Los obispos llaman a una oposición "clara e incisiva" a las uniones gays
La Iglesia afirma que la homosexualidad es "éticamente reprobable"
La Conferencia Episcopal Española ha querido celebrar la Navidad defendiendo su modelo de familia y atacando a la homosexualidad. En la campaña destinada a divulgarse hoy Hombre y mujer los creó cargan contra las uniones gays y piden a sus fieles que se opongan de "forma clara e incisiva" al "reconocimiento legal de las uniones homosexuales o la equiparación legal de éstas con el matrimonio" que propone el Gobierno.
El texto podía consultarse desde ayer en Internet (www.conferenciaepiscopal.es), pero está preparado para difundirla hoy. Esta iniciativa se enmarca en las sucesivas propuestas de los obispos contra alguna de las iniciativas del Gobierno.
En el texto, redactado por la Subcomisión Episcopal para la Familia y Defensa de la Vida, ni siquiera se reconoce la necesidad de regular este tipo de uniones, como había admitido el obispo de Sevilla, el cardenal Carlos Amigo. "Ante el reconocimiento legal de las uniones homosexuales, o la equiparación legal de éstas al matrimonio con acceso a los derechos propios del mismo, es necesario oponerse de forma clara e incisiva", afirman los seis obispos firmantes: Braulio Rodríguez Plaza, arzobispo de Valladolid; Juan Antonio Reig Pla, de Segorbe-Castellón; Francisco Javier Martínez Fernández, de Granada; Francisco Gil Hellín, de Burgos; Casimiro López Llorente, de Zamora y Joaquín María López de Andújar, de Getafe.
La campaña niega al Estado la capacidad de regular el matrimonio entre personas del mismo sexo. "A dos personas del mismo sexo no les asiste ningún derecho a contraer matrimonio entre ellas. El Estado, por su parte, no puede reconocer este derecho inexistente, a no ser actuando de un modo arbitrario", sentencian.
Los obispos no reconocen que la relación entre dos personas del mismo sexo pueda basarse en el amor como en las parejas heterosexuales: "El amor que puede darse entre personas homosexuales no debe ser confundido con el genuino amor conyugal, sencillamente porque no pertenece a esta especie singular de amor", apuntan.
"¿Hay alguna dificultad para que una 'pareja homosexual' [sic] pueda adoptar", se preguntan los obispos. La respuesta es que no: "La adopción ha de mirar siempre al bien de los niños, no a supuestos derechos de quienes los desean adoptar. Dos personas del mismo sexo, que pretenden suplantar a un matrimonio, no constituyen un referente adecuado para la adopción. La figura del padre y de la madre es fundamental para la neta identificación sexual de la persona".
Amor a un niño
Pese a ello, admiten que una pareja gay pueda dar amor a un niño: "No queremos negar que una pareja de homosexuales pueda dar cariño y bienestar material a un niño. Pero recordamos que en esta situación se priva al niño de la relación con un padre y una madre, que son las relaciones identificatorias fundamentales de la persona. Por esta razón la adopción por una pareja de personas del mismo sexo es rechazable", afirman.
La declaración ofrece sólo una limitada "comprensión" a "las personas con inclinación homosexual". "Un número apreciable de hombres y mujeres presentan tendencias homosexuales profundamente arraigadas. Esta inclinación, objetivamente desordenada, constituye para la mayoría de ellos una auténtica prueba. Deben ser acogidos con respeto, compasión y delicadeza".
Pero esta comprensión no implica aceptación. "La inclinación homosexual, aunque no sea en sí misma pecaminosa, debe ser considerada como objetivamente desordenada, ya que es una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Es el comportamiento homosexual el que es siempre de por sí éticamente reprobable, aunque habrá que juzgar con prudencia su culpabilidad", señalan.
La conclusión resulta clara: "Frente a supuestos 'modelos' (sic) de familia alternativos que hoy se proponen, invitamos a todas las familias cristianas a ser signo luminoso del Evangelio", siempre formadas por "hombre y mujer, esposo y esposa, padre y madre", finalizan los obispos.
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