Esencia del 'underground'
Pura esencia del rock underground norteamericano y auténticos supervivientes en un tiempo, el de hoy, en el que precisamente para el rock lo que no quedan ya son catacumbas underground en las que preservar las viejas esencias, toda vez que se han proscrito sus elementos de peligrosidad, R.E.M., el trío musical -antes cuarteto- de Athens (Georgia), inició anoche el capítulo español de la gira de presentación de su último disco, Around the sun. Esta noche, tocarán en el Palau Sant Jordi de Barcelona, y en primavera regresarán de nuevo a España para tocar en Torrevieja (Alicante) y Gijón.
Mediada la cuarentena en la edad de cada uno de los tres fundadores del grupo, la versión R.E.M. de 2005 inició su concierto con cierta rabia eléctrica y velocidad, como para demostrar que quien tuvo, retuvo. La dinámica ejecución de Finest worksong, Begin the begin, So fast, so numb y Animal, los cuatro temas con los que la banda buscó y logró desde el inicio del concierto la complicidad inmediata del público, hacían presagiar que la fuerza iba a ser el elemento característico en la actuación del grupo. La simplicidad escénica, la elegancia del planteamiento -con unas bonitas luces de diseño y una pantalla de vídeo de formato de imagen más alargado que lo usual- y un sonido francamente bueno y en el que se apreciaban los sutiles matices guitarreros de Peter Buck conformaban el marco ideal para disfrutar de la música de un grupo que parece más apropiado para recintos de medio aforo que para grandes pabellones.
R.E.M.
Michael Stipe (voz), Mike Mills (bajo y teclados), Peter Buck (guitarra) y Hill Rieflin (batería). Plaza de Toros de Vistalegre. Madrid. Sábado, 8 de enero.
Michael Stipe encarnó a la perfección la elegancia en el rock moderno
Sin embargo, la lista de canciones fue, a partir de ahí, un continuo sube y baja, en el que temas antiguos, de esos que no fallan, iban arropando a las canciones nuevas, sin que el resultado fuera lo que se dice del todo homogéneo. Apoyados en escena por un teclista y un teclista-guitarrista, la banda de Stipe rozó la gloria cuando volvió a tocar temas añejos y del dominio público, como Everyvbody hurts, Imitation of life o un exquisito The one I love, al que el grupo supo sacar todo el jugo. Junto a ellas, sin embargo, las canciones de su nuevo disco no parecieron estar nunca a la altura de sus grandes éxitos, procediendo a generar algunos momentos de gelidez que apagaban la pasión obtenida en la anterior ejecución de los temas citados. Al menos la reacción del público se enfriaba un tanto, como esperando a otra canción conocida en la que ponerse a cantar toda la letra. Sobre el escenario, un Michael Stipe que encarnaba a la perfección la elegancia en el rock moderno y sensible condujo en todo momento con gran maestría las evoluciones de un grupo sin riffs, ni las artificiosidades exhibicionistas que se le suponen a una banda de rock. Como era de esperar, lo mejor vino en el tramo final de la actuación, en el que R.E.M. atacó canciones que tienen ya categoría de himnos: What's the frequency, Kenneth?, uno de los clásicos de la década pasada, la directa Permanent vacation y la ensoñadora Man on the moon, con la que R.E.M. dio por finalizada su actuación en la capital en medio del fervor de los espectadores que habían agotado todas las localidades desde hacía más de un mes.
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