El jurado destaca el compromiso con el cine independiente

La mayoría son jóvenes, algunos, como Franka Potente, la actriz alemana, hasta guerreros, y desde el principio quieren poner las cosas claras y marcar distancias con lo que la Berlinale fue en otras épocas de rendida admiración a Hollywood. Los miembros del jurado internacional de esta nueva edición se presentaron ayer antes de la proyección de la primera película, Man to man, de Régis Wagnier, y hablaron con pocos complejos. Lo forman el alemán Roland Emmerich, presidente del grupo y director de cine con tirón en Estados Unidos, responsable de algunas desgracias como Independence day y otros aciertos, aunque no menos apocalípticos, como El día de mañana; las actrices Franka Potente, que se erigió en líder combativa, la china Bai Ling, que presumió de haber aparecido en la revista Playboy y que a su madre le diera igual, y la discreta lituana Ingeborga Dapkunaite, que habló poco. A su lado se sientan el productor holandés Wouter Barendrecht, el escritor ucranio Andrei Kurkov y, como guinda vigilante de la elegancia, el diseñador italiano Nino Cerruti.

Emmerich y Potente destacaron como los anfitriones a los que todo el mundo preguntaba, Bai Ling se rebeló como la luchadora por hacer un hueco al exotismo asiático mientras que Cerruti dio muestras de una templanza de alta costura que probablemente pondrá paz en las discusiones finales, que siempre son cosa aparte.

Todos aprobaron el compromiso de la nueva Berlinale con el cine independiente y no como antesala de los Oscar, algo que se había disparado en los últimos años de la etapa dirigida por Moritz de Hadeln y que es algo que trata de enterrar el nuevo responsable, Dieter Kosslick. Cerruti lo dejó claro: "Hay una clara apuesta por el cine independiente", aseguró, cosa que Potente también aplaudió, lo mismo que esa distancia que debe existir entre el cine de las grandes producciones estadounidenses y un acontecimiento como la muestra alemana, que ha trufado su sección oficial a concurso con cine de todo el mundo, con marcada presencia europea, asiática y estadounidense de bajo presupuesto y con directores como Bill Condon o Wes Anderson, que presentan Kinsey y The life aquatic. "Esto no tiene nada que ver con Hollywood, el glamour, ni los Oscar", avisó Potente.

Algunos confesaban cierto nerviosismo por la nueva experiencia y por pasarse al otro lado de la pasarela. Emmerich se felicitó por el regreso. "Mi carrera empezó aquí y ha sido un largo viaje de vuelta", decía. "Estoy mejor aquí sentado que detrás de las cortinas en un desfile, muerto de miedo. El cine es el arte de nuestro tiempo y me siento como un ratón enfrente de un gran pedazo de queso", agregaba Cerruti. Prometieron pasarlo bien y mantener cada uno sus puntos de vista con fuerza. "El cine es algo subjetivo, nos han elegido a nosotros siete porque somos muy distintos, lo que a uno le guste mucho otro podrá odiarlo, pero ahí está la gracia", decía Dapkunaite. Ayer les quedaban 22 películas por delante, el domingo día 20, probablemente les haya cambiado el ánimo.