación Bill y Melinda Gates de donar 750 millones de dólares a la Alianza Global por las Vacunas y la Inmunización, gestionada por Unicef. El Gobierno británico replicó anunciando el compromiso de 2.000 millones de dólares para vacunas.

La Fundación Gates es la organización caritativa más rica del mundo, con unos fondos que ascienden ya a 28.000 millones de dólares. La ONU calcula que los países pobres necesitan 100.000 millones de dólares anuales en ayuda oficial al desarrollo (AOD) para que se cumplan los Objetivos del Milenio. Si en 2003 la AOD ascendió a 68.000 millones, la realidad está prácticamente a una distancia de una Fundacion Gates del cumplimiento de sus mejores deseos. Curioso.

Frente al creciente vedetismo de Davos, el activismo más tradicional de Porto Alegre -con Lula y Chávez como cabezas de cartel- se propone también redoblar esfuerzos en la lucha contra la pobreza. El documento aprobado en Porto Alegre llama a concentrar esfuerzos en una campaña global por la "inmediata e incondicional cancelación de la deuda externa e ilegítima de los países del Sur" (ver texto en www.forosocialmadrid.org), en un intento de canalizar la diversidad, representatividad y visibilidad del movimiento en un objetivo concreto común. Sin un Bill Gates que les financie, miles de personas anónimas, que decidieron hace tiempo entregar sus vidas a la lucha por la justicia, marchan también juntos rumbo a la derrota de la pobreza.

Por su parte, Tony Blair sigue ensayando sus terceras vías, y parece dispuesto a utilizar la presidencia británica de la Unión Europea en el segundo semestre del año y la del G-8 (que se reunirá en Escocia a principios de julio) para que Gran Bretaña lidere una gran alianza global de estados para sacar a África del agujero y combatir la pobreza.

¿En quién deben confiar los pobres entonces?, ¿en el Gobierno británico, en las 155.000 personas de 135 países que participaron este año en Porto Alegre, o en los 23 jefes de Estado, 72 ministros, 500 empresarios (que pagan una tasa anual de 37.600 dólares por poder asistir) y cuatro estrellas más Bill Gates que estuvieron en Davos? En democracia, los pueblos (dejémoslo en sociedad civil) presionan a sus gobiernos para que, reunidos en "comunidad internacional", resuelvan los problemas más urgentes de la realidad. La sociedad civil está en Porto Alegre, los recursos financieros en Davos, y los gobiernos en sus despachos.

En Davos, más que en Porto Alegre, tantos flases y tantas estrellas, tanto donativo multimillonario espontáneo, hace olvidar que el camino hacia la justicia nos lo da una cierta idea moral del hombre. Robando a Jon Sobrino una cita de Ignacio Ellacuría (Cartas a Ellacuría. Ed. Mínima Trotta, 2004), cada individuo "debería ponerse como misión universal histórica hacer volver a los hombres con ojos de misericordia a esa humanidad explotada y masacrada. Quizás salga así una humanidad nueva".

Borja Bergareche es abogado.

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