Los bancos centrales arrinconan el dólar
La debilidad de la moneda de EE UU aumenta la demanda de euros en las reservas de divisas
¿Empieza a estar en cuestión el dominio del dólar? Se podría decir así si se analiza el acopio de euros que están realizando desde hace dos años los bancos centrales mundiales para alimentar sus reservas de divisas a costa del billete verde estadounidense que, durante el último año y medio, ha sufrido una importante devaluación como consecuencia del elevado déficit fiscal y exterior de Estados Unidos. Este cambio de política, como advierten en Wall Street y la Reserva Federal, plantea un serio problema a la Casa Blanca, porque puede dificultar la financiación de sus abultados desequilibrios.
La debilidad del dólar, o la fortaleza del euro, según se mire, será uno de los temas estrellas de la próxima reunión de ministros de Finanzas de las siete economías más industrializadas del planeta (G 7). El ministro francés de Finanzas, Herve Gaymard, ya ha dicho antes de viajar a Londres que el foro económico debe servir para llegar a un compromiso que permita "corregir las fluctuaciones en los tipos de cambio". La Administración que preside George Bush, que hasta ahora apoyaba con la boca cerrada la debilidad de su divisa para fomentar la financiación de su déficit, tiene un nuevo dato para reflexionar.
Alan Greenspan ha alertado ya del riesgo en la diversificación de estas carteras
El dólar representaba el 66,9% de las reservas en 2001. En 2004, la cifra se reduce al 60%
El último estudio del Central Banking Publications y el Royal Bank of Scotland muestra por primera vez un importante cambio en las carteras de divisas de los bancos emisores mundiales desde el informe que publicó en noviembre de 2002. Los datos, correspondientes al estado de las reservas de 65 bancos entre septiembre y diciembre de 2004, muestran una clara diversificación hacia una mayor exposición del euro.
Dos tercios de los bancos encuestados, es decir, 39 entidades emisoras, hicieron más acopio de euros que de dólares durante los últimos dos años. Según las estadísticas del Fondo Monetario Internacional, anteriores a la publicación de este informe del instituto londinense, el dólar representaba el 63,8% de las reservas en 2003, frente al 66,9% de 2001. El euro, entretanto, pasó de ocupar el 16,7% de las reservas en 2001 al 19,7% en 2003. Los datos de 2004 se publican en abril. La previsión, según el banco de inversiones Citigroup, es que la exposición de los bancos centrales en dólares se reduzca hasta el 60% en pocos años.
"La zona euro", señala el informe Central Banking Publications, "parece sustentarse sobre mejores fundamentos
que EE UU". Lo que preocupa a los bancos centrales mundiales es el llamado déficit gemelo que sufre la mayor economía del mundo. El agujero presupuestario alcanzó en 2004 los 413.000 millones de dólares. La previsión es que en 2005 se sitúe en 368.000 millones, sin contar con los gastos de las operaciones militares en Irak y Afganistán. El déficit por cuenta corriente, entretanto, alcanzó los 164.700 millones de dólares en el tercer trimestre de 2004 y se espera supere los 600.000 millones en el conjunto del año.
Para compensar este desequilibrio, se calcula que EE UU necesita atraer 1.800 millones de dólares diarios o 55.000 millones al mes. Pero lo peor en este momento para Washington es que se está materializando lo que más se temían el Tesoro estadounidense y la Reserva Federal: que los bancos centrales dejen de financiar el colosal desequilibrio en su balanza de pagos, que hasta ahora tiraba de la debilidad de su divisa como fuente de financiación, porque ya no se sienten atraídos por la divisa estadounidense como en el pasado.
El informe es contundente en este punto: "Los bancos centrales continuarán financiando el déficit por cuenta corriente, pero EE UU no podrá seguir apoyándose en esta fuente de financiación como en el pasado".
