Los palestinos votan hoy por la paz
Los sondeos de opinión pronostican una clara victoria de Abu Mazen en la elección presidencial
Mahmud Abbas, alias Abu Mazen, se ha convertido para la mayor parte de los palestinos y la comunidad internacional en una nueva esperanza para la paz. Los sondeos le auguran un amplio triunfo electoral en las elecciones presidenciales que se celebran hoy en los territorios de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este, en los que están llamados a participar alrededor de 1.800.000 electores, de los que cerca de un 67% se han registrado para votar. La práctica segura victoria del candidato oficialista supone la culminación del proceso de transición que de forma democrática y pacífica está llevando a término el pueblo palestino tras la muerte del presidente Yasir Arafat el pasado 11 de noviembre y la consagración de un dirigente capaz de reasumir el proceso de negociación de paz con los israelíes, interrumpido tras cuatro años de Intifada.
Los comicios se celebran en los territorios de Cisjordania, Gaza y Jerusalén Este
Hamás no se sintió con fuerzas suficientes para presentar su candidatura
La victoria presumible del candidato Mahmud Abbas, de 62 años, es el premio lógico de una de las campañas electorales más fulgurantes y meteóricas de la historia palestina; en poco menos de un mes ha pasado de ser un personaje controvertido y aborrecido a convertirse en uno de los líderes políticos más alabados y deseados. Sus índices habituales de popularidad no habían superado en los últimos años el 2%, colocándole el farolillo rojo de las encuestas.
Sin embargo, ahora los sondeos le auguran el 65% de los votos, muy por encima de su rival más próximo, el independiente Mustafá Barguti, que quedaría estancado en un 22%, según asegura el Palestinian Center for Policy and Survey Research, que en Ramala dirige Jalil Shikaki, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Columbia.
"La gente lo percibe como un hombre práctico que puede ayudarles a mejorar las condiciones de vida y superar así las dificultades diarias", aseguraba hace pocos días a la prensa el profesor Fayssal Hurani, de 66 años, uno de los primeros dirigentes de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), firme opositor de los Acuerdos de Oslo.
Otros analistas tratan de justificar el apoyo popular a Mahmud Abbas asegurando que en las últimas semanas el candidato oficial ha sabido cambiar su lenguaje, acercarse al pueblo palestino y hacerse cargo de muchas de sus reivindicaciones y aspiraciones, de manera clara y contundente, como hasta ahora nunca nadie lo había hecho.
El fenómeno Abu Mazen se explica también con la lógica del hombre medio palestino, que cuando se le insiste respecto a las razones que le llevarán hoy a votar a favor del candidato oficial se encoge de hombros y contesta de forma tajante que en su opinión no hay otro candidato, aparte de Mahmud Abbas, capaz de sustituir la ausencia de Yasir Arafat. Con esta respuesta se reconoce la legitimidad histórica del aspirante para convertirse en el segundo presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y se premia una larga trayectoria a favor de la lucha nacional, que se inició en los años 60, cuando fundó junto con Arafat el partido Al Fatah, se hizo después cargo de la dirección de la OLP, para convertirse en la década de los años 90 en uno de los artífices de los Acuerdos de Oslo, tras haber establecido canales de diálogo secretos con los pacifistas israelíes.
Pero no todo es el resultado del esfuerzo y la trayectoria histórica de Mahmud Abbas. El candidato oficial de Al Fatah ha podido efectuar esta carrera fulgurante hacia la presidencia palestina gracias a la ausencia de rivales directos, entre los que se encuentran el líder de la Intifada y secretario general de Al Fatah en Cisjordania, Maruan Barguti, y el partido fundamentalista Hamás. Barguti, que se encuentra encarcelado en una prisión israelí, fue obligado a retirar su candidatura tras recibir enérgicas presiones por parte de la dirección del partido gubernamental, mientras que Hamás no se sintió con fuerzas suficientes para presentar un candidato, ya que se encuentra descabezada tras los asesinatos de sus máximos líderes, Ahmed Yasin y Abdelaziz Rantisi.
Muchos de los seguidores entusiastas que apoyan ahora la candidatura de Abu Mazen parecen haber olvidado que en septiembre de 2003 se manifestaban por las calles de las ciudades palestinas reclamando su dimisión como jefe del Gobierno. Las protestas fueron tan virulentas y la actitud del Parlamento tan hostil que le obligaron a presentar su renuncia como primer ministro, cuando apenas había cumplido cuatro meses de su toma de posesión, y le condenaron a un exilio político que se ha alargado hasta el pasado mes de noviembre, cuando reapareció junto al lecho de muerte de Arafat. En aquella ocasión, Abu Mazen fue acusado de ser un peón colocado por Estados Unidos para tratar de desacreditar y minimizar la figura de Arafat, que en aquella época era víctima de una campaña orquestada desde Israel que pretendía someterlo a un asedio político y convertirlo en un personaje irrelevante.
La considerable estatura política de Abu Mazen ha dejado en la cuneta a su más directo rival, Mustafá Barguti, representante de los sectores radicales pacifistas, pero también a otros de los aspirantes, entre los que se encuentran Basam Salhi, representante del ex comunista Partido del Pueblo, y Taisir Jalid, del Frente Democrático para la Liberación de Palestina.
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