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Columna
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El Gobierno en berlina

El Gobierno vasco, con su gracioso donativo de once generosos millones de euros, ha puesto en órbita a la UPV-EHU. ¿Lo duda alguien? Claro que solamente el déficit de la Universidad asciende a 32,7 millones de euros. La UPV roza la bancarrota. Pero todo se resolverá una vez depurados el mal hacer y el hábito despilfarrador del anterior equipo (Anjeles Iztueta dixit, a quien ya respondieron los imputados). Pese a ello, el nuevo rector declara ante la Comisión de Educación y Cultura del Parlamento vasco (8-11-2004) que no "exagera si dice que en algunas zonas

[del campus de Lejona] las paredes se caen a pedazos". (Mérito a compartir, por cierto, con las instituciones vizcaínas.) La lectura del informe presentado por el rector en el Parlamento (www.ehu.es/castellano/paginas/prin_c.htm) pone los pelos como escarpias. La subvención otorgada, más la prometida, apenas si llegan para cubrir una parte mínima del déficit y de los gastos corrientes existentes. Sin embargo, el objetivo debiera ser otro. La UPV es una institución estratégica si se quiere entrar con buen pie en la sociedad de la información que nos viene. No apreciarlo pone en berlina o en la picota al Gobierno.

La clave es la investigación: su perfil y su relación con la docencia. A pesar de atender al 80% de los alumnos universitarios vascos, la UPV desarrolló el 96 % de los proyectos científicos de este país entre 1995 y 2000. Con todo, está por debajo de la media de las universidades españolas. ¿Razones? Formación acelerada de un claustro aún joven, y una escasa financiación pública. En este punto nos encontramos con una aparente paradoja. Si el País Vasco es la comunidad que, tras Madrid, más invierte en I+D (1,5% frente al 1% español), ¿cómo es posible hablar de escasa financiación pública en investigación?

Pierre Bourdieu (1930-2002), sociólogo ampliamente reconocido, en su última lección en el Collège de France (2001) ponía el dedo en esta llaga. Aseguraba que "el universo de la ciencia está amenazado actualmente por un temible retroceso. La autonomía (...) que había conquistado poco a poco frente a los poderes religiosos, políticos o incluso económicos (...) y que garantizaban las condiciones mínimas de su independencia, se ha debilitado". En concreto, se ha difuminado la siempre tenue línea divisoria entre investigación fundamental realizada en la universidad e investigación aplicada. De este modo, el investigador queda al albur de las necesidades de las empresas, firmas comerciales, y de servidumbres políticas y de la Administración. Quien se atiene desinteresadamente a la lógica interna de su disciplina, queda excluido del circuito de ayudas, y progresivamente marginado. Esto está ocurriendo en Occidente, decía Bourdieu, especialmente en Europa.

Es lo que sucede en el País Vasco de modo superlativo. Si la inversión en I+D supone el 1,5% de su PIB, la inversión en la universidad representa el 0,27% (0,31% en el conjunto español). Un gradiente de 1,23 puntos. Casi nada. Los demandantes privados o la propia Administración tienden a financiar la investigación aplicada. Y no se acaba de entender la necesidad de la investigación básica. Demandan la cresta útil del iceberg sin apreciar (a diferencia, claro, de EE UU) la inmensa masa sumergida que es necesaria para soportar ese extremo sobre la superficie. Financiar esta base es tarea casi exclusiva de los poderes públicos.

En las universidades más avanzadas, la contratación de profesorado (la docencia, por tanto) se guía de forma prioritariamente por la excelencia investigadora. No es posible ser un universitario con reputación sin ser también un excelente científico. Por su parte, la docencia es consecuencia de la actividad investigadora del académico. Sin embargo, en la inauguración del curso 2004-2005 de la UPV el lehendakari menospreció esto. Nunca hizo referencia a esta universidad, a la suya a la que soporta el 96% de la investigación del país, sino que se refirió a un "sistema vasco de universidades". Aparte la descortesía, ignoraba el lehendakari que universidad propiamente dicha, la que investiga, sólo hay una en el País Vasco: la UPV-EHU. Las otras, necesarias, son escuelas de estudios superiores. Ignorarlo es renunciar a nuestro futuro, señor lehendakari.

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