Y es que los riesgos que asumen los bancos centrales ante esta situación, como cualquier inversor privado, también tienen un límite. Los bancos centrales financian en la actualidad el 83% del déficit exterior de EE UU y la mayoría de los flujos llega de los bancos asiáticos. China, por ejemplo, adquirió el año pasado activos en dólares por valor de 207.000 millones, el equivalente a un tercio del déficit exterior de EE UU. Pero el banco central chino se encuentra entre los pocos que hacen acopio de dólares, aunque en el mercado ya se empieza a especular con que cambiará de política ante el temor de que una fuerte depreciación del dólar le provoque un agujero en sus reservas. Los países productores de petróleo le han visto antes las orejas al lobo y han empezado a recortar los depósitos en dólares hasta el 61,5%, frente al 75% de hace tres años.
Alan Greenspan, presidente de la Reserva Federal (Fed), ha alertado ya del riesgo que supone para EE UU la diversificación de las carteras hacia otras divisas y, en este sentido, dejó entrever que el banco central estadounidense se verá obligado a subir los tipos de interés con más vigor, para que el dólar no pierda atractivo. La Fed, aunque no es la responsable de la política de divisas, dispone de sus propios instrumentos monetarios para hacer frente a esta situación y apoyar al billete verde.
"La debilidad del dólar provocará que muchos bancos centrales reduzcan la proporción de sus reservas", insiste el Central Banking Publications en su informe. Pero se trata además de una medida de protección ante los flujos de capital, como señala la encuesta, a la que se sumarían las tensiones geopolíticas y el incremento de la deuda externa. La Fed toma nota para su próxima reunión: Wall Street da por descontado que el miércoles se anunciarán subidas de un cuarto de punto, hasta el 2,5%, medio punto por encima del de la zona euro.
Los 65 bancos centrales que han participado en la encuesta controlan 1,7 billones de dólares, equivalente al 48% de las reservas globales, que ascendieron a 3,8 billones en mayo de 2004. El 93% de los gestores dice que seguirá haciendo acopio de divisas durante los próximos años y se estima que podrían llegar a los cinco billones en 2008. Este fuerte incremento se frenará cuando EE UU empiece a corregir su déficit y aclare su política respecto al dólar.
Choque en el mercado
"Es nuestra moneda, pero es vuestro problema". La reflexión la hizo John Connally cuando era secretario del Tesoro con Richard Nixon. Ahora, tres décadas después, vuelve a repetirse el mismo problema. La tensión que está introduciendo el debilitamiento del dólar es tal que se está convirtiendo en una cuestión recurrente de confrontación entre EE UU, Europa y Asia. La contienda no es para pasarla por alto, porque el mercado de divisas mueve 1,9 billones de dólares al día y los bancos centrales juegan un papel destacado.
El euro marcó en diciembre un máximo de 1,3670 dólares. El dólar registró una sólida recuperación en las primeras semanas de enero, pero en el mercado de divisas no se quiere lanzar aún las campanas al vuelo. El banco de inversiones UBS señala en un informe que la recuperación del dólar de los últimos días empieza a mostrar síntomas de "cansancio".
Las claves para adivinar movimientos futuros en el tipo de cambio estarán, en cualquier caso, en la próxima intervención del presidente George Bush sobre el estado de la nación, en lo que digan los ministros de finanzas del G 7 y en la decisión que adopten los países productores de petróleo (OPEP), a lo que hay que añadir las elecciones en Irak. Pero el informe del Central Banking Publications ha vuelto a volcar la atención de los operadores en el complejo mercado de las reservas, uno de los factores que explica la caída del dólar en noviembre y diciembre pasados.
Nadie sabe en este momento si los temores que llevaron a la depreciación del dólar de final de año volverán a intensificarse, pero el informe señala que la mayoría de los bancos centrales está diversificando sus reservas sin ser consciente de que un cambio radical de política puede causar una verdadera crisis. Aunque, a reglón seguido, indica que "los grandes bancos centrales tienen un sentido de responsabilidad hacia el sistema". En cualquier caso, en el parqué neoyorquino se empieza a advertir que se trata de "una situación sin precedentes y el mercado lo tendrá que reflejar".
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