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La Torre Tavira de Cádiz celebra su décimo aniversario con una vuelta al siglo XVIII

El edificio cuenta con una cámara oscura que proyecta imágenes del exterior de la ciudad

Cofres llenos de monedas de oro, catalejos, mercancías de Indias y ricos vestuarios. Todo eso y mucho más esperaba ayer a los visitantes que acudieron a la Torre Tavira de Cádiz, en una jornada de puertas abiertas para conmemorar el décimo aniversario de su reapertura al público. La empresa gaditana Animarte, con una larga y exitosa experiencia en visitas guiadas y recreaciones históricas, fue la responsable de trasladar este edificio de la calle Marqués del Real Tesoro al siglo XVIII, y con él al abundante público que no quiso perderse la celebración.

La responsable de la torre, Belén González, fue ayer el ama de llaves que daba la bienvenida a cuantos se acercaban a su puerta. En la taquilla, un capataz con aires de viejo lobo de mar aseguraba haber traído de las Américas 500 kilos de papas para el marqués de Recaño -cuyo palacio integraba la torre, que esperaba en uno de los pisos superiores, por lo que pedía ayuda para subir, uno a uno, los tubérculos de ultramar, al tiempo que regalaba monedas de chocolate que los más pequeños no tardaban en devorar.

El marqués de Recaño y su intérprete -encarnados por los actores Kiko Butrón y José Luis Urbano- esperaban arriba la llegada de los porteadores. Como suele ser habitual en los montajes de Animarte, la diversión no estuvo reñida con la divulgación: el público va recibiendo información sobre esta construcción de más de 45 metros sobre el nivel del mar, que ha visto pasar buena parte de la historia de Cádiz. "El marqués hizo mucha pasta vendiendo esclavas, tanta que hasta construyó un colegio que todavía sigue en pie, el de las Esclavas", decía el intérprete.

La atracción estrella de la torre, la cámara oscura que proyecta imágenes vivas y en movimiento gracias a un mecanismo óptico que aprovecha la luz natural y un juego de lentes, fue esta vez presentada por un caballero de casaca roja. El encargado mostraba "esos extraños carruajes sin caballos" que circulan por el centro de la capital gaditana. En lo más alto de la Torre Tavira, finalmente, aguardaba el mismísimo Antonio Tavira, "el primer vigía oficial del Puerto de Cádiz". Tavira divisaba los barcos a unos 100 kilómetros de distancia y aventuraba partes meteorológicos en tiempos de Felipe V.

Las habituales guías de la torre se convirtieron en acompañantes y sobrinas de Tavira, en una jornada maratoniana que contó con más de 25 visitas de grupo. Una de ellas, Cristina, gaditana, tetralingüe y diplomada en Turismo, comentaba: "Aunque amaneció nublado y amenazaba lluvia, el día se ha ido animando, y con él la gente. Lo que más llama la atención del público es la cámara oscura y el mirador: muchos vienen sólo a contemplar las vistas de Cádiz. Hoy han acudido muchos extranjeros que han llegado en un crucero, pero también gente de Cádiz que aún no conocía la torre y quería aprovechar la oportunidad", asegura.

Es el caso de Teresa, una funcionaria de Cádiz que lamentaba que, "por una cosa u otra, casi nunca sacamos tiempo para ver todos los rincones maravillosos que tiene la provincia. El décimo aniversario de la Torre Tavira ha sido el pretexto definitivo para decirme: de hoy no pasa", comentaba. María, de 9 años, llegó incluso a subir y bajar dos veces los imponentes 160 escalones que separan la calle de la azotea superior. "Me encanta la torre y hoy, con todos estos personajes, es más divertida que nunca", afirmó como recién salida de un disneylandia con más de 200 años.

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