"Mi pregunta es para el señor Aznar"
"Es la primera vez que me ocurre esto", musitó el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, un tanto desconcertado, cuando una periodista italiana incurrió en un lapso y se dirigió a él en la rueda de prensa como si fuera su predecesor, José María Aznar. Silvio Berlusconi, con su traje azul cruzado de siempre y la novedad incipiente del cabello que le fue trasplantado en verano, acudió solícito en su ayuda, le tomó por el brazo y le susurró en la oreja algo que pareció divertir a José Luis Rodríguez Zapatero, que no quiso revelar lo que le dijo.
El incidente sí puso, en cambio, de manifiesto el carácter de acto social de este encuentro entre dos gobiernos que divergen en muchas cosas pero no afrontan contenciosos bilaterales. "Ha sido un encuentro muy fructífero, que nos da una relación de gran proximidad, incluso de amistad, y que nos permite seguir hablando por teléfono. Hoy, basta con marcar un móvil y tienes al habla al primer ministro", declaró.
Cuenca, desierta por los controles policiales, dio el marco pintoresco de esta XII cumbre hispano-italiana, en la que participaron nada menos que seis ministros de cada lado, más el ex presidente regional José Bono, presente por nostalgia sólo al inicio del encuentro a pesar de que su homólogo italiano anuló el viaje. Todo estos equipos, trasladados en buena medida desde Madrid en helicóptero, posaron entre himnos nacionales ante el bar El Botijo de la plaza Mayor conquense, cediendo el fondo noble de la catedral para la revista de tropas que pasaron Zapatero y Berlusconi.
La falta de público no impidió que la afición de éste por las masas se desbordara hacia los grupos de ciudadanos mantenidos en límites de seguridad por los agentes, ya que el italiano animó raudo a su anfitrión para saludarlos y ambos se detuvieron luego bajo los balcones de la plaza Mayor desde los que algunas mujeres asomadas les gritaron "guapos". Berlusconi sonreía complacido.
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