La obra de 64 artistas ilustra la integración de los objetos en el arte
'El estado de las cosas' se exhibe en el Artium
Marcel Duchamp fue el pionero cuando en 1917 convirtió un urinario de caballeros en su obra La fontaine (La fuente). Desde entonces, de una manera u otra, muchos han seguido sus pasos. Así lo recoge la exposición El estado de las cosas. El objeto en el arte de 1960 a nuestros días, que ayer se inauguró en el Artium de Vitoria. La muestra presenta 110 obras, en su mayor parte esculturas, de 64 artistas procedentes de las colecciones públicas francesas de los FRAC (Fondos Regionales de Arte Contemporáneo).
Es el propio Duchamp quien ejerce de principal referente, con su obra Boite en valise (Caja en maleta), una maleta en la que reproduce 83 de sus piezas en miniatura (incluido el famoso urinario) en lo que es una vuelta de tuerca más a su concepción del arte. Muy cerca, Joan Brossa, autor de un particular universo poético con obras memorables como Rueda cuadrada o Copa tornillo, excelentes reflejos de lo que depara la exposición.
Porque el tema principal de El estado de las cosas (abierta hasta el 22 de mayo) es el objeto. "Cuarenta años de objetos acumulados, comprimidos, inventados, recuperados, fabricados, descompuestos y pasados por todas las fases que los artistas hayan imaginado", como dice Eléonore Jacquiau Chamska en la introducción del catálogo. El resultado es un recorrido fresco y divertido que va desde el movimiento Fluxus, el pop y los nuevos realistas hasta la actualidad.
Entre los más tempranos representantes en Estados Unidos están Andy Warhol, con sus célebres reproducciones del bote de las sopas Campbell, o Richard Artschwager, con Escultura caja, unos estuches de madera que remiten a embalajes de objetos cotidianos, en este caso un piano de pared, que no se sabe si están vacíos o contienen algo. El londinense Richard Hamilton le da la réplica desde este lado del océano con su célebre juego con el logotipo del anís Ricard y su nombre en botellas, ceniceros y carteles, o el italiano Mimmo Rotella, que también relaciona su apellido con la marca de un aceite de coche.
No todos son juegos con la identidad del artista y los objetos propios y extraños. Hay también quien reinventa objetos cotidianos recuperados de las basuras de la sociedad de consumo. Es el caso de la seductora Paleta de colores de Tony Cragg, uno de los impulsores de la nueva escultura inglesa en los años ochenta. Y no falta quien inventa artefactos imposibles como el belga Wim Delvoye y su Hormigonera, en madera de teca roja, fusión entre el tradicional arte de la talla flamenco y la máquina-herramienta de metal.
A grandes rasgos, la burla a la sociedad de consumo, la crítica política o el simple juego visual son algunas de las razones que mueven a los participantes en El estado de las cosas. Pero estos objetivos no esconden el principal, la reflexión sobre el papel de la obra de arte después de Duchamp. No en vano, la mayor parte de las obras exhibidas en la muestra tienen como referente esencial la escultura y el cuestionamiento del dispositivo con el que se presenta al público: el pedestal. Así se puede apreciar en piezas como Many drums, de Juan Muñoz.
El origen de esta exposición hay que rastrearlo en la muestra que con el mismo título organizó en 2003 el Ministerio de Cultura francés para celebrar los 20 años del nacimiento de los FRAC, instrumento con el que se dotaron las regiones en materia de arte cuando comenzó la descentralización del Estado francés en 1983. Los FRAC se encargan, entonces, de adquirir arte contemporáneo, no sólo francés, con la virtud de que no se solapa un centro con otro; es decir, mantienen líneas de compra distintas. Con aquella referencia, el Artium y el MARCO de Vigo prepararon esta muestra que ya se ha exhibido en la ciudad gallega.
Babelia
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