Control antidrogas en Abbey School
Un colegio británico implanta el controvertido programa de detección de estupefacientes en alumnos autorizado por Blair
La Abbey High School, en Faversham, está a una hora de tren al suroeste de Londres. Rodeada de interminables campos de deportes de un verde insolente, es una escuela normal y corriente. Pero desde hace un mes se ha convertido en foco de atención internacional al empezar un programa pionero para detectar si sus alumnos se drogan. Se trata de análisis aleatorios y voluntarios, rodeados de la máxima discreción y de manera sistemática y anónima, a razón de unos 20 a la semana.
Controvertido porque algunas organizaciones civiles creen que puede acabar coartando a quienes no quieren someterse a esos análisis, el programa ha saldado su primer mes de pruebas con un resultado calificado de "admirable" por el director del colegio, Peter Walker: tras 64 análisis, no ha habido ni un solo caso que diera positivo y tan sólo un alumno se ha negado a hacerse el análisis, aunque después accedió. Aunque un mes es muy poco para llegar a conclusiones definitivas, Walker cree que los análisis aleatorios pueden convertirse en la excusa de muchos jóvenes para decir no a las drogas.
Los análisis afectan a los alumnos, pero también a empleados y profesores
Como otras escuelas en el condado de Kent, Abbey aún está sometida a la obsoleta legislación tory que segrega a los mejores alumnos de primaria hacia unas escuelas y el resto hacia las otras; Abbey es de "las otras" y acoge a un número de alumnos superior a la media de origen humilde. Pero Peter Walker insiste en que la escuela no tiene más problemas que otras y la prueba piloto se explica por el interés de Walker, que lleva 18 años al frente de la escuela, en el combate contra las drogas.
Los análisis afectan a los alumnos, pero también a empleados y profesores. Se realizan de manera confidencial mediante muestras de saliva. La participación es voluntaria y secreta, pero cuando un alumno se niega, la escuela contacta con los padres para alertarles. Un alumno no quiso de entrada someterse al análisis, pero luego explicó que ese fin de semana, unos colegas de fuera del colegio le habían ofrecido un porro y él se lo puso en los labios pero lo escupió de inmediato. "Tras recibir consejo y ayuda y discutir la situación con sus padres, se sometió al análisis y dio resultado negativo".
Ese mismo día, el sorteo designó también para los análisis a un alumno que estaba haciendo novillos. "Los padres me comentaron que ya llevaban cierto tiempo preocupados por el comportamiento de su hijo, que admitió que fumaba cannabis y temía que le pillaran", explicó el director.
Ese es precisamente uno de los problemas denunciados por los críticos del sistema: creen que puede fomentar el absentismo entre quienes toman drogas. Las asociaciones de derechos civiles temen también que quienes se nieguen al análisis acaben siendo puestos en entredicho. Walker comprende esos temores, pero explica: "Hay que ayudar a los jóvenes a tomar decisiones informadas y saludables para que cuando dejen la escuela puedan enfrentarse a la vida".
Peter Walker cree que este primer mes de la prueba piloto "ha proporcionado claras indicaciones de que puede ser un éxito". "Hemos oído a muchos estudiantes decir 'no voy a tomar drogas porque no quiero tener la mala suerte de que me toque el análisis la semana que viene'. Eso nos lleva a creer que muchos jóvenes pueden haber encontrado en este programa una manera aceptable de decir no a las drogas. También tenemos información de que algunos alumnos que sabemos que han tomado drogas ahora no lo hacen por miedo a ser pillados. Y alumnos que suelen tomar drogas a menudo han reducido el hábito", asegura.
Abbey es la única escuela de Inglaterra que somete a sus alumnos a análisis aleatorios de droga. Otras escuelas, todas ellas privadas, someten a análisis a los alumnos de los que tienen serias sospechas de que se drogan. Aquí someten al análisis a niños y niñas de todas las edades (de 11 a 18 años), tanto si son buenos estudiantes como malos, tanto revoltosos como tranquilos. "Guardamos un detallado registro del comportamiento de nuestros alumnos. Sabemos quiénes son los chicos malos del colegio, pero no sólo toman drogas los que se portan mal", explica Walker. "La gente ha de saber que los niños suelen tomar las drogas en casa o en casa de amigos. En la escuela sólo el 3% de las veces. Pero los padres suelen negar que sus hijos tomen drogas y achacan a los problemas de la adolescencia algunos indicios de problemas con las drogas, como los repentinos cambios de humor".
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