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Antonio Miró rejuvenece la americana clásica en la primera jornada de Gaudí

La Generalitat crea un consejo para redefinir la BCN Fashion Week

Ana Pantaleoni

La Pasarela Gaudí arrancó ayer con fuerte viento a favor. Antonio Miró mostró a un hombre en color que rejuvenece la clásica americana y la combina de mil maneras, rompiendo el aburrido look total del traje. La fuerza y la elegancia femenina llegó de la mano de la vasca Miriam Ocariz. Fuera de la pasarela también se rompió el misterio. La Generalitat anunció ayer la creación de un consejo de la moda que aglutinará a todos los actores del universo textil para redefinir la BCN Fashion Week. La primera reunión se celebrará antes de que acabe el mes.

La Generalitat está dispuesta a redifinir e impulsar un nuevo modelo y tiene previsto la creación de un equipo colegiado para decidir la orientación de las pasarelas. Además será necesario también revisar el modelo de gestión.

Para el próximo otoño-invierno, Miró recupera la americana de cuadros como elemento ilusionador, que combina con todo tipo de pantalón. El tradicional cuadro escocés lo pinta en amarillos y verdes, presenta jerseys de cuello alto en rayas horizontales y viste los pies masculinos con las zapatillas de nuestros abuelos, en cuadros. Un hombre sin camisa, urbano y muy colorido; se atreve tanto con el naranja como con el verde pistacho. La mujer Miró también es un tanto atrevida, viste botas altas y juega con las parcas, las gabardinas y los chubasqueros, aunque sin estilo definido. Por su parte, la firma de ropa interior TCN sacó del armario las puntillas y los cuellos de piel que combinó con jerseys de punto y gorras masculinas.

Hubo ingredientes para todos los platos: desde las clásicas chaquetas de punto y las minifaldas de pata de gallo a los sujetadores y braguitas de tul. La bilbaína Miriam Ocariz cerró la mañana con una colección de mujer femenina, rigurosa y muy trabajada. Ocariz explora el mundo de las estructuras y apuesta por unas prendas que logran el equilibrio gracias al juego de contrastes. Los pantalones se abrochan a los lados, los abrigos funcionan como vestidos sobre mallas negras, las botas son altas y los vestidos con vuelo. Ocariz propone unos sutiles estampados como, por ejemplo, la clásica espiga de maíz, los imperdibles y los rayones de bolígrafo en distintas intensidades. Frente al rigor de Ocariz, la experiencia floral de Anke Schloder, diseñadora que debuta en solitario en Gaudí. Los abrigos en forma de batín bordados en flores, fajines brillantes que marcan la cintura y corbatas adornadas son tres de las apuestas de la joven diseñadora.

La inspiración les llega a Victorio y Lucchino de los años 70, con toques andaluces, en una colección en la que destaca la mezcla de materiales. Trabajan la piel sobre la base de encaje y apuestan por la bota alta. Las prendas se ajustan al cuerpo pero con cortes secretos para evitar que se vean las redondeces. Si durante el día es una mujer sofisticada, la noche de Victorio y Lucchino está llena de glamour con vestidos y faldas en blanco y negro con mucho estilo.

Verónica Blume, con un modelo de Miró.
Verónica Blume, con un modelo de Miró.

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Sobre la firma

Ana Pantaleoni
Redactora jefa de EL PAÍS en Barcelona y responsable de la edición en catalán del diario. Ha escrito sobre salud, gastronomía, moda y tecnología y trabajó durante una década en el suplemento tecnológico Ciberpaís. Licenciada en Humanidades, máster de EL PAÍS, PDD en la escuela de negocios Iese y profesora de periodismo en la Pompeu Fabra.

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