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El interés por la música en directo se consolida pese al cierre de numerosas salas

Los locales de conciertos se asocian y reclaman a Cultura "diálogo y protección"

Amelia Castilla

Mientras el mercado discográfico se mantiene anclado en la crisis sin que se aprecien signos de recuperación, el interés del público por la música en directo parece consolidarse. El número total de recitales celebrados en 2003 fue de 101.323, un 39,6% más que el año anterior, según datos de la SGAE. Pero mantenerse no es fácil. Las salas que programan música en directo reclaman mayor protección a las autoridades, y el programa Artistas en Ruta, organizado por la AIE (Sociedad de Artistas Intérpretes o Ejecutantes), trata de abrir nuevos circuitos para los artistas.

Las previsiones en lo que a música en directo se refiere también son optimistas. Los datos de Delfos, el boletín trimestral de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE), sobre la industria apuntan que la asistencia a conciertos no variará en los próximos meses. Pese a que las cifras muestran una subida del número de actuaciones y un aumento de la recaudación en más de 10 millones de euros, el número de espectadores se ha reducido en un 3,7% respecto al de 2002, "un año atípico respecto a este dato debido a que los espectáculos vinculados con Operación Triunfo obtuvieron un gran éxito" y arrastraron a un público que se acercaba por primera vez a la música. Según se desprende de estos datos, el fenómeno triunfito ha tocado fondo y se ha producido una selección natural de los artistas en la que el triunfador sería David Bisbal.

"La depresión en el ámbito de las ventas de discos no cesa -durante el primer semestre de 2004 cayeron un 10,6%-, por eso optamos por movernos en otra vía. La idea era arropar la creatividad de los artistas, al tiempo que ayudábamos a las salas que programan música en directo, bares o locales de aforo reducido. Para conseguirlo, como en otros países europeos, tratamos de apoyar unos circuitos de música establecidos", cuenta Luis Mendo, vicepresidente de la Sociedad de Artistas Intérpretes o Ejecutantes (AIE), creadora del programa Artistas en Ruta, que funciona hace 10 años. Desde su inicio, Artistas en Ruta ha programado 1.100 conciertos de 288 artistas y grupos de diferentes estilos, con una asistencia de 105.000 espectadores en más de 90 salas.

Desinterés general

El programa (www.aie.es) arrancó en 1995, año en que se censaron en España más de 450 salas que programan de forma habitual música en directo. Entre los artistas que han intervenido en las distintas ediciones figuran músicos que con el tiempo han conseguido hacerse un hueco en el mercado, como Burning, M-Clan, Diego Amador, Ruper Ordorika, Luis Pastor, Albert Plá, Pau Riba, Ricardo Solfa o Enemigos. La selección de salas y de artistas que cada año participan en este programa la lleva a cabo una comisión representativa compuesta por especialistas musicales y representantes de las comunidades autónomas.

Como en otras cuestiones relacionadas con el mundo de la cultura en España, las cifras no suponen gran cosa si se comparan con otros países europeos, especialmente Francia. "Aquí la música no importa un carajo", dice Luis Mendo. Los artistas empiezan de nuevo cada día, salvo los que consiguen tener un status propio, como puede ser el caso de Serrat o Alejandro Sanz. ¿Cuándo se ha hecho aquí un esfuerzo por apoyar cualquier tipo de música? El flamenco, por ejemplo, es un tesoro que se debería cuidar y potenciar al máximo".

Pese a que el público responde y a que las expectativas de futuro son optimistas, las salas que programan música en directo no parecen tenerlas todas consigo. Como un ejemplo de la falta de apoyo, Mendo cita el caso de algunos ayuntamientos más preocupados por perseguir a las salas, cuya vida pende de un hilo, que de potenciar la actividad musical. Suristán y Caracol, dos míticas salas madrileñas; La Cova del Drac, La Boite y La Rosa de Foc, en Barcelona, han cerrado sus puertas últimamente y otros locales amenazan con seguir sus pasos. La gravedad de la situación ha animado a músicos y programadores a unirse. Financiarse, mantener una infraestructura, conseguir una licencia, acceder a subvenciones o participar en los grandes ciclos culturales de la ciudad son los grandes retos para estos locales.

"Un artista alcanza las prebendas del paraguas institucional según el espacio donde actúe", aseguran en un comunicado representantes de las salas de distintas comunidadades autónomas. Para buscar una salida, hace unas semanas se reunían en Madrid. Al encuentro acudió también Concha Hernández, asesora de música de la Dirección de Cultura, y como conclusión de la reunión se establecieron los cimientos para la creación de una asociación de carácter estatal.

Entre las reivindicaciones de este colectivo destaca la petición de "una regularización y unificación de la forma jurídica de las licencias de funcionamiento y el reconocimiento de las salas de música en directo como espacios culturales y su integración en el tejido cultural". Utilizando como referencia el modelo francés, los programadores opinan que debería ser el Ministerio de Cultura quien otorgue la licencia a estos espacios, que, en algunos casos, llevan más de 15 años "salvaguardando tan importante equipamiento cultural".

Una imagen de la sala madrileña Suristán, que se vio forzada a cerrar sus puertas.
Una imagen de la sala madrileña Suristán, que se vio forzada a cerrar sus puertas.BERNARDO PÉREZ

El clásico y los recién llegados

Este mes, el Harlem Jazz Club de Barcelona ha celebrado el 17ª aniversario. Por la sala, donde se han celebrado 5.600 conciertos en este tiempo, han pasado artistas como Pi de la Serra, Pau Riba, Tete Montoliu, Ojos de Brujo o Perico Sambeat, entre otros. A partir de enero cumplirán con los compromisos adquiridos que cubren la programación hasta el próximo mes de junio, pero a partir de esa fecha su propietario ha decidido no asumir nuevos compromisos. En ese caso, el Harlem Jazz mantendría el bar pero dejaría de programar conciertos. "Estoy cansado de la indiferencia cuando no de la hostilidad de la casi totalidad de la Administración pública, que utiliza el dinero recaudado en subvencionarlo todo, desde la agricultura a la cultura, pero no cree que las salas que programan música en directo necesiten ni merezcan apoyo institucional", asegura Daniel Negro, su propietario, quien argumenta también que este tipo de salas arriesgan cada día al programar tanto a artistas consagrados como a los que aún no lo son. "¿Por qué estamos considerados como industria molesta, porque vendemos bebidas? También lo hacen en los museos, teatros u hospitales y nadie les estigmatiza. Queremos que se nos respete como a cualquier otra actividad industrial que cumple con los requerimientos de las normas de seguridad, sanidad, insonorización y horarios", dice.

El Harlem Jazz ya forma parte de la historia, pero en el mercado de las salas que programan música en vivo se producen altas y bajas casi a diario. Revólver, la mítica sala madrileña, reabre sus puertas en la calle Silva con una programación de flamenco los lunes. Y entre los últimos en atreverse con la música en directo destaca Liberata, también en Madrid, que, con una decoración entre tibetana y minimalista, ofrece además la posibilidad de cenar o quedarse en la pista de baile tras el concierto.

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