El empecinado
Liándose la manta a la cabeza como el famoso guerrillero antifrancés, el expresidente Aznar sacó el trabuco en la comisión para liquidar a todos sus adversarios. Sin rendir cuantas del desbarajuste que facilitó la organización de los presos islamistas en cárceles o de la surrealista trama minera asturiana, Aznar actuó con escaso sentido de estado y mucho rencor.
Enrrocado en su paranoica interpretación de la realidad, el expresidente lanzó estocadas y amagos, tejiendo una cortina de insinuaciones, en la que todo eran enemigos y conspiraciones, sin el menor lugar para la autocrítica. Cual nuevo Empecinado, Aznar se ha echado al monte para atacar a todo aquel que no piense como él.
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