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Reportaje:

Bibliotecaria, profesión de riesgo en Alegría

El Ayuntamiento del pueblo alavés apoya a la encargada del centro, agredida y acosada por una cuadrilla de adolescentes

Ser bibliotecario en Alegría-Dulantzi (Álava) no es ningún chollo y, menos, si se es mujer. Esta localidad cercana a Vitoria, que ha vivido en estos años un crecimiento urbanístico espectacular, tiene el dudoso honor de necesitar guardias jurados para proteger un edificio dedicado al estudio, la consulta y el préstamo de libros. La última responsable del centro ha sufrido durante 2004 varios ataques, entre ellos un intento de agresión sexual y un disparo de carabina por la espalda. El jueves, el pleno del Ayuntamiento aprobó una moción de apoyo a esta funcionaria interina, bajo fuertes disputas internas entre los concejales, mientras los adolescentes responsables de estas tropelías siguen haciendo de las suyas.

La biblioteca de Alegría-Dulantzi se encuentra en un edificio apartado, con acceso único por un porche cubierto, abre por la tarde y tiene calefacción, es decir: el refugio ideal para los adolescentes. Así ha sido durante generaciones, recuerdan los vecinos del pueblo: "Era una forma de socialización el encontrarse en este lugar no controlado por los padres, donde también se podía ejercer la rebeldía contra las normas de la biblioteca". Romper el silencio a gritos, fumar, comer; el enfrentamiento con el bibliotecario de turno, ha sido habitual en los últimos lustros.

Pero la actual generación ha ido más lejos. Baste con decir que los trabajadores del Ayuntamiento llaman al porche de entrada "la cueva de Alí Babá y los 40 ladrones", tras haberse convertido en el refugio de media docena de adolescentes gamberros.

Con este panorama se encontró Laura cuando accedió como funcionaria interina al cargo de bibliotecaria. Laura, que no era de Alegría, se enfrentó a esta pandilla con mano izquierda: logró que participaran en algunas actividades del centro, pero pronto llegó el choque con los más descarados. "Tú a mí no me dices lo que tengo que hacer", "vete a la mierda", fueron las respuestas más suaves que recibió cuando se enfrentaba a ellos. Cuando les recriminaba, por ejemplo, que en los ordenadores de la biblioteca no se podía acceder a páginas pornográficas de Internet.

Agresión sexual

Hasta que, un día, en febrero de 2004, sufrió una agresión sexual por parte de uno de estos adolescentes. La bibliotecaria denunció el acoso en el Ayuntamiento y los tribunales. Los responsables (dos menores de edad, uno de ellos con menos de 14 años) fueron juzgados: el primero realizó trabajos para la comunidad, concretamente en la biblioteca; el segundo, por su edad, no recibió condena alguna.

Esta agresión llevó al Ayuntamiento de Alegría a proteger la biblioteca con un agente de seguridad privada. Pero en junio, con la entrada del horario de verano, se le retiró esta protección. Inmediatamente, la delegada sindical del municipio, Maite Martínez de Marañón, solicitó que se reanudaran los servicios de protección. Volvió a insistir en el mes de septiembre, y el alcalde, José Luis Martínez Elejalde, no respondió hasta noviembre, con una escueta comunicación: "Esta alcaldía considera que su seguridad [la de la bibliotecaria] en el trabajo está garantizada y la evaluación de riesgos y determinación de prioridades en su puesto de trabajo no contempla medida alguna preventiva (...) por lo que no se considera adecuado restablecer el servicio del agente de seguridad".

Pero el 30 de noviembre pasado, la bibliotecaria recibía un perdigonazo por la espalda. Se presentó la correspondiente denuncia, pero se desconoce quién ha podido ser el autor; sobre todo, porque son varios los jóvenes de la cuadrilla de gamberros que andan con la carabina por el pueblo. "Lo mismo matan palomas que gatos que disparan a latas vacías", reconoce un vecino. "Fue un grave error del alcalde asumir la responsabilidad sobre la seguridad de la bibliotecaria, pero todavía no lo ha reconocido", recuerda Ritxar Bacete, el edil de Ezker Batua.

"Es una cuadrilla problemática, que incluso ha insultado al alcalde y a otro concejal cuando les han recriminado su comportamiento", precisa Martínez de Marañón. Es más, en aquella ocasión en que el alcalde se enfrentó a los jóvenes por la agresión sexual a la bibliotecaria, los padres de uno de ellos llegaron a denunciar a Martínez Elejalde.

Ahora, la biblioteca de Alegría, regentada provisionalmente por una joven del pueblo, está más tranquila. "Sobre todo, desde que se le prohibió la entrada a esa cuadrilla", aclara Maite Martínez de Marañón. "Y también porque la bibliotecaria es de Alegría, con lo que tiene el respaldo de su familia", recuerda Bacete. Pero esta banda de gamberros sigue haciendo de las suyas. Laura, la anterior bibliotecaria objeto de las agresiones, sigue de baja.

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