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Washington se convierte en una fortaleza para la toma de posesión

Washington es hoy una ciudad en estado de sitio en la que medio millón de personas celebra la segunda toma de posesión del presidente George W. Bush. Un gran cuadrado del centro de la capital, en el que cabe un centenar de manzanas, está cerrado al tráfico desde ayer por la tarde. La burocracia gubernamental, casi todas las empresas privadas y los organismos internacionales -Banco Mundial, FMI y Banco Interamericano- cerraron ayer sus puertas y no las abrirán hoy. Con una temperatura bajo cero, la nieve cayó ayer sobre calles surcadas por caravanas de coches con protección especial, por las que se aventuraban sólo los turistas llegados para la fiesta. El Gobierno español estará representado por el embajador.

La policía ha pedido que nadie vaya al centro en automóvil; el gran atasco de tráfico del martes por la tarde hizo que ayer la advertencia fuera eficaz: las grandes avenidas que conectan el centro de la ciudad con los barrios periféricos estaban casi desiertas. El metro está desbordado, a pesar de que se ha reforzado el servicio. "Una exageración, una exageración absurda", según Genn Glass, que llegó ayer tarde a su trabajo en una oficina situada a tres manzanas de la Casa Blanca y que planeaba irse dos horas antes para evitar problemas. "Una seguridad sin precedentes", advirtió la semana pasada Tom Ridge, responsable de Interior.

Anticipación

6.000 policías y 7.000 soldados, además de todos los agentes federales disponibles, están movilizados: hay un responsable de seguridad por cada 25 visitantes. Tiradores de élite en los tejados, patrullas con perros por las calles, equipos preparados para ataques químicos o biológicos, barreras de hormigón y calles cerradas, baterías de misiles antiaéreos en los tejados, helicópteros y aviones de combate desplegados, restricción de vuelos comerciales y de la navegación en el río Potomac. "Hemos tratado de anticipar cualquier posibilidad, cualquier amenaza en la que podamos pensar", según Galen Jackman, responsable del distrito militar de Washington.

El presidente abre la jornada, como sus predecesores, asistiendo a un servicio religioso en la iglesia episcopaliana de St. John, frente a la Casa Blanca. A las 12 en punto jura su cargo -con predicción de frío y más nieve- y a continuación almuerza con los líderes del Congreso. A las dos de la tarde empieza la gran parada inaugural desde el Capitolio hasta la Casa Blanca a través de Pennsylvania Avenue, la Calle Mayor de América, y el objeto de mayor preocupación para los responsables de seguridad. En tiempos más tranquilos, era tradición que el presidente echara pie a tierra para saludar a algunos de los que abarrotan las aceras, pero no está claro que hoy vaya a ocurrir eso.

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