El Museo Van Gogh presenta la mayor exposición dedicada al modernismo
Amsterdam acoge más de 400 objetos reunidos por el marchante alemán Siegfried Bing
El nacimiento del modernismo como corriente artística y el imperio creado a su alrededor por su mejor coleccionista, el marchante alemán Siegfried Bing, ocupan desde ayer las dependencias del Museo Van Gogh de Amsterdam en la mayor muestra dedicada a un movimiento que hizo furor en la Europa de finales del siglo XIX. Pinturas, esculturas, grabados, muebles y porcelanas de artistas como Camille Claudel, Toulouse-Lautrec, Georges de Feure o Louis Tiffany recrean un estilo singular que tomó su nombre de la tienda de Bing en París llamada L'Art Nouveau.
La exposición L'Art Nouveau. La maison Bing -abierta hasta el 27 de febrero, y a partir del 6 de septiembre de 2005 en Caixa Fórum de Barcelona- incluye también numerosos grabados orientales adquiridos por el marchante en sus múltiples viajes a China y Japón y que tanto influyeron en los artistas europeos de la época. Para Vincent van Gogh, las inquietudes estéticas de Bing, su proveedor de láminas japonesas, supusieron una de sus más precoces fuentes de inspiración. Uno de los lienzos primerizos del artista holandés es una recreación al óleo de un grabado del artista nipón Hiroshige con un ciruelo en flor.
Van Gogh acabó teniendo una amplia colección de grabados similares que presentaban el lado artístico de escenas de la vida cotidiana. La delicadeza con que era recreado el entorno íntimo fue uno de los ideales de Siegfried Bing, que acabó siendo una figura clave en la promoción de las artes aplicadas y decorativas de la Europa decimonónica. De esta pasión, convertida en próspero negocio, queda además la constancia de la estrecha relación existente entre el modernismo y el arte japonés.
Para los estudiosos de la trayectoria de Bing, su afanosa búsqueda de objetos antiguos de Oriente Próximo y Extremo Oriente -que llenó de paso colecciones particulares y museos en Europa y Estados Unidos- contribuyó al renacimiento de las artes aplicadas. La familia del marchante importaba y exportaba objetos artísticos en Alemania desde 1823. A mediados del siglo XIX abrieron una oficina en París y compraron una fábrica de porcelana para fabricar vajillas, epítome de la exquisitez para una clientela internacional y selecta.
Cuando Siegfried llega a Francia en 1854, la fábrica pierde dinero y es vendida. El joven empresario no quiere abandonar esa línea de producción e invierte en una segunda fábrica con un socio, Jean-Baptiste Leullier. El trato les beneficia a ambos en un momento en que Francia compite sobre todo con Inglaterra en la producción de objetos de lujo de gran calidad. Bing fue un comerciante del lujo que se abrió a otras culturas en un momento en que ciertas influencias artísticas eran vapuleadas por la crítica por el simple hecho de provenir del extranjero. Según Gabriel Weisberg, uno de los expertos que han contribuido a la muestra, "al casar la imaginación japonesa con la tradición francesa, Bing hizo realidad su sueño de crear un estilo decorativo nuevo bautizado con el nombre de Art Nouveau". Para ello no sólo vendió objetos de arte oriental y abrió nuevos mercados a las autoridades galas en lo que hoy sería un claro ejercicio de diplomacia basada en la mejora de las relaciones comerciales entre dos países.
Con la esperanza de influir en los artistas europeos con sus colecciones japonesas, Bing organizó exposiciones itinerantes en Europa y Estados Unidos. Donó piezas a los museos y las llevó a las escuelas técnicas y al Conservatorio Nacional de Artes y Oficios de París. Un esfuerzo del que salía bien parado económicamente, desde luego, pero que dejó también su poso en artistas y diseñadores que fueron liberándose de los estilos abigarrados de la época. Con el tiempo, el propio marchante hizo encargos personales para producir muebles y joyas, cerámicas y piezas de cristal dignas de llevar ya el sello art nouveau y de ser vendidas en su galería del número 22 de la calle de Provenza de París.
La pequeña escultura de una pareja bailando un vals casi etéreo firmada por Camille Claudel, los muebles con patas tan finas que parecen de ave de Georges de Feure o las joyas labradas por Marcel Bing, hijo del marchante, son apreciados hoy como obras de arte. Bing padre logró que su modernismo tuviera nombre propio.
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