La fértil amistad Scorsese-DiCaprio
El director y el actor presentan 'El aviador' y confirman que harán una tercera película juntos
Primero fue Gangs of New York. El próximo abril, según confirmaron ayer ambos, empezarán a rodar juntos The departed, una historia sobre el hampa de Boston en la que luchan gánsteres y policías irlandeses. Y en medio han hecho El aviador, una gigantesca producción de 110 millones de dólares que narra en casi tres horas frenéticas, a ratos espectaculares y a ratos oscuras, 20 años de vida, ascenso y caída de Howard Hughes (1905-1976), fascinante y también siniestro personaje tejano que encarnó como nadie el sueño americano y que fue, entre otras cosas, petrolero; pionero, héroe y diseñador de aviones; dueño de casi todos los casinos de Las Vegas; el hombre más rico del mundo (en 1966); productor de cine, descubridor, marido y amante de estrellas; adicto a los opiáceos y a los kleenex, obsesivo compulsivo, hipocondriaco, paranoico de los gérmenes y, de remate, afrofóbico (tenía yuyu a los negros desde que a los 17 años presenció unos violentos disturbios raciales en Houston).
DiCaprio: "A Martin le da pánico volar, pero hizo 'Toro salvaje' y no sabía de boxeo"
El director cree difícil que a Hollywood "se le ocurra volver a darme tanto dinero otra vez"
La película, que se estrena el viernes en 400 salas de toda España, fue presentada ayer en Madrid por su director, Martin Scorsese, y su actor principal y productor ejecutivo, Leonardo DiCaprio, y es el último testimonio visible de la fructífera relación personal, artística y laboral que mantienen hace unos años estos otros dos personajes fascinantes y tan diferentes.
Martin Scorsese llegó a este aviador de aspecto y factura hollywoodiense y ya nominado a seis globos de oro (los premios se conocerán en la madrugada española del lunes) por su amigo Leo; la película es un proyecto de DiCaprio, que
tras leer y trabajar sobre el guión de John Logan, buscó la pasta para rodarlo y se lo envió al director de Malas calles.
Éste aceptó al vuelo, según cuenta el actor. "Le dije que no sabía si podría hacerlo porque conocía muy bien su pánico a los aviones. Y él me dijo que hizo Toro salvaje sin saber una palabra de boxeo".
"El guión era casi perfecto, uno de los mejores que he leído", matiza Scorsese.
"Sólo tenía 190 páginas, pero menos es más: es un guión de detalles, donde es tan importante lo que se cuenta como lo que no. A mi juicio, casi todo Hughes estaba allí, el joven vibrante y visionario, el principio de su declive... Se explica muy bien quién fue y cómo fue su caída. De hecho, rodamos todo lo que estaba en el guión y sólo sobró una pequeña escena. Lo siento por el DVD, no podremos meter muchas más cosas".
La capacidad de síntesis del guión es notable sobre todo en algunos temas cruciales, como por ejemplo los innumerables amoríos del magnate, que la película concentra en tres: Jean Harlow (a la que el joven productor y director Hughes conoció como cerillera en el club The Coconut Grove y convirtió en mito erótico); Ava Gardner (fueron grandes amigos durante 20 años), y Katharine Hepburn, inteligente y seductora pija sureña a la que interpreta con alucinantes dotes miméticas Kate Blanchet.
Sobre la actriz australiana, DiCaprio y Scorsese sólo tienen palabras entregadas. DiCaprio: "Es curioso que para la voz más emblemática del cine americano, la más reconocible, hayamos tenido que recurrir a una australiana; pero Kate es un camaleón y refleja de manera espléndida su carisma y su humor". Scorsese: "Es una actriz de extraordinaria inteligencia, con un impresionante control de su técnica. Para el papel sólo hablamos sobre Katharine tres horas una noche; luego le pedí que viera en pantalla grande todas las películas que rodó desde 1931 hasta 1938. Así se metió en su subconsciente, en su mirada y en su lenguaje corporal".
Ésa es la parte cómica, romántica y luminosa de la película: unos 45 minutos iniciales a toda pastilla (al ritmo de Casino) que, sumados a algunas escenas espectaculares (quizá demasiado), como la del accidente de avión de Hughes sobre Beverly Hills, parecen dar forma a una película menos oscura y violenta de lo que suele ser habitual en el director de Uno de los nuestros: "Desde un punto de vista superficial puede parecer que el principio de la película sólo es light y entretenido", se defiende Scorsese. "Pero eso refleja lo que era el guión. Y a mí me gusta mucho cómo está contada la historia: creo que es verdad que la juventud de Howard Hughes fue así. Luego, poco a poco, el color se hace más bajo, la luz más oscura, y así, por contraste, podemos empezar a apreciar mejor que es un hombre que va a caer desde lo más alto. Para mi gusto, la película tiene mucha violencia subliminal y subterránea".
DiCaprio y el maestro Scorsese trataron de captar "juntos" el alma atormentada y compleja de Hughes, un personaje shakespeariano y maniático que muchos actores pagarían por interpretar. El engominado Leonardo DiCaprio reconoce que sus labores como productor quedaron completamente eclipsadas por los forcejeos para lograr dar vida a ese ser extraño, "muy diferente a mí, tan obsesivo, tan lleno de fobias y paranoias con los gérmenes y los microbios, que intentó vivir lo más aislado y alejado posible de los medios de comunicación".
El director dice que el rodaje fue "estupendo", menos duro y menos largo que el de Gangs of New York. "Había muy buen rollo, aunque a veces el espíritu de Hughes se contagiaba al equipo y pasábamos días muy intensos. Leo y yo estábamos bastante obsesionados por meternos en su piel, en su alma, por ponernos en su situación y por plasmar de una manera especial que estábamos hablando de un tipo muy especial".
Alguien preguntó qué fue lo más difícil de rodar. ¿Tal vez la escena de la caída del avión? No. Para Scorsese, lo más complicado fueron "las dos semanas que pasamos rodando la crisis de ansiedad que tuvo Hughes en la sala de proyecciones. Leo tenía que estar siete horas maquillándose, hablaba a través de una puerta, rodeado por las botellas de leche llenas de orina... Ahí sí que nos empapamos bien del más intenso Howard Hughes".
¿Y qué fue lo que le indujo a decir que no volvería en una temporada larga a dirigir una superproducción estilo Hollywood como ésta? "Bueno, quizá se me entendió mal. No se trata de que tenga que hacer necesariamente filmes independientes para vivir. Lo que digo es que he tenido mucha suerte pudiendo rodar dos películas de presupuestos gigantescos seguidas, Gangs of New York y El aviador. Una la hice por mi gusto y la otra casi por accidente. Pero es muy difícil que vuelvan a coincidir pronto varias cosas a la vez: espectáculo, entretenimiento, un personaje oscuro, un material fascinante y un presupuesto fabuloso. Es difícil que me pase a mí. Y es mucho más difícil que a ellos se les ocurra darme tanto dinero otra vez. O sea, que no sé si hay sitio en Hollywood para el tipo de historia que me interesa hacer a mí".
¿Cuáles son sus esperanzas para los Oscar, entonces? "Me gustaría, por la película y los actores. Yo he pasado demasiado tiempo de mi vida sin un Oscar, y aunque sería bonito... ¡Uno no hace una película para ganar un Oscar! He sido muy feliz haciendo las películas que quería hacer sin ganar el Oscar al mejor director. Pero sí veo que esta película es interesante, para adultos, más que lo usual en Hollywood, y quizá si triunfa puede ayudar a que los jóvenes hagan sus películas con más presupuesto".
Babelia
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