Estados Unidos sufre el mayor número de bajas desde que comenzó la guerra
Bush pide a los iraquíes que acudan a las urnas "para derrotar a los terroristas"
El accidente de un helicóptero de transporte durante una tormenta de arena en el oeste de Irak, cerca de la frontera con Jordania, costó ayer la vida a los 31 marines que iban a bordo. El Pentágono investigaba anoche lo sucedido. Los ataques de grupos insurgentes mataron a otros seis soldados, con lo que la jornada fue la peor para las Fuerzas Armadas de EE UU en Irak desde el comienzo de la guerra, en marzo del 2003. El presidente, George W. Bush, hizo un llamamiento a los iraquíes para "derrotar a los terroristas" votando en las elecciones del próximo domingo.
El helicóptero CH-53 transportaba a marines de la Primera División y se estrelló cerca de la ciudad de Rutbah. El general John Abizaid, responsable del mando central, dijo que "el tiempo era malo en la zona" y que no se sabía si, además, había habido algún ataque contra el aparato, que estaba llevando a cabo "una misión de rutina" relacionada con las elecciones. "Trabajamos en un entorno peligroso en Irak", recordó Abizaid. Y nunca mejor dicho, porque a las 31 víctimas hubo que sumar ayer otros cuatro marines muertos en combate en la provincia de Al Anbar y otros dos soldados, en el recrudecimiento de la ofensiva lanzada por los grupos armados en vísperas de las elecciones, que costó la vida además a cerca de 30 iraquíes, víctimas de coches bomba.
Según la agencia Associated Press, con las 37 bajas de ayer el número de soldados muertos en Irak asciende a 1.409 (otros cálculos sitúan la cifra en 1.417); el día que más muertos había habido hasta el momento fue el 23 de marzo de 2003, en plena guerra, cuando 28 soldados cayeron en diversos enfrentamientos.
Bush envió desde la Casa Blanca el pésame a las familias -"lloramos y guardamos luto cuando los soldados pierden su vida"- y dijo que lo ocurrido era "muy descorazonador para los estadounidenses", a los que pidió que entiendan que "lo vital es el objetivo a largo plazo: extender la libertad". En caso contrario, "Oriente Próximo seguirá siendo una caldera de odio y resentimiento, un campo de reclutamiento de los que tienen una visión del mundo exactamente opuesta a la nuestra".
El presidente, en una conferencia de prensa que no había sido anunciada, llamó a los iraquíes a "votar y derrotar a los terroristas" y manifestó que confiaba en un alto grado de participación en las elecciones, aunque prefirió no hablar de porcentajes: "El hecho de que se celebren estas elecciones es ya un éxito y un gran momento en la historia de Irak", señaló, pero rebajó después las expectativas al decir que "claramente la intimidación" de los grupos violentos podría disuadir a muchos iraquíes de acercarse a las urnas.
En un día en el que muchos norteamericanos volvieron a preguntarse si merece la pena la guerra, y cuando la perspectiva postelectoral iraquí pone en primer plano la ansiedad sobre la retirada de las tropas, el presidente reiteró su mensaje: los soldados estarán hasta completar su misión "tan pronto como sea posible". "Al enemigo nada le gustaría más que una retirada precipitada antes de que los iraquíes estén preparados para defenderse". ¿Cuándo ocurrirá eso? Nadie lo sabe, pero Bush añadió que "durante el próximo año avanzaremos en nuestro plan de garantizar que están mejor preparados para defenderse y luchar".
Aval del Senado a Rice
Condoleezza Rice, la elegida por Bush para llevar adelante su política exterior, superó ayer la confirmación del Senado (en donde los republicanos son mayoría, con 55 escaños de los 100 que tiene la Cámara), con un resultado de 85 votos a favor y 13 en contra. La aparente holgura es engañosa, porque el puesto suele concitar un elevado grado de consenso: Colin Powell, predecesor de Rice, fue confirmado por unanimidad -en tiempos más sencillos que los actuales- e incluso secretarios de Estado más polémicos, como Henry Kissinger y Alexander Haig, sólo tuvieron siete y seis votos en contra, respectivamente.
En otro nombramiento polémico, el del responsable de Justicia, Alberto Gonzales, la Comisión Jurídica del Senado arrojó una votación muy apretada, de 10 a favor y 8 en contra. En este caso, ningún demócrata respaldó a Gonzales, que, en calidad de asesor jurídico de la Casa Blanca, amparó la política de prescindir de las garantías de Ginebra para los prisioneros de guerra en el caso de los combatientes extranjeros detenidos después del 11-S en Afganistán y otros lugares. El pleno del Senado confirmará a Gonzales la semana que viene.
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