Respuesta a Joaquín Leguina
Es curioso comprobar que cuando se anuncia alguna ley que pretende proteger a la población sobre los problemas que acarrean los humos de tabaco ajenos, con puntualidad británica, un grupo de columnistas, escritores y/o dibujantes-humoristas, estimulados como por un resorte común, saltan a la palestra para denostar la iniciativa con una base argumental en forma de triada que se repite milimétricamente: a) los fumadores son un subgrupo de población que la sociedad y las administraciones públicas intentan acosar y masacrar; b) hay cosas peores que el tabaco para las que no se legisla, y c) el tabaco no es tan malo como dicen y los datos científicos sobre su peligro son dudosos y contradictorios. Ni los publicistas y responsables de prensa de las tabaqueras lo harían mejor para crear confusión.
El artículo del señor Leguina, que se autotitula demógrafo experto, publicado el viernes 26 de noviembre con el título Tabaco y humo, causa estupor por la serie de inexactitudes que en él vierte, por lo que aceptamos de buen grado, como no podría ser de otra forma, su titulación demógrafica aunque con inexperiencia manifiesta en materia de tabaquismo.
Dice entre, otras lindezas: "Cuando el diablo no tiene nada que hacer, con el rabo espanta las moscas", refiriéndose al "capricho" del ministerio de regular el consumo de tabaco en lugares públicos. Sin duda, para él es irrelevante que el tabaco sea la primera causa de morbimortalidad en la sanidad pública, cosa que también pone en duda. ¿De dónde salen los 55.000 muertos que indican las publicaciones científicas?, se pregunta, y piensa que esos números se deben más a la magia que a la ciencia. ¿No ha oído usted, señor Leguina, hablar de los métodos para calcular la mortalidad atribuible aceptados en todo el mundo? Le recomiendo lea el trabajo en Medicina Clínica publicado por González Enríquez y Banegas, entre otros, que le aclararán muchos conceptos, y si quiere información externa con metodología exacta, no creo que dude de los datos del profesor Richard Peto, actualmente el epidemiólogo más prestigioso del orbe y profesor de la Universidad de Oxford, publicados el pasado mes de junio en el British Medical Journal. La limitación en la extensión de la carta impide desmontar punto por punto su exceso de inexactitudes. Lamentable y cordialmente.
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