Yúshenko promete acabar con la corrupción en Ucrania tras ganar las elecciones
Los seguidores de Yanukóvich pedirán la anulación de los comicios ante el Tribunal Supremo
"Ahora todo cambiará", prometió Víktor Yúshenko al proclamarse ayer vencedor de las elecciones presidenciales celebradas el domingo en Ucrania. Con el 99,8% de los votos escrutados, este economista prooccidental se imponía sobre el primer ministro Víktor Yanukóvich por más de siete puntos: el 52,05% contra el 44,15%. Aunque reconocen que las cifras dan la victoria a su rival, los seguidores del rusohablante Yanukóvich han decidido impugnar los resultados de esta repetición de la segunda vuelta electoral ante el Tribunal Supremo por "irregularidades sistemáticas y falsificación".
Los observadores internacionales, sin embargo, no han detectado anomalías de importancia durante la votación, y es sumamente improbable que el Alto Tribunal vuelva a anular las elecciones, como hizo con las del 21 de noviembre pasado, en las que el fraude fue masivo.
La jornada concluyó anoche con el fallecimiento en extrañas circunstancias del ministro de Transportes, Heorhy Kirpa, que apareció muerto por un disparo en su dacha de las afueras de Kiev. Su portavoz declaró: "No sé si fue suicidio u otra cosa". Kirpa era un hombre influyente en el Gobierno y se había enfrentado en los últimos tiempos a Yanukóvich. Un portavoz policial señaló a la agencia Interfax que la investigación era "secreta", aunque confirmó que se había encontrado una pistola junto al cadáver de Kirpa.
"El pueblo de Ucrania se opuso a uno de los regímenes más cínicos y corruptos del este de Europa", dijo Yúshenko, ante miles de partidarios que se habían congregado en la plaza de la Independencia, principal centro de su revolución naranja. "Hace 14 años que somos independientes. Ahora también somos libres, pero hay que defender y afianzar esta libertad que hemos conquistado", agregó.
Los naranjas no piensan abandonar su campamento en la calle de Kreshátik, la principal de Kiev, hasta que no se den a conocer los resultados definitivos, lo que probablemente sucederá después de Año Nuevo. Antes de hacerlos públicos, la Comisión Electoral Central (CEC) seguramente decidirá esperar el veredicto del Tribunal Supremo, al que los seguidores de Víktor Yanukóvich han anunciado que recurrirán para conseguir la anulación de estos comicios.
Néstror Súfrich, diputado que representa a Yanukóvich ante la Comisión Electoral, explicó que había resuelto apelar al Supremo debido a las "anomalías sistemáticas" que impiden conocer cuál es la auténtica voluntad popular. Tarás Chornovil, jefe de la campaña electoral de Yanukóvich, denunció la supuesta introducción en las urnas de cerca de millón y medio de papeletas falsas en las regiones centrales y occidentales del país. Además, sostuvo que otro millón y medio de personas no había podido hacer uso de su derecho a votar en casa por motivos de salud.
En la segunda ronda de noviembre pasado, Yúshenko afirmó que le habían robado entre tres y cuatro millones de sufragios. Ahora los partidarios del primer ministro acusan a las víctimas de la votación anterior de haber cometido fraude. Aunque la acusación de falsificación se repita, nadie cree que el Supremo anule la tercera ronda de los comicios presidenciales más largos que ha vivido Ucrania.
Los resultados por provincias muestran que el país está profundamente dividido política y geográficamente. Las regiones agrícolas pobres del oeste de Ucrania han apoyado a Yúshenko, que preconiza la integración con Europa. Mientras tanto, las zonas del sureste, industriales y rusohablantes, votaron por Yanukóvich, que abogaba por profundizar las relaciones con Rusia. Por ejemplo, en la provincia occidental de Ternópol, el economista liberal obtuvo más del 96% de los votos, mientras que el primer ministro se hizo con más del 93% de los sufragios en la suroriental Donetsk. Ganarse la confianza de todas las regiones del país y ser el presidente de "todos los ucranios", como ha prometido, es el gran desafío que ahora afronta Yúshenko.
Además, el panorama político no parece haberse despejado con la victoria del líder de la oposición al régimen del presidente saliente, Leonid Kuchma. Quienes ayudaron a ganar a Yúshenko pueden convertirse en sus opositores. Alexandr Moroz, jefe del Partido Socialista, reconoce que puede dar la espalda al nuevo jefe de Estado. "Todo depende de la política que aplique", declaró ayer Moroz, al tiempo que dijo que no estaba en negociaciones para ocupar determinados puestos en el futuro Gobierno. Hasta hace poco, Moroz se perfilaba como uno de los candidatos a primer ministro, cargo que le podrían dar en agradecimiento al apoyo que dio a Yúshenko.
Otro asunto que complicará la situación política es el futuro de Kuchma. Yulia Timoshenko, la aliada radical de Yúshenko, reiteró ayer que el presidente saliente debería ser juzgado por los numerosos escándalos que estallaron durante su gestión.
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