Un 'zar del espionaje'

Estados Unidos contará con un zar del espionaje, un asesor directo del presidente que coordinará la labor de las 15 agencias de inteligencia existentes, entre ellas la CIA, que supervisará un presupuesto global de 40.000 millones de dólares y a cuyo servicio estarán más de 100.000 empleados. En principio, una figura muy poderosa; habrá que verlo en la práctica, habida cuenta de las fuertes resistencias que ha generado la creación de la figura de Director Nacional de Inteligencia (DNI) en el Pentágono, que se ha negado a recortar muchas de sus competencias y seguirá teniendo acceso preferente a la información procedente de satélites.

La poderosa figura del DNI forma parte de la ley de reforma de los servicios de inteligencia que acaba de aprobar el Congreso después de varias semanas de fuertes divergencias en la Cámara de Representantes. Es la más ambiciosa en medio siglo y la más radical desde la creación en 1947 de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Bush la firmará probablemente esta misma semana y establece también la creación de un centro para coordinar las operaciones contra el terrorismo internacional y medidas para fortalecer la seguridad fronteriza.

La gran mayoría de estos remedios habían sido sugeridos por la comisión parlamentaria sobre el 11-S. Su informe, difundido el pasado julio, concluye que los atentados de Nueva York y Washington en 2001, que causaron 3.000 muertos, pusieron de relieve las inmensas lagunas de coordinación y los celos en el intercambio de información entre los servicios de inteligencia. Esos males no son exclusivos de EE UU, como bien se ha visto en España a raíz de la masacre del 11-M.

Con el visto bueno del Congreso, Bush puede respirar tranquilo a poco más de un mes del inicio oficial de su segundo mandato. Pero el presidente republicano, y su número dos, Cheney, han tenido que emplearse a fondo para vencer los obstáculos de su propio partido en la Cámara de Representantes, donde cuenta con una holgada mayoría. Muchos congresistas republicanos se oponían a que la ley pasara con recortes de competencia para el Pentágono y sin que se endurecieran los controles de inmigración. Sobre este último aspecto, denunciado ya por organizaciones humanitarias, han obtenido garantías del Gobierno de que habrá pronto medidas específicas. En cualquier caso, resulta ilustrativo observar cómo un presidente que acaba de ser ampliamente reelegido como el mayor líder de la cruzada antiterrorista mundial necesita emplear tanto esfuerzo para sacar adelante una reforma necesaria.