La Berlinale comienza fríamente con un filme francés hablado en inglés
Régis Wargnier dirige en 'Man to man' a Joseph Fiennes y Kristin Scott Thomas
Man to man, la película que ha inaugurado esta 55ª edición del Festival de Berlín, no lo ha hecho con el buen pie que se esperaba. Su director, Régis Wargnier, alcanzó gran notoriedad con Indochina, un melodrama que conquistó al público, incluido el Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Flor de un día. Algo más de 10 años después, Wargnier repite proyecto de película grande. Pero Man to man, filmada buena parte en África y ambientada en el siglo XIX, con reparto de lujo -Joseph Fiennes y Kristin Scott Thomas-, está lejos de ser una gran película. El público de la sesión de prensa lo detectó pronto, y comenzaron las deserciones a pesar de que era difícil encontrar algo mejor en la calle a esas horas de la mañana, bajo la lluvia y el frío. Pero los hay que no dan cuartelillo. Al final de las dos horas de proyección aún hubo quienes aplaudieron tímidamente, despertando con su gesto los silbidos de otros.
La película trata de un antropólogo escocés empeñado en encontrar el eslabón perdido
El aperitivo de la sesión de apertura no responde a la anunciada calidad del menú
No es que Man to man sea tan mala película, sino que no se entiende que con una narrativa tan académica como falta de pasión haya sido la encargada de dar el disparo de salida a una edición que había despertado expectativas gracias especialmente al gracejo del director del festival, Dieter Kosslick, que tan pronto se viste con camisetas de los patrocinadores (coches, aguas minerales, perfumes...) como hace propaganda de la pasta italiana, que, según dice, es lo único que le permitirá mantenerse en pie durante los intensos 10 días de festival que aún le esperan.
Kosslick había anunciado para esta edición un programa de diversión, sexo y glamour, y en el que África sería el plato fuerte. Esperemos que así sea cuando se proyecten, entre otras, Hotel Ruanda, de Terry George, y Sometimes in april, de Raoul Peck, ambas sobre el genocidio de un millón de personas que asoló Ruanda hace 10 años.
Por desgracia, el aperitivo de Man to man no ha respondido a la anunciada calidad del menú. Régis Wargnier cuenta una historia amable que quiere enaltecer el altruismo de unos hombres y al mismo tiempo dolerse del egoísmo de otros, defender lo novedoso frente a lo rutinario, entender a los demás en su diferencia, abrir, en fin, ventanas al conocimiento. Un antropólogo escocés (Joseph Fiennes) está empeñado en encontrar el eslabón perdido entre el mono y el hombre, lo que cree haber hallado en una tribu de pigmeos. Tiende una trampa a dos de ellos -macho y hembra- y se los lleva secuestrados al mundo occidental para continuar sus experimentos. Sin embargo, pronto comprende que se trata de dos seres humanos inteligentes, con sentimientos, debilidades y sueños como él, y ese descubrimiento le obliga a enfrentarse con científicos colegas que sólo ven en los dos negros bajitos una especie de animales inferiores. Comienzan entonces los raptos del uno y de la otra las carreras, las peleas, hasta que (no hay que contarlo todo) la película acaba en la selva del principio mientras se oyen las reflexiones filosóficas del joven científico protagonista.
Se suele decir, y con razón, que no es precisamente un festival de cine el mejor lugar para comentar películas. Aunque éste de Berlín no haya entrado aún en su vorágine habitual, puede predecirse el atracón de imágenes de distinto pelo y condición que nos espera. Examinando el calendario de proyecciones se comprende que no habrá tiempo para verlo todo. Agobian los carteles de películas a concurso que invaden las calles, los press books que anuncian películas que ni siquiera se van a proyectar aquí, las reposiciones de películas de Stanley Kubrick con motivo de una amplísima exposición sobre el misterioso autor con los objetos más representativos de cada una de sus obras. También se verá una copia reconstruida y más completa de El acorazado Potemkin (15 planos inéditos y 13 intertítulos hasta ahora silenciados) y hasta otra copia digitalizada de Lo que el viento se llevó. Lo primero que hay que hacer al llegar a un festival es empollarse el catálogo, a pesar de que tampoco lo trae todo. Hay en otros lugares sesiones underground, proyecciones privadas, encuentros profesionales y clases maestras a cargo de cineastas de prestigio.
Todo eso ha armado el bueno de Dieter Kosslick en su tercer año como director del Festival de Berlín. Es un hombre imaginativo y trabajador, aunque su frivolón aspecto de bon vivant le haga parecer lo contrario. Siempre se está riendo y haciendo bromas. Ha justificado con habilidosa brillantez la abusiva presencia del cine francés. Además de Man to man, habrá películas de Jacques Audiard, Alain Corneau, Robert Guédiguian y André Téchiné, esta última interpretada por Catherine Deneuve y Gérard Depardieu. Al parecer, Kosslick quiere fichar a éste como cocinero para un festival gastronómico paralelo a este cinematográfico.
Babelia
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