Guía del elector perplejo
La crisis del Parlamento es un rumor de tan larga vida que sus orígenes casi se remontan al momento de su nacimiento. Si bien el objetivo básico de esta obra introductoria sobre la estructura, la actividad práctica y el papel de la institución parlamentaria en el sistema político español configurado por la Constitución de 1978 queda fielmente reflejado en el subtítulo del libro (Qué es, cómo funciona, qué hace) y eficazmente conseguido en sus páginas, tampoco podía faltar una reflexión en torno a los problemas contemporáneos derivados de su propia dinámica o atribuibles a causas exteriores.
Enrique Guerrero cumple a entera satisfacción el encargo recibido de los editores de esta colección recién inaugurada -coordinada por Rafael del Águila y Fernando Vallespín- para explicar de forma sistemática y exhaustiva los procedimientos de elección de las dos Cámaras de las Cortes Generales como representación de la soberanía popular y el voto de los ciudadanos; el estatuto de diputados y senadores (incluidos sus privilegios de inviolabilidad, inmunidad y fuero judicial); la escurridiza naturaleza conceptual de los grupos parlamentarios; los órganos de las Cámaras (desde la Mesa a la Diputación Permanente, pasando por el Pleno, las Comisiones y la Junta de Portavoces); y sus funciones básicas (legislativa, electiva y de control del Gobierno).
EL PARLAMENTO. Qué es, cómo funciona, qué hace
Enrique Guerrero Salom
Síntesis. Madrid, 2004
254 páginas. 15,87 euros
Pero los lectores que dispongan ya de esos conocimientos y sólo necesiten a lo sumo refrescarlos encontrarán también en esta obra los temas centrales de un debate de gran interés para la opinión pública: las insuficiencias y los defectos del sistema bicameral español. La reforma del Senado, la agilización de los debates, la revisión del sistema electoral y la puesta al día de los anquilosados reglamentos de ambas Cámaras forman parte de esa lista de problemas.
Por lo demás, el carácter normativo de la Constitución de 1978 incluye dentro de su ámbito jurisdiccional al propio Parlamento, parcialmente despojado además de poder legislativos por la primacía del derecho europeo. Y la democratización de la vida pública, los reforzados poderes intervencionistas de los gobiernos en sociedades cada vez más complejas, el Estado de los partidos (con su correlato del Parlamento de los Grupos) y la fijación de la agenda por los medios de comunicación han rebajado la privilegiada posición ocupada por el Parlamento en los tiempos de la política de notables y del sufragio censitario.
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