Aznar afronta en el Congreso la acusación de que usó de forma electoralista el 11-M
El PP rectifica su reconocimiento de que "se bajó la guardia" ante el islamismo
El PSOE intentará desvelar hoy, durante la comparecencia del ex presidente José María Aznar ante la comisión de investigación del Congreso sobre el 11-M, el intento de utilización electoralista de la masacre por parte del PP, evidenciada en su insistencia sobre la autoría de ETA. También pondrá de relieve los fallos en la política de prevención ante el terrorismo islamista derivados, en parte, de los compromisos del ex presidente con la política de la Administración Bush en Irak.
Todos los grupos parlamentarios repasaban ayer por la tarde sus tácticas ante la comparecencia de José María Aznar, la primera de un ex jefe de Gobierno en una comisión de investigación del Congreso de los Diputados desde la transición política.
El portavoz socialista, Álvaro Cuesta, intentará dejar en evidencia "la utilización electoralista de los atentados de Madrid en beneficio de su partido en las elecciones del 14-M" y exponer las "dificultades" que tuvo el Gobierno del PP para encarar el riesgo del terrorismo islamista, debido a su posición ante la guerra de Irak.
"No es que bajaran la guardia, como ha escrito Aznar, sino que no podían levantarla, porque ello suponía admitir que la posición del Gobierno en la guerra de Irak incrementaba el riesgo de atentado", dijo un comisionado socialista consultado ayer.
"Si los españoles ya le habían dicho a Aznar de una manera inequívoca no vaya usted allí, la exposición clara de lo que representaba el terrorismo islamista a partir de la participación en la guerra de Irak hubiese generado todavía más críticas", añadió.
Antes de presentarse esta mañana en la denominada Sala Internacional, en la primera planta del Congreso, Aznar ha dejado un abundante rastro de sus opiniones sobre el 11-M en las numerosas conferencias, ruedas de prensa, artículos y entrevistas concedidas en los 263 días que han transcurrido desde entonces.
El 22 de marzo de 2004, sólo 11 días después de la masacre, el entonces presidente en funciones exhibió cierta prudencia calculada en una entrevista con Juan Pedro Valentín, director de los servicios informativos de Tele 5.
-"¿Cree que los españoles han cambiado su voto tras los atentados?", inquirió el periodista.
-"Supongo que los atentados han tenido algo que ver, pero se necesita perspectiva para verlo", respondió Aznar.
La cautela duró pocas horas. A la mañana siguiente, en la primera reunión de la Junta Directiva Nacional del PP tras la derrota electoral, Aznar plantó ya la semilla de la línea estratégica de la dirección del partido en los meses venideros.
"No podemos aceptar", dijo, "que se acuse a un Gobierno de manipular a la opinión pública cuando hay 200 víctimas del terrorismo. ¡No ya que se le acuse sin pruebas, sino en contra de las pruebas! Y esa injuria no la podemos aceptar. Durante los días 12, 13, y 14 de marzo dirigentes del PSOE y un poder fáctico fácilmente reconocible violentaron el luto y la reflexión de los españoles para llevar agua a su molino", afirmó el presidente del PP.
Aznar empieza a alimentar la teoría de una conspiración dirigida a impedir que su candidato, Mariano Rajoy, triunfase en las elecciones del 14 de marzo.
El 26 de marzo fue mucho más directo. Habían pasado sólo cuatro días desde su propia exhortación -"se necesita perspectiva para verlo"- y, tras el Consejo Europeo de Bruselas, preguntado por el efecto electoral del 11-M, declara:
"Si lo que me pregunta es si pienso que lo ocurrido el 11-M ha tenido una influencia sustancial en los resultados electorales, la respuesta es sí. ¿Cuánta? No le puedo decir, pero sustancial, sí".
Aznar ha avanzado lo suficiente para calificar de "sustancial" la influencia de los atentados en las urnas, pero todavía no ha desplegado el grueso de su artillería contra los presuntos beneficiarios: los dirigentes del PSOE.
Será lento, pero seguro en hacerlo. En su libro Ocho años de Gobierno, a primeros de mayo de 2004, Aznar parece más reflexivo en su epílogo, cuando evoca la posible bajada de guardia.
