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Columna
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La serie

Miquel Alberola

A pesar de las dos décadas de autonomía valenciana, las relaciones del Consell con la Generalitat de Cataluña siempre han venido determinadas por Madrid, y en función de los intereses globales de los dos partidos mayoritarios. Es una anomalía frecuente que se superpone al interés de la autonomía. La mayoría absoluta del PSOE de los ochenta, y su contencioso permanente con Convergència i Unió (CiU), cuya punta de máxima electricidad fue el caso Banca Catalana, envenenó la relación oficial entre catalanes y valencianos durante varios años. Con ese acoso Jordi Pujol pagaba la factura de su apoyo a UCD para garantizarle la gobernabilidad entre 1981 y 1982, y el Consell de Joan Lerma, por la debida obediencia socialista, secundaba esta acción con un vacío total en las relaciones, cuando no en tensión, como ocurrió entre el verano y el otoño de 1989 con la guerra de las frecuencias televisivas. Eso sólo lo arregló una nueva coyuntura, como la de 1993, en la que el PSOE necesitó pactar con CiU para evitar ser desalojado del Gobierno por el PP. Lerma y Pujol reconsideraron entonces el tiempo perdido y esbozaron una agenda de acuerdos que quedó en suspenso tras la llegada del PP a la Generalitat valenciana. Sólo fue posible retomarla en 1996, cuando el PP necesitó de CiU en Madrid porque había ganado las elecciones generales por la mínima. Entonces la relación fue fluida y en ella se sitúa el germen de la Acadèmia Valenciana de la Llengua, pero la mayoría absoluta del PP en la legislatura siguiente acabó con esta correspondencia. El reciente triunfo del PSOE en España, el del PSC en Cataluña y el del PP en la Comunidad Valenciana han acentuado esa neurosis con episodios deplorables y siempre ligados a las estrategias de estos partidos, como la caza decretada por el PP a Miguel Ángel Moratinos tras vincular a José María Aznar con el golpe de Estado de Venezuela y el asunto del memorándum lingüístico, que van parejos. Ahora, después de que la intervención del Rey haya enfriado el encabritamiento del PP y el PSOE con la amenaza del plan Ibarretxe de fondo, vuelven a producirse "contactos" para establecer una colaboración que los empresarios consideran necesaria. Y hasta la próxima.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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