_
_
_
_
Tribuna:
Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Sierra de Grazalema: 20 años de parque natural

La Serranía de Grazalema conforma un patrimonio natural y cultural de un valor incalculable. Aquí se conservan algunas de las mejores masas de bosque mediterráneo del país, una fauna abundante y diversa, endemismos únicos y un paisaje sobresaliente, con el valor añadido de su privilegiada ubicación geográfica, al sur del sur. Las sierras gaditanas son un puente natural y cultural, entre Europa y África, lo que ha dejado una huella profunda en su flora, fauna y paisaje. En esta serranía se rompe el tópico de la Andalucía seca y deforestada. Este paisaje peculiar no podría explicarse sin la secular intervención humana: pinturas rupestres, fortificaciones medievales, pueblos blancos encaramados en la montaña, cabañas de carboneros y ganaderos, cortijos, molinos, ventas o cañadas, son el testimonio milenario de su poblamiento.

Cuando en 1984 se declaró la Sierra de Grazalema como primer parque natural de Andalucía, se pretendía poner en marcha un nuevo modelo de desarrollo, compatible con la conservación de sus importantes valores ecológicos, culturales y paisajísticos. La Sierra de Grazalema era el lugar idóneo para comenzar esta interesante experiencia por varios motivos. En primer lugar era, y sigue siendo, uno de los lugares emblemáticos, junto a Doñana y Cazorla, de la rica biodiversidad andaluza. Pero la Sierra de Grazalema es, además y ante todo, un ámbito cultural donde durante siglos se han desarrollado una serie de técnicas de aprovechamiento de los recursos naturales que han permitido su conservación en óptimas condiciones hasta nuestros días. Conservar y recuperar nuestros recursos naturales a la vez que mejorar la calidad de vida de la población local es el gran reto a que se enfrenta la humanidad en el siglo XXI. Antes de que se acuñara el término desarrollo sostenible, en la Sierra de Grazalema comenzó a impulsarse este modelo.

La declaración del parque natural fue acogida con bastante rechazo por parte de los Ayuntamientos y la población de los municipios de la sierra. 20 años después los recelos no se han eliminado, pero es evidente que el parque ha contribuido de forma decisiva al relanzamiento de unas economías agonizantes. Los pueblos del parque natural han conseguido frenar su sangría demográfica, y están a la cabeza del crecimiento de la renta per cápita a nivel provincial. La comparación entre los municipios de dentro y fuera del parque natural no deja lugar a dudas sobre los beneficios que ha traído su declaración.

La nueva sociedad demanda productos alimenticios o artesanales de calidad, y zonas naturales de ocio y esparcimiento; Grazalema tiene abundancia de las dos. Entre los nuevos recursos que han cambiado la vida de estos pueblos destaca el turismo, que puede ser, según el enfoque que se le dé, fuente de riqueza económica, intercambio cultural y conocimiento de este importante patrimonio, o causa de su deterioro y motivo de la pérdida de la identidad cultural de sus poblaciones. El turismo en el parque natural debe realizarse en base a la restauración de su importante patrimonio arquitectónico y al conocimiento de sus valores naturales y culturales, con el objetivo de que los beneficios económicos que se generen redunden en las poblaciones locales. Desgraciadamente, algunos ayuntamientos están fomentando un modelo turístico de tipo especulativo, que pretende imitar modelos trasnochados del litoral, urbanizando los excepcionales parajes de la sierra, y fomentando crecimientos desmesurados de los pueblos. Proyectos de macrourbanizaciones, campos de golf, hoteles desvinculados de los pueblos y de la tipología tradicional... pueden terminar por destruir unos paisajes únicos en Europa, que conforman su principal atractivo. Si hoy el patrimonio natural y cultural de estos pueblos blancos son un valor, en el futuro lo serán aún más, pues estos paisajes naturales y esta economía rural ha desaparecido de la mayor parte de los países europeos.

En este vigésimo aniversario, el balance es claramente positivo ¿Qué hubiera pasado si no se hubiera declarado este parque natural? Evidentemente los procesos de degradación se hubieran acentuado, y hoy no podríamos disfrutar este lujo que conforman los bosques, el paisaje y los pueblos de la Serranía de Grazalema. Tras estos 20 años, el parque natural debe dar un salto en su gestión. En la Junta Rectora deben tener más protagonismo las entidades sociales, y hay que reducir la aplastante presencia de las administraciones públicas. Hasta que la propia sociedad de estos municipios no asuma la gestión y conservación del parque natural, no se podrá hablar de su consolidación ni de garantía de su futuro.

En el 2005 se abre un nuevo reto, pues se aprobará la Red Natura 2000, la red de espacios naturales protegidos de la Unión Europea. El reto se debe completar con la declaración de la Sierra de Grazalema como parque nacional. Con las competencias transferidas a la Junta de Andalucía, no debe haber razones para no hacerlo. La portentosa naturaleza de esta serranía da motivos para ello, no la defraudemos.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
SIGUE LEYENDO

Que cumpla muchos más.

Juan Clavero Salvador fue el primer director del Parque Natural de la Sierra de Grazalema. Actualmente es represente de Ecologistas en Acción en su Junta Rectora.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_