Berlusconi logra el apoyo de sus aliados para bajar los impuestos

Silvio Berlusconi se salió con la suya. Lanzó muy teatralmente la amenaza de convocar elecciones si sus aliados no asumían el proyecto de reducción de impuestos, y sus aliados, también de forma teatral, expresaron su adhesión al jefe. Ayer, por fin, tras meses de tensiones y amagos de crisis política, el Consejo de Ministros aprobó una reforma del impuesto sobre la renta aplicable desde enero de 2005 que, como quería Berlusconi, reduce la carga fiscal a las personas, no a las empresas. Il Cavaliere está convencido de que la rebaja de impuestos será clave para su reelección en 2006.

"Es un acontecimiento histórico", afirmó Berlusconi al presentar el proyecto de ley fiscal. Quizá no había para tanto, aunque la medida resultara popular y electoralmente efectiva. Se trataba, en cualquier caso, de una buena noticia para las rentas más altas y de un alivio para las rentas medias. El tipo máximo se reduce del 45% al 43%, y la escala queda limitada a cuatro peldaños: 43% para ingresos superiores a los 100.000 euros anuales, 39% por encima de 33.500, 33% a los que ganan más de 26.000 y 23% para quienes no lleguen a esa cifra. Las rentas inferiores a 16.000 quedaron exentas del impuesto. Berlusconi calculó que él se ahorrará cada año unos 600.000 euros y semanas atrás anunció que donaría esa suma a organizaciones de beneficencia.

La reducción de ingresos por parte de la Hacienda italiana en concepto de IRPF se estima en unos 6.500 millones de euros y debe compensarse con una congelación de plantillas en la Administración, que, por la vía de las jubilaciones no cubiertas, se reducirá en 70.000 personas en tres años, con un recorte del 2% en el presupuesto para educación y con un aumento de los impuestos indirectos, especialmente sobre el tabaco y el alcohol. Las cuentas no cuadran del todo, pero Berlusconi y su ministro de Economía, Domenico Seniscalco (reticente a la rebaja hasta el último día), confiaban en que en 2005 se flexibilizarán los criterios del Plan de Estabilidad para ampliar el déficit presupuestario por encima del 3%.

La oposición fue muy severa con la reforma. "Es una maniobra publicitaria sin contenido", dijo el secretario general de los Demócratas de Izquierda. "Es como un peronismo de ricos: quitan a los que tienen menos para dar a los que tienen más", opinó Fausto Bertinotti, de Refundación Comunista. La patronal Confindustria vio "notas positivas" en el proyecto de ley, pero lamentó que apenas se modifique la carga fiscal sobre las empresas y consideró que no tendría efectos apreciables sobre el crecimiento económico. Los sindicatos de la Administración pública prometieron movilizaciones.

"Vista la histeria por esta iniciativa del Gobierno, estoy cada vez más convencido de que hemos acertado", comentó Gianfranco Fini, líder de Alianza Nacional, vicepresidente y también ministro de Asuntos Exteriores.

El acuerdo sobre los impuestos pone fin a una larga fase de desavenencias entre los partidos de la coalición gubernamental y hace posible una ampliación del Gabinete que anoche parecía inminente. Se esperaba el ingreso como vicepresidente de Marco Follini, secretario general de la Democracia Cristiana y asteroide de trayectoria errática en la galaxia berlusconiana.