La investigación parlamentaria

La última voz que se escuchó en la Comisión de Investigación de los atentados del 11 de marzo fue la del canario Paulino Rivero. "Se levanta la sesión", dijo el 15 de diciembre, al final de la jornada más conmovedora que haya vivido el Congreso en los últimos años. El presidente de la comisión, de Coalición Canaria, cerraba el día en el que los familiares de los 192 fallecidos (incluido el geo Francisco Javier Torronteras) y más de 1.500 heridos en el ataque a cuatro trenes de Madrid habían hecho oír su voz en la Cámara baja, una voz con un contenido radicalmente distinto al oído hasta ese momento.

Pilar Manjón explicó a diputados y periodistas que la escucharon en silencio que a quienes perdieron un ser querido por la acción de una docena de islamistas radicales no les interesa si el PSOE acosó al PP o si el PP mintió, si hubo engaño masivo entre el 11 y el 14 de marzo... Ella resumió en tres palabras qué quieren las víctimas ("verdad, justicia y reparación") y qué no: "Una comisión que hace política de patio de colegio y usa las víctimas como arma arrojadiza".

Los trabajos parlamentarios, pese a su escasa fama entre la opinión pública, han permitido conocer las grietas del sistema, los fallos policiales

Hasta entonces, la comisión había avanzado en el esclarecimiento de los fallos previos al 11 de marzo gracias a las decenas de comparecientes policiales que habían podido ser interrogados con generosidad, gracias a los oficios de Paulino Rivero, que prácticamente no ha interrumpido a ningún comisionado o deponente. Los trabajos parlamentarios, pese a su escasa fama entre la opinión pública, han permitido conocer las grietas del sistema, los fallos policiales, la vulnerabilidad de los depósitos mineros de explosivos, la complejidad de las tramas islamistas, los avisos desoídos...

Gracias a las intervenciones de los máximos responsables policiales de la lucha antiterrorista se ha sabido que hubo fallos de calado antes del 11-M, y qué se debe corregir en el futuro para intentar que no vuelvan a repetirse sucesos similares. Intentar, porque estar completamente prevenido es imposible, ni siquiera renunciando a cuotas de libertad.

La turbiedad sobre esos aciagos días ha llegado de la mano de quienes mandaban o mandan a esos responsables antiterroristas. Entonces se ha discutido de otras cosas, de quién mintió, quién se aprovechó e, incluso, de quién ha sido. Se ha oído a quienes dirigieron las investigaciones durante más de un mes después de los atentados preguntar, seis meses después, quién ha sido e incluso poner en duda la totalidad del trabajo realizado por las fuerzas y cuerpos de la Seguridad del Estado durante el último mes de su mandato. Incluso el anterior director general de la Policía, Agustín Díaz de Mera, dudó de la lealtad al Estado y al Gobierno de dos de sus mandos, sin dar sus nombres.

La comisión se ha embarcado ahora en el trabajo de elaborar sus conclusiones. Paulino Rivero advertía de que todavía puede haber nuevos trabajos, pero que el material conocido ya es suficiente como para empezar a escribir qué pasó, qué falló y qué hay que hacer. Las víctimas del 11-M, representadas por Pilar Manjón y por Francisco José Alcaraz, explicaron qué lo que les interesa es eso y que, a estas alturas de la tragedia, cuando se camina hacia el primer aniversario de la atrocidad, no tienen el más mínimo interés en conocer en qué momento se mintió ni quién engañó más.