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El apocalipsis y las memeces

Ángel S. Harguindey

Sorprende que en el guirigay desatado por el informe de la Academia sobre el cine español de 2004, en el que la pérdida de unos tres millones de espectadores de cine español se transmutó en el anuncio del apocalipsis audiovisual, nadie citara cifras comparativas de un periodo más amplio. Si con los pocos meses del PSOE en el poder se perdieron tres millones de entradas, es decir, si la taquilla iba mejor con el PP, ¿por qué no afirmar que con Franco iba todavía incomparablemente mejor? Piénsese que en 1960, por ejemplo, se vendían 400 millones de entradas y en 2004 no superaron los 130 millones.

Es verdad que en 1960 apenas había televisores, que la única cadena la dirigía Gabriel Arias Salgado y que las salas permitían un uso añadido como salón de masajes. En 2003, la cifra total generada en taquilla por películas de todas las nacionalidades fue de poco más de 616 millones de euros. Pues bien, la cifra total del mismo año, el 2003, recaudada por el alquiler y venta de vídeos (VHS y DVD) fue de 771,9 millones de euros (Anuario SGAE 2004), y hablamos de un mercado emergente en el que las películas en vídeo de la Unión Europea superan en un 11% a las de EE UU (Fuente: ICAA). Los nuevos soportes se llevan la mayor porción de un pastel en el que la oferta norteamericana tiene menos capacidad de control, dato que conoce bien la industria, como también sabe que en los proteccionistas Estados Unidos (¿se imaginan que Shrek 2 sólo se pudiera proyectar en España con subtítulos? pues así sería si se aplicara la prohibición de doblaje que impone en su mercado EE UU) hace tiempo que los ingresos por venta de vídeos igualaron a los de la taquilla. ¿Pérdida de tres millones de espectadores en taquilla? Sí. ¿Desinterés por el cine español?, no. Las colecciones de vídeos de cine español comercializadas, entre otros, por EL PAÍS tuvieron un éxito sorprendente. Es tan simple o tan complejo como relacionar las nuevas tecnologías con los cambios de hábitos sociales. A ello habría que añadir el número de espectadores de cine español y extranjero que aportan las cadenas de televisión privadas, estatales, autonómicas, locales y de pago, más la piratería e Internet, y con todas las cifras en la mano probablemente se dirían menos memeces.

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