_
_
_
_

El robo con tarjetas de crédito sustraídas se dispara hasta 32 millones este año

La policía alerta de los nuevos métodos de las mafias para falsificar el dinero de plástico

Antonio Jiménez Barca

El fraude con tarjetas de crédito robadas y luego duplicadas se dispara este año a más de 32 millones de euros, un 8% más que en 2003, según datos de las entidades emisoras (Servired, 4B y Euro 6.000). Un método novedoso de desvalijar una cuenta corriente consiste en duplicar una tarjeta en restaurantes, hoteles o tiendas gracias a la colaboración de un empleado colocado por las mafias especializadas. Otro, en instalar un lector en la ranura de entrada de un cajero automático y una microcámara del tamaño de una uña enfocando al tablero. El cliente opera, saca su dinero y se va, sin saber que los datos necesarios para ser desplumado ya se encuentran en la ranura falsa y en la memoria digital de la microcámara.

Un truco consiste en 'colocar' en restaurantes, tiendas y hoteles a algún empleado compinchado
Más información
Sistemas informáticos que 'saltan' a la mínima
Las telecomunicaciones desbancan a la vivienda en reclamaciones

Los ladrones, una vez con los datos, tienen dos posibilidades: vendérselos a las mafias o bien duplicar las tarjetas por su cuenta. En cualquier caso, el resultado es el mismo: "Ocurrió las Navidades pasadas. Mi marido me llama y me dice: 'Oye, cariño, ¿no te parece que te estás pasando con los regalos?' Yo le respondí que no, porque no había comprado nada. Pero me replicó que no nos quedaba saldo en la cuenta. Nos habían robado 900 euros, en tres días. Alguien nos había copiado la tarjeta en un cajero del Paseo de la Castellana, y con una minicámara se habían enterado del código PIN ", explica una madrileña de 39 años.

En España se cuentan más de 50 millones de tarjetas de crédito Y movieron, en 2003, una montaña de dinero de 142.300 millones de euros. De toda esta cantidad, alrededor de 30 millones de euros fueron a parar a los ladrones especializados en desvalijar estos soportes monetarios de plástico. En 2004 aumentará: 32,5 millones de euros, un 8% más.

El peligro no sólo se esconde en los cajeros automáticos. En hoteles de cinco estrellas, restaurantes buenos, o comercios de lujo, muchas bandas han conseguido colocar a un camarero o un empleado. Éste, cuando el cliente le da la tarjeta para pagar, la pasa antes, de forma disimulada, por una máquina lectora del tamaño de un paquete de tabaco que lleva en el bolsillo o en el mandil y que graba todos los datos. El cliente paga, recibe después su factura, su recibo, su tarjeta, y se marcha, tan feliz, sin sospechar nada. "Esto permite a los ladrones una cosa importante: elegir la tarjeta. Si colocas una grabadora en un cajero, ésta graba indiscriminadamente, tarjetas de ricos y de menos ricos; pero con este método, el empleado-gancho se emplea sólo con visas oro, sobre todo de extranjeros, o tarjetas de gente que se ve que tiene fondos", explica Javier Rogero, capitán de la brigada judicial de la Guardia Civil. La mejor manera de evitar esta modalidad de robo es no perder de vista nunca la tarjeta de crédito. "Ya sé que es un fastidio, y ni yo mismo lo hago siempre, pero es la única forma de estar seguros", añade Rogero. Una vez que el empleado-gancho obtiene los datos, puede vendérselos a las mafias del dinero de plástico. Y éstas a su vez reenviarlos por Internet a Malaisia, a Estambul, a Nuevo México o a cualquier lugar del planeta, donde alguien se ocupará de duplicar la tarjeta y de gastarla. Se dan casos en que una tarjeta duplicada abona compras efectuadas en comercios de Kuala-Lumpur (Malaisia) mientras su titular sigue utilizando la original en el cajero automático de toda la vida de Benidorm sin percatarse de nada.

A Inés Soria, de 38 años, le robaron en Madrid de una manera todavía más antigua: "En el metro, la semana pasada, alguien me sacó la cartera del bolso, me quitó la tarjeta de crédito y luego me devolvió la cartera. No me di cuenta de nada hasta que el Bankinter me avisó: alguien estaba haciendo compras raras a mi nombre".

Tanto la Guardia Civil y la policía coinciden en que las denuncias por este aspecto crecen y que nada apunta a que vaya a menos. Y no sólo en España. El fenómeno afecta a toda Europa. En Inglaterra, por ejemplo, el robo de dinero a través de tarjetas duplicadas alcanzó los doce últimos meses los 60 millones de libras, un 85% más que hace un año.

Desde este país llega el problema y puede que la solución. Allí se están extendiendo las tarjetas bancarias protegidas con un microprocesador o chip, lo que las blindará, dificultando su falsificación.

La Caixa, que gestiona más de ocho millones de tarjetas en España, ya ha anunciado que va a comenzar a incorporar este microprocesador. De esta manera confían en mantener a raya a los especialistas en reventar cuentas corrientes con una maquinita electrónica del tamaño de un paquete de cigarrillos.

Difícil y lenta devolución

María Luisa Martínez, portavoz de La Caixa -el primer banco español por número de tarjetas emitidas-, recuerda que la entidad devuelve "siempre" el dinero robado en casos de sustracción de tarjetas o de duplicación. También insisten en ello las tres empresas que procesan las tarjetas en España (Servired, 4b y Euro 6.000).

Para ello, es necesario, recuerdan, poner la denuncia correspondiente en la policía y dar cuenta al banco lo antes posible del robo o de las irregularidades detectadas. Eso sí, advierten que la espera en el cobro puede demorarse varios meses, ya que el banco debe comprobar los recibos emitidos y verificar el robo.

Sin embargo, Antonio López, portavoz de la Confederación Española de Consumidores y Usuarios (CECU), asegura que su organización cuenta con "muchas" quejas de clientes "a los que los bancos no les han devuelto el importe de lo robado por la tarjeta".

López señala que las entidades bancarias "devuelven lo robado a los clientes de Visa oro o similares, esto es, con tarjetas potentes que cuentan con un seguro". "Pero no a todos los clientes se les devuelve siempre", añade.

Las recomendaciones para evitar el robo son las siguientes:

- No permitir que nadie vea el número de PIN mientras se opera en un cajero.

- Si la tarjeta se atranca, desconfiar mucho de las personas próximas que se acercan para ayudar. En vez de esto, contactar con los teléfonos oficiales.

- Inspeccionar levemente el cajero automático antes de operar en él. Mirar sobre todo en la ranura, para ver si sobresale un mecanismo para duplicar tarjetas, o echar un vistazo alrededor por si se han instalado microcámaras. Éstas pueden estar en los buzones colocados para albergar publicidad o depositar los recibos usados.

- En restaurantes, hoteles, gasolineras, tiendas, comercios o peajes de autopistas no perder de vista la tarjeta mientras se abona la cuenta.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Antonio Jiménez Barca
Es reportero de EL PAÍS y escritor. Fue corresponsal en París, Lisboa y São Paulo. También subdirector de Fin de semana. Ha escrito dos novelas, 'Deudas pendientes' (Premio Novela Negra de Gijón), y 'La botella del náufrago', y un libro de no ficción ('Así fue la dictadura'), firmado junto a su compañero y amigo Pablo Ordaz.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_