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Reportaje:

Un río de colores imposibles

El segundo paisaje protegido de Andalucía cubre sesenta kilómetros del cauce del Tinto

El tiempo ha dado la razón a Ricardo Amils, catedrático de Microbiología de la Universidad Autónoma de Madrid e investigador del Centro de Astrobiología (CAB), que hace justamente diez años se echaba las manos a la cabeza cuando oía que la Administración se iba a embarcar en un ambicioso plan para la descontaminación del río Tinto. Hasta tal punto consideró nefasto este proyecto que, temiendo su ejecución, solicitó el amparo de la Unesco, al estimar que los tramos más valiosos de este cauce onubense debían considerarse patrimonio de la humanidad. La iniciativa, que muchos tacharon de extravagante y desproporcionada, buscaba la protección de un enclave único en el mundo, enclave que, finalmente, pudo salvarse y que ahora se ha convertido en el segundo paisaje protegido de Andalucía.

Al margen de las serias dificultades técnicas que acarreaba, la descontaminación del cauce, sobre todo en sus tramos de cabecera, hubiera arrasado unos ecosistemas únicos que, a juicio de Amils, no son producto de la contaminación originada por la actividad minera, de la que, en esta zona, se tienen evidencias que se remotan al Calcolítico, cuarenta siglos atrás.

En todo caso habría que hablar de una "contaminación natural", de unas condiciones originadas por la actividad de algunos microorganismos que ya habitaban en estas aguas mucho antes de que se iniciara la extracción de minerales. Hace unos 350.000 años ya existían formas de vida capaces de alimentarse con los sulfuros metálicos que abundan en estas tierras, produciendo ácido sulfúrico y otros compuestos químicos que son los que otorgan la coloración y grado de acidez característicos a este río.

Más allá de la sorpresa estética que causan unas aguas de cromatismo inusual, el Tinto esconde secretos que sólo están al alcance de los microbiólogos, para los que este río se ha convertido en uno de los laboratorios naturales más atractivos del mundo. Ya a finales de los 80 Amils describió la rica biodiversidad que albergan estas aguas, aparentemente sin vida. Desde entonces su equipo ha localizado alrededor de 1.100 hongos distintos, la mayoría sin clasificar, un centenar de algas, además de protozoos y bacterias que sólo cuentan con algunos parientes en volcanes submarinos.

El medio en el que se desarrollan estas formas de vida, bautizadas como "extremófilas", podría tener ciertas similitudes con el que se manifiesta en algunos planetas, como Marte, razón por la que a este cauce han acudido expertos de la NASA y del CAB para ensayar técnicas y dispositivos que puedan ser útiles en la exploración de vida extraterrestre.

Al recibir la consideración de paisaje protegido, figura que el Gobierno andaluz ha decidido aplicar en cerca de 17.000 hectáreas asociadas a unos 60 kilómetros de los tramos medio y alto de este cauce, se garantiza "la recuperación de los valores ecológicos y culturales de una zona con fuerte intervención humana". Buena parte del territorio protegido corresponde, además, al término municipal de Berrocal, municipio que sufrió las peores consecuencias del grave incendio forestal registrado el pasado verano, de manera que en este caso también se aplica una tutela especial a las labores de reforestación que ya se han iniciado en los terrenos quemados.

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Las formas de vida más valiosas no sólo se concentran en las aguas del Tinto, también hay especies terrestres a las que se prestará especial atención, como es el caso del Erica andevalensis, un brezo característico de la comarca minera del Andévalo que habita únicamente en aquellos terrenos sometidos a una intensa contaminación por residuos procedentes de la minería, suelos de elevada acidez en los que abundan metales tan agresivos como el plomo, el cobre o el cadmio. La especie fue descrita por vez primera en 1980 y ya entonces se advirtió su estricta fidelidad a un tipo de suelos marcados por la actividad minera. En todos estos enclaves la planta es muy abundante, pero, aun así, se encuentra catalogada en peligro de extinción, porque en este caso no inquieta el número de ejemplares que crecen en la comarca sino las peculiares características que han de reunir los terrenos que los albergan.

Además de servir como modelo para las hipótesis de los astrobiólogos, los organismos que habitan en medios hostiles son muy apreciados por sus aplicaciones en biotecnología. El uso de bacterias o plantas superiores en procesos de descontaminación se ha convertido en una de las técnicas más esperanzadoras a la hora de resolver situaciones críticas, como los vertidos petrolíferos o la contaminación de suelos.

sandoval@arrakis.es

Paleta química

Es cierto que en numerosas minas, localizadas en otros países, existen aguas ácidas con metales en solución, y en ellas pueden encontrarse microorganismos similares a los del Tinto. Pero hay una serie de factores que convierten este río en un lugar único para el desarrollo de seres extremófilos. En primer lugar la longitud del cauce y la abundancia de agua, circunstancia que se ve favorecida por la rica capa freática de la zona. Asimismo, la temperatura, elevada, se mantiene más o menos estable durante todo el año y, sobre todo, las sustancias minerales que sirven de alimento a estas criaturas están presentes en grandes cantidades. Asimismo, y al contrario de lo que ocurre en otros enclaves, como salinas o fuentes termales, son estos curiosos microorganismos los que han determinado las características del medio, y no al contrario. Ellos son los que han modelado el sistema hasta lograr un punto de equilibrio.

Las llamativas tonalidades que se aprecian en los diferentes tramos de este río están originadas por la precipitación del hierro, y su mezcla con otros elementos como el cobre, el cinc, el níquel, el arsénico o el cromo. Una paleta química de la que nacen colores imposibles, en cuya naturaleza también influye el tipo de roca presente en el sustrato y el grado de oxidación. A veces, y esta es quizá una de las manifestaciones más sorprendentes del Tinto, los elementos biológicos y los geológicos se combinan dando lugar a los conocidos como estromatolitos, una sucesión de capas formadas por algas, hongos y minerales sedimentados.

La vida, demuestran las aguas del Tinto, es capaz de manifestarse en los lugares más insospechados. No siempre se requieren las circunstancias más favorables para que se haga posible el milagro.

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