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El País Vasco triplica la cifra de denuncias de padres agredidos por sus hijos

Las denuncias por agresión de padres a hijos menores y de educadores a sus alumnos se han triplicado en un año en el País Vasco, donde han pasado de 7 a 22. Con anterioridad a las agresiones, los progenitores y docentes han sufrido discusiones reiteradas, insultos y en muchos casos también malos tratos. La decisión se adopta después de haber agotado todos los recursos y ante la incapacidad de manejar el conflicto.

La Fiscalía de Menores del País Vasco reconoce que la denuncia es la medida más extrema. En muchas de las situaciones, la conducta del menor tiene como origen algún tipo de trastorno y requiere ayuda psicológica. Las medidas de castigo oscilan entre las tareas socio-educativas y el internamiento en un centro, la decisión más dura. Los psicólogos coinciden en que la violencia hacia los padres se debe en gran parte a que en dos décadas se ha pasado del autoritarismo a la permisividad. "Llegan desesperados y desorientados. No saben qué hacer", señala Elena Martín, psicopedagoga, que ha desarrollado más de cien cursos educativos en los que han participado un centenar de padres y madres y 2.400 adolescentes.

"Es difícil denunciar a un hijo", reconocen en la Fiscalía de Menores del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco. Por eso, sospechan que los casos reales son más que los denunciados y que éstos sólo son la punta del iceberg de un problema que va en aumento. "Resulta novedoso que los padres denuncien a sus hijos. Desde luego, nos llama mucho la atención el aumento de 7 a 22 casos en el año 2003. Además, hay que tener en cuenta que prácticamente todos se dieron en los tres últimos meses, que fue cuando se empezó a considerar como un delito lo que hasta entonces sólo era falta", asegura la fiscal.

El incremento tiene que ver con que la reforma legal de octubre de 2003, que establece que en el ámbito de la violencia familiar un solo hecho supone automáticamente un delito, mientras que hasta entonces se requería una reiteración.El caso de M.J.L., madre de dos hijos, que apenas hace un par de años alcanzaron la mayoría de edad, no es excepcional. "Siempre he tenido problemas con mis hijos. Sobre todo, con el mayor. Pero, nunca me decidí a denunciarles. No tuve valor. ¡Es que son mis hijos! Pero, sí deseé que salieran de casa un día para olvidarme de ellos. Hay situaciones que son insoportables. No puedes más. No sabes qué hacer. Es tu vida o la suya", relata esta mujer que no ha cumplido 50 años.

Su historia es una de tantas. Se quedó embarazada recién salida de la adolescencia. Se casó. Tuvo dos hijos y años más tarde se divorció, aunque la sombra amenazante del marido nunca se alejó de su vida. Los niños crecieron bajo su custodia mientras el padre les llenaba la cabeza de cizaña. Con la adolescencia llegó la rebeldía, aunque en el caso del hijo mayor se transformó en agresividad. "Me asusté el día que me empujó y me vi contra la pared y su cara gritándome a escasa distancia de la mía". Ese día, la madre, acostumbrada al sufrimiento, empezó a tener miedo. Ya no era sólo la desobediencia del hijo; llegó a temer por su integridad física. "Vive en otra ciudad y eso lo hace más fácil. Con el pequeño también tengo problemas pero intento resolverlos", reconoce.

La Fiscalía vasca señala que no existe un perfil de hijo maltratador. Sin embargo, hay características que se repiten, como pertenecer a una familia desestructurada, mimetizar el modelo paterno de agresividad o sufrir algún tipo de trastorno, o simplemente, rebeldía extrema y falta de adaptación. "Muchas medidas que adoptamos son para que se les aplique tratamiento de ambulatorio. Se recrimina al menor, se le explora, se le pregunta si se siente agresivo, y hacemos una valoración psicológica antes de adoptar cualquier medida", resaltan en la Fiscalía.

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La psicopedagoga Elena Martín Rasines, responsable de los programas Pedagógicos JOS (Jóvenes, Ocio y Salud) y VALER (Programa para Padres y Madres) de la ONG Acción Familiar Vizcaína, y Txaro Pereiro Murias, psicóloga, responsable del Gabinete de Orientación Familiar, de la misma organización, coinciden en que el origen de muchos de los conflictos está en que los padres han pasado del autoritarismo a la permisividad: "Los hijos crecen con todos los derechos a cambio de ningún esfuerzo y llega un momento en que los padres son incapaces de imponer su autoridad"

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