"Para mí, ETA y el terrorismo islámico merecen el mismo rechazo y la misma respuesta. Debo reconocer, sin embargo, que tal vez la opinión pública española no era lo suficientemente consciente hasta el 11 de marzo del alcance de la amenaza del terrorismo islámico, o por lo menos no tanto como lo ha sido de la amenaza del terrorismo de ETA. Si es así, el Gobierno tiene sin duda una responsabilidad que asumir. Quizás los propios éxitos conseguidos en la lucha contra ETA en los últimos años nos han llevado a bajar la guardia ante la amenaza fundamentalista", escribe.
¿En qué están pensando Aznar y su colaborador en la escritura del libro, el escritor e historiador José María Marco? ¿Acaso en los atentados de Casablanca, Marruecos, el 16 de mayo de 2003, sobre los cuales el Gobierno de Aznar explicó, por boca de su ministra de Asuntos Exteriores, Ana Palacio, que en rigor no se trataba de un ataque a España? Aznar utiliza una expresión, la de bajar la guardia, que ha causado matizaciones recientes. El diputado Jaime Ignacio del Burgo, miembro de la comisión del 11-M, la entiende así:
"He leído detenidamente su libro y lo único que dice es que, así como fuimos capaces de concienciar a la sociedad española para reaccionar frente al terrorismo de ETA, no lo conseguimos respecto al terrorismo islamista; bajamos la guardia en ese aspecto y no porque la estuviéramos bajando en la previsión necesaria frente a los atentados islamistas..."
No es lo único que dice Aznar en este punto. A continuación, por ejemplo, resalta: "En algunos casos hemos sido capaces de detectar sus movimientos europeos [del terrorismo islamista] a tiempo. El 11-M, desgraciadamente, no supimos hacerlo".
¿Hasta qué punto, al analizar toda la información ahora disponible, es cierto que no fue posible detectar esas redes? ¿Y por qué razón?
"Los españoles, el resto de los europeos y muy en particular los gobernantes y los dirigentes políticos debemos preguntarnos por qué esas redes terroristas han sido indetectables por los servicios de seguridad y qué suerte de facilidad ofrecen nuestras sociedades a quienes se ha propuesto destruirlas", escribió Aznar.
Sería, por tanto, la "facilidad" que ofrece la sociedad española y europea lo que late en los fallos. ¿Y no fueron quizá los errores en la política de prevención, como insinuó el pasado 25 de noviembre en la comisión del 11-M el ex comisario de Interior y Justicia de la UE Antonio Vitorino?
En mayo pasado, al presentar su libro, el ex presidente Aznar ya emprendía su cruzada abierta contra el Gobierno socialista. "El terrorismo habrá ganado su primera batalla si consigue que creamos que la culpa ha sido nuestra", dijo, en referencia a su política en la guerra de Irak.
¿Qué pensaba de verdad Aznar más allá de las palabras escritas o dichas en público? El 17 de mayo, en Washington, fue recibido por el presidente de EE UU, George W. Bush. También almorzó con el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, en el Pentágono. Poco después, Rumsfeld dio una conferencia en la Heritage Foundation.
En el coloquio, uno de los asistentes le sugirió que hablase más de la guerra contra el terrorismo y menos de Irak.
"Estoy completamente de acuerdo... Ésa es la amenaza", respondió Rumsfeld. "Si se piensa que ha habido ataques, fuera de Estados Unidos, en España, Madrid, que cambiaron indudablemente una elección; conscientemente, como resultado de un intento terrorista, cambió el resultado de una elección. Acabo de almorzar con el presidente Aznar, que ha abandonado el Gobierno, y está convencido de que ése es el caso...".
"Usted habló con el señor Aznar, me gustaría saber si él ha expresado algunas ideas sobre su derrota y sobre el pueblo español, capitulando ante los terroristas al elegir a su sucesor", reiteró el interpelante.
"[Aznar] Es un hombre muy interesante. Tiene mucho coraje personal. Está, como ha dicho públicamente, decepcionado por la decisión que han adoptado sus sucesores
[retirada de las tropas españolas de Irak]. Cree que lo hecho en Irak es la decisión correcta. Piensa escribir y hablar en público para alentar a los países de Europa y del mundo a reconocer que simplemente no es posible permitir a los terroristas determinar el desenlace de unas elecciones. Y cree profundamente que esto es exactamente lo que ocurrió en España".
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