El 'Informe PISA'
El Informe PISA 2003 nos acaba de recordar que la educación en España no mejora. Se hablará mucho estos días sobre las causas del fracaso escolar. Desde mi punto de vista, que no es otro que el de un profesor de secundaria con más de siete quinquenios, y sin pretensiones de rigor científico, son las siguientes:
- La permisividad de los padres que educan a sus hijos desde pequeños sin sentido del límite y consintiéndoles todos los caprichos, lo cual no es que les capacite demasiado para hacer las cosas que cuestan y superar dificultades.
- Unos planes de estudios y unas leyes educativas fundamentadas en una visión lúdica de la educación, que tampoco favorecen la cultura del esfuerzo en los alumnos.
- La falta de autoridad de los profesores, que se sienten con frecuencia desautorizados por los padres a la hora de exigir y poner correctivos, y muy poco apoyados por la Administración en este mismo sentido.
- Una política educativa con pretensiones de progresismo, cuyos esfuerzos han ido orientados a primar la igualdad sobre la búsqueda de la excelencia. Y efectivamente ha igualado por abajo consiguiendo peores resultados para todos. El alumno trabajador y con buenas notas ya no es un referente para sus compañeros. Los que destacan no es por los estudios precisamente.
Y por supuesto que he generalizado y hay excepciones. Pero eso es lo que predomina.- Frederic Gómez Pardo. Girona.
Ayer, al levantarme, yacía resplandeciente una noticia de este periódico en la mesa del comedor de mi casa junto a un pedazo de papel con la "burlona" letra de mi padre diciendo lo siguiente: "Mira lo que te espera, amiguete".
Una escalofriante sensación de angustia se ha apoderado de mí: sabía que una vez más se trataba del tema de la educación.
Convencido de que nada de esa mañana de martes (para muchos estudiantes, puente) iba a destruir mis ánimos, me he dispuesto a leer dicha noticia con paciencia, mientras desayunaba un exquisito cruasán de chocolate: Los alumnos de secundaria españoles, entre los peores de los países desarrollados.
Se me ha caído el alma al suelo.
Al finalizar de leer la noticia ha empezado mi reflexión. Mi primer pensamiento ha sido para mi madre: "Pobrecilla, trescientos mil años en el mundo de la educación como para que ahora le tiren, como han hecho, un cubo de agua helada en la cabeza".
Como siempre, después de leer una noticia de estas dimensiones sobre el tema mencionado, he intentado autoconvencerme de que no, no es nuestra culpa, sino del sistema educativo, un sistema mal pensado y obligado a todo el mundo por igual, incluso a los que no desean por completo estudiar y prefieren dedicarse a otras actividades; pero no, si el sistema dice todos por igual.
No me malinterpretéis, opino que todo el mundo tiene que tener el derecho a estudiar. Lo que me parece mal es que si un alumno no quiere estudiar y en lugar de hacerlo se dedica a irrumpir en la educación de otras personas, quizá sería conveniente no obligarle, sino buscar otra alternativa para desarrollar sus cualidades.
Bien, pues ésta es la opinión de un joven de 15 años estudiante en un instituto de secundaria público de Barcelona.
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