Una situación insostenible
Guipúzcoa carece de una solución para sus basuras a dos años del cierre del vertedero que almacena el 50% de todos sus desechos
Guipúzcoa no sabe qué hacer con las 400.000 toneladas de basuras que genera cada año. Esta ingente producción de residuos urbanos valdría para llenar dos veces el estadio de Anoeta. Hoy se almacenan en cuatro vertederos cuya vida útil se acaba. ¿Qué pasará entonces, el próximo año, por ejemplo, cuando se cierre definitivamente el basurero de San Marcos, que recibe más del 50% de los desechos de la provincia? Es un aviso muy peligroso para 350.000 guipuzcoanos (los habitantes de San Sebastián y nueve municipios de su entorno), que a finales de 2006 no tendrán dónde depositar sus residuos domésticos.
La situación es insostenible, como han repetido tanto los ayuntamientos, agrupados en mancomunidades, como la Diputación. La cuenta atrás comenzó hace mucho tiempo. Al constatar que los principales vertederos se hallaban al límite de su capacidad, la institución foral emprendió la redacción de un Plan Integral de Gestión de Residuos Sólidos Urbanos, aprobado finalmente en diciembre de 2002 y luego ratificado por todas las mancomunidades. Dicho plan apuesta por minimizar la generación de basuras, elevar al 40% la tasa de reciclaje, alcanzar las 22.000 toneladas anuales de compostaje y, en último término, tratar los desechos restantes mediante su "valorización energética" (incineración).
Las 400.000 toneladas de basura que genera Guipúzcoa llenarían dos estadios de Anoeta
Tras fracasar el proyecto de construir una incineradora en Urnieta, dada la fuerte contestación vecinal y del propio Ayuntamiento, las mancomunidades y la Diputación encargaron un estudio sobre ocho ubicaciones. De entre ellas, en julio de 2004 se eligió la parcela de Aritzeta, en San Sebastián, como la idónea para albergar la planta que quemaría las basuras de toda la provincia, salvo las de los municipios del Txingudi (Irún y Hondarribia), que acordaron construir su propia incineradora. Esta última planta, con capacidad para quemar 52.000 toneladas, podría entrar en funcionamiento en 2008.
Para el resto del territorio, la incineradora de Aritzeta, que ocupará una superficie de 7,5 hectáreas, prevé recibir 275.000 toneladas anuales durante sus 20 años de actividad máxima. Tanto mancomunidades como Diputación consideran que las incineradoras dotadas de tecnologías modernas son "totalmente seguras para el medio ambiente y la salud" y están "recomendadas por la Organización Mundial de la Salud" para eliminar los residuos domésticos. Estas instituciones tienen a todos los colectivos ecologistas y a los partidos EB y Aralar en contra. El alcalde donostiarra, Odón Elorza, también se opone en redondo a poner en marcha lo que ha denominado como "un gran artefacto con una enorme chimenea que despide dioxinas y furanos" en los terrenos de Aritzeta, a dos kilómetros del centro de la ciudad. Tras realizar un "cursillo intensivo" sobre el tratamiento de residuos y visitar ocho incineradoras y otras tantas plantas de biometanización, Elorza ha solicitado que se estudie a fondo esta última opción, consistente en separar la basura orgánica y fermentarla en unos grandes digestores para obtener un biogás rico en metano que sirve para generar electricidad. El rechazo de materia orgánica resultante -un 70% según la Diputación o un 50% según el alcalde-, llamado "biorresiduo estabilizado", se envía a vertederos o a una incineradora.
Los detractores de la biometanización sostienen que genera muchos olores en el entorno, ocupa más suelo y produce un mayor impacto visual que una incineradora y no admite usos residenciales en sus proximidades. Quienes se oponen a la incineración, entre ellos un numeroso colectivo de médicos, aseguran que este sistema incide gravemente en la salud de la población cercana.
Cualquiera de las dos opciones requiere de cuatro a seis años para su puesta en funcionamiento, un plazo que los guipuzcoanos ya no se pueden permitir.